La publicación del Ministerio de Agricultura de la Nación sobre el porcentaje en baja de ingreso de animales en los corrales de engorde, conocidos como feedlots, sobre el movimiento total de animales con destino a invernada permite confirmar que el aumento de los precios de la carne vacuna a los consumidores argentinos no tiene relación con las exportaciones, tal como sostuvieron hasta el cansancio los representantes de la cadena de las carnes ante los más altos funcionarios de Gobierno.
Una vez más, la información permite confirmar que dicho aumento se generó por la caída en los ingresos de ganado en la última etapa productiva antes de la faena que genera entre el 25 y el 30% del total kg vivos a faena y este por la significativa suba de precios de los granos a nivel internacional y, en particular el maíz, alimento base en la mencionada etapa.
Para que se comprenda con claridad estas afirmaciones se presentan dos gráficos que muestran los comportamientos desde enero de 2019 hasta junio pasado:
- Relación entre precios de la carne al consumidor en moneda constante ajustados por IPC nivel general y el porcentaje de ingreso de animales en feedlots sobre el total del movimiento de animales con destino a invernada.
- Relación entre el porcentaje de ingreso en feedlots y el precio de la tonelada de maíz, pizarra Rosario, en dólares por tonelada
Ambos gráficos muestran la relación directa entre el ingreso de animales a corrales de engorde, cuyos periodos de engorde promedian entre 3,5 y 5 meses, el precio de la carne al consumidor y el costo del alimento, en este caso basado en el valor del maíz. Cabe aclarar que el alimento participa entre el 85 y el 90% de los costos directos de los feedlots.
Las curvas de ambos gráficos muestran que la fuerte suba del maíz generó pérdidas de rentabilidad en los feedlots, cómo esto afecta el nivel de ingreso de ganado en este sistema y, finalmente, cómo se afectó la posterior oferta de ganado y los precios de la carne al consumidor, que privilegia los animales jóvenes y livianos producidos en feedlots y no la carne que mayoritariamente se exporta, originada en animales de mayor tamaño y vacas de descarte productivo.
Hay que aclarar que esta situación le fue anticipada al Gobierno por representantes de la Mesa de las Carnes en el mes de octubre del año pasado. El Gobierno no puede negar que conocía el tema porque esa fue la razón por la que intentaron desacoplar aún más los precios internacionales del maíz al intentar cerrar sus exportaciones en enero pasado, que luego retrotrajeron.
Es tan claro que las exportaciones no son la causante de la suba del precio de la carne vacuna al consumidor y que dicha medida solo ha generado perjuicios. Su continuidad solo puede entenderse por la ceguera que genera la necesidad eleccionaria de echar la culpa a terceros de su propia incompetencia de implementar soluciones ante problemas anticipados aun a costa de generar problemas donde los sistemas funcionaban adecuadamente.
El autor es consultor ganadero
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