En Ayacucho, el productor Marcelo Gianoli sufrió la pérdida de un animal que antes de la restricción para vender al exterior tenía una buena colocación en China
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Poco le queda de esperanza al productor ganadero de Ayacucho, Marcelo Gianoli, luego de que dos días atrás se muriera en su campo una vaca conserva, un animal que cumplió su ciclo productivo, tiene una carne que no es de consumo local masivo pero venia con una buena colocación en China, mercado hoy que no puede comprar más del 50% por el cepo del Gobierno.
Gianoli tenía tres vacas de este tipo. Una la vendió en una feria hace unas semanas y ahora, tras la que se murió, le queda la última en el establecimiento productivo.
A pesar de haberle dado ración de manera permanente y levantado varias veces del suelo con un arnés que él mismo fabricó, la vaca no aguantó y se murió en el campo. En 65 hectáreas alquiladas, Gianoli tiene un rodeo de 240 animales donde hace ciclo completo de manera intensiva.
Si bien tiene otras vacas que son manufactura y “que pueden aguantar un poco más”, solo le queda una vaca conserva para cuidar que la llevó a la manga y espera poder venderla pronto en un próximo remate, como lo hizo con “Camporita”, la otra vaca.
“Me niego a que se me muera otra en el campo. Paso el invierno a duras penas. Con ración de fardos de alfalfa, que me sale $400 diarios, y agua, la tengo en la manga para moverla lo menos posible hasta conseguir que se venda. Cuando esto suceda, solo rezaré para que logre subir al camión y llegue viva al la feria”, dijo a LA NACION.
En este contexto, el productor describió que tampoco la angustia se acaba cuando el animal llega a la feria y se descarga en un corral. “Si antes la vaca se moría, la responsabilidad era del comprador desde que el consignatario bajó el martillo; ahora el productor es quien tiene que asumir el riesgo hasta que la vaca suba al camión del frigorífico: vaca que se muere antes no te la pagan”, alertó.
Camporita, la vaca que logró torcer el cepo
Dos meses atrás, Gianoli había dedicado a una vaca conserva de su rodeo una suerte de payada campera en su cuenta de Facebook, donde buscó ilustrar el triste final de “Camporita”, a la que apodó en referencia al nombre de la agrupación kirchnerista.
“La que vendí es Camporita. Tenía solo 252 kilos cuando llegó a la feria. Le di ración de maíz por tres meses para mantenerla en pie y solo en comida gasté $10.800. Me pagaron $65 por kilo, unos $16.380 totales, a los 37 días”, detalló.
“Pero también fue difícil conseguir algún comprador que la quiera porque nadie busca hace tres meses vacas conserva. Al no ser una categoría que se consume en el mercado interno, ya nadie la compra y su precio se vino abajo“, añadió.
El productor contó que, además, afrontó los costos de flete hasta donde se realizó el remate. “Si bien estoy a menos de un kilómetro de la feria, la vaca no iba a aguantar viva el viaje por arreo. No quise ni sacar las cuentas porque si no las tengo que dejar morir y eso me da una lástima enorme”, se lamentó.
Con sus 56 años y mucha impotencia encima, insistió que la vaca conserva es una categoría de animal que no se come en el país y que sí tiene una fuerte demanda en China y Rusia. “Si uno anda por las rutas, va a entender de lo que estoy hablando: cientos de vacas muertas y tiradas en los potreros porque sus dueños no tienen manera de venderla y darle ración no conviene. Es una lástima y un desánimo ver esta realidad, porque la están convirtiendo en alimentos para los caranchos en lugar de que sean parte de la dieta de rusos y asiáticos”, cerró.
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