Existen diferentes estrategias de manejo para evitar el estrés calórico en los animales
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Durante todos los veranos, especialmente en el centro y norte del país, los vacunos están expuestos a condiciones ambientales adversas de temperatura (mayor de 30°C) y humedad (mayor de 50%) que atentan contra la respuesta productiva (ganancia de peso o producción de leche) y la reproductiva. Esta situación se agrava cuando la velocidad del viento es menor de cinco kilómetros por hora. Al respecto, vale la pena considerar diferentes estrategias de manejo y dietas que ayudarán a atenuar los efectos negativos del estrés.
En los sistemas pastoriles, tanto sean de carne como de leche, se utilizan en la época estival pasturas o verdeos de verano que, en general, están “muy pasados o maduros” (semillados, especialmente las gramíneas). Estos forrajes tienen altos contenidos en fibra y de lignina que reducen la digestibilidad. Este material fibroso provoca fermentaciones acéticas en el rumen que elevan significativamente el calor corporal. Estas son las dietas “calientes”.
Las dietas “frías”, en cambio, son aquellas que tienen fibra de alta digestibilidad y una adecuada proporción de granos y concentrados proteicos “pasantes al rumen” que llegan “intactos” al intestino para ser digeridos en este sitio. Estas dietas deberían estar balanceadas en energía y proteína.
Otro punto a evaluar es la sombra (natural o artificial) y el uso de aspersores y ventiladores. Veamos esta experiencia:
En producción de carne, se han obtenido, en el campo de la familia Chiatellino, en la localidad de Bonifacio, partido de Guaminí, más de 300 gramos/cabeza/día con novillos que tuvieron acceso a sombra natural de eucaliptus y agua fresca, que también estaba a la sombra, respecto de los animales que no tenían acceso a la sombra.
En la producción lechera, para amortiguar las altas temperaturas, se debería emplear sombra artificial o natural junto con ventiladores y aspersores. Además, poner algún tipo de sombra donde se ubican los comederos y bebederos.
En las zonas donde predominan altas temperaturas mayores a 35 grados se aconseja también colocar grandes ventiladores bajo tinglados abiertos o media sombra donde los animales descansan y comen.
En tanto, en los corrales de espera, previo al ordeño, el mejor resultado se logra cuando se combina una aspersión, unos 30 segundos seguida de ventilación, de cuatro a cinco minutos repetidos cada 30 o 45 min, mientras que estén las vacas en estos sitios.
Por cada 0,5 l de agua que se aplica sobre el animal se puede disipar 255 kilocalorías de calor corporal. Para que ello ocurra, el tamaño de gota debe variar entre tres a cinco milímetros así el agua puede atravesar el pelo y llegar al cuero. En cambio, si las gotas de agua son de menor tamaño (neblina) se puede producir una impermeabilización de esa zona, lo que no permite que se irradie el calor interno del animal al ambiente.
Acceso al pastoreo
Otro ítem clave es el acceso al pastoreo o comida en los comederos durante la noche. En diferentes trabajos de investigación se determinó que con clima templado frío los vacunos pueden comer hasta el 30% del total de la comida durante la noche y en el verano con mucho calor (más de 32 grados) hasta el 60% de la comida en horas nocturnas.
Por lo tanto, en los meses del verano es clave que los animales tengan acceso a comida “fresca”, en calidad y cantidad durante toda la noche, ya sea pastoreo de forrajes frescos (pasturas o verdeos de verano) o que haya comida fresca en los comederos (engorde a corral) suministrada al final de la tarde. De esa forma, se podrán sostener altas producciones de carne o leche.
En cuanto al consumo de agua, hay que tener en cuenta que está vinculado con la raza, actividad y categoría animal. En leche y en otoño-invierno-primavera, en la región pampeana una vaca puede tomar entre 3 y 3,5 litros de agua por cada kilogramo de alimento seco. Una vaca que produce entre 35 y 40 litros de leche/día puede consumir por día entre 20 y22 kg de alimentos secos (balanceados energía-proteína) y en esa época puede consumir entre 60 a 70 litros de agua/vaca/día.
En tanto, el ganado de carne con buenas ganancias de peso y estado corporal, en esa misma época, puede consumir de 2 a 2,5 l de agua por kilo de alimento seco, es decir, una vaca de cría puede consumir entre 20 a 25 liltros de agua/vaca/día y un novillo de 380-400 kg entre 25 a 30 l de agua/novillo/día.
Tanto en leche como en carne, en el verano y en la región pampeana, los consumos de agua aumentan entre un 30 y un 50 por ciento. Esta situación se agrava aún más en la región más cálida del norte argentino.
Si no se suministra agua “fresca” de calidad y en la cantidad suficiente, no se lograrán esos consumos de alimentos seco y, por ende, tampoco se obtendrán las máximas producciones de carne o leche.
Por último y como manejo preventivo se deben evitar los arreos, trabajos en los corrales o que los animales hagan grandes desplazamientos en los horarios de mayor incidencia de estrés calórico. Los mismos deben hacerse temprano en la mañana o a la tardecita.
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El autor es doctor en Ciencias Veterinarias especializado en Nutrición Animal de INTA BORDENAVE. Centro Regional Buenos Aires Sur (CERBAS). afmayer56@yahoo.com.ar
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