Según el nuevo presidente de la Cámara Argentina de Feedlot (CAF), Fernando Storni, tras dos años difíciles para la actividad, los números se acomodaron, aunque persisten incertidumbres
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Aunque con un presente un poco más benévolo que desde hace dos años atrás, el escenario a futuro que enfrentan los engordadores vacunos está repleto de preguntas. Si bien hoy existe un margen bruto positivo, la actividad se mueve en un escenario de turbulencias: alza inflacionaria constante; con la invernada, su materia prima principal, que no cede en valores y; con su insumo primordial, el maíz, con muchas incógnitas.
Con este contexto, el nuevo presidente de la Cámara Argentina de Feedlot (CAF), Fernando Storni dio detalles de cómo es la actualidad del sector, donde cada vez, para que los números cierren, se debe afinar más el lápiz.
El pasado 28 de abril, en una nueva asamblea anual ordinaria de socios, la CAF renovó autoridades para el período 2022/2023 y además de elegir a Storni como presidente, el anterior titular de la institución, Juan Eiras, lo secundará como vicepresidente.
“Venimos desde el 2020 con un arrastre de varios periodos muy complicados, donde la relación de compraventa de la hacienda ocasionó que los márgenes de la actividad sean escasos, que haya una gran descapitalización en muchos establecimientos, donde las empresas no alcanzaban a reponer lo que vendían y, sobre todo, una enorme desinversión principalmente en infraestructura, que conlleva a tener mayores costos de mantenimiento”, dijo a LA NACION.
La actualidad cambió positivamente, destacó Storni, aunque muchas compañías quedaron en el camino, sin poder sobreponerse a esos años de eternos cimbronazos de la macroeconomía. Hoy, los establecimientos más eficientes y profesionalizados tienen un margen bruto de $2000 por animal.
Según el último informe de la entidad, hay solo un 58,5% de ocupación, con la salvedad que ese porcentaje desciende al 34% cuando se habla de establecimientos con menos de 2000 cabezas de encierre.
Las causas de por qué no se incrementa esa capacidad instalada en los feedlots tienen que ver con la inestabilidad de la coyuntura no solo internacional sino también local. “Muchos de los que engordan, lo hacían con su propia hacienda pero ahora prefieren venderla e incluso otros que también hacen algo de agricultura y siembran maíz, con los valores del cereal y la inestabilidad del país, escogen comercializarlo así, en vez de transformarlo en carne”, remarcó.
Para el dirigente, si bien el precio del gordo hoy no es malo, el esquema de costos de la actividad pareciera no tener techo. A la inestabilidad internacional de las commoditties, por la guerra en Ucrania, y una incierta política económica local, se sumó la incertidumbre no solo por el valor del cereal en sí, sino por la cantidad con la que se contará debido a la última sequía.
Además, en el plano local, ante la imposibilidad de invertir o adquirir divisas los productores deciden quedarse con los terneros como reserva de valor, por lo que la hacienda se afirma más en plaza y conduce a una cría mayormente pastoril que da como resultado un retraso en el ingreso a los corrales y una ralentización de la producción.
CAF cuenta con alrededor de 200 asociados con una capacidad de engorde de 1.100.000 animales.
Ante esta falta de reglas a largo plazo, el empresario contó que hay horizontes dispares de las diferentes empresas del sector.
“Existen visiones y decisiones desparejas en las compañías porque cada interpreta y analiza el negocio desde su perspectiva. Algunos convalidan los precios de invernada e insumos en función de una expectativa de futuro con respecto al valor del precio del gordo, y otros no pueden o no desean hacerlo”, puntualizó.
En cuanto a su mirada sobre las políticas intervencionistas del Gobierno en los mercados, señaló que “no es virtuoso” para el sector. “En un proceso como es la ganadería, donde se venía tratando de incorporar kilos a la hacienda, esto provoca que las expectativas de largo plazo que impactan a futuro empiecen a disminuir y se comience a no hacer inversiones y que se piense solo en el corto plazo”, aseguró.
Finalmente, analizando la oportunidad que tiene la Argentina para posicionarse como uno de los principales proveedores de alimentos en el mundo, en especial de proteína animal, sostuvo que no es un proceso sencillo pero que no hay que desaprovecharlo.
“Los países requieren productos cárnicos de alta calidad que tienen un alto valor que nosotros podemos proporcionarlos. No es fácil porque uno al generar esos negocios debe ser confiable y sostenible en el tiempo. Eso es clave. Es ahí donde está el crecimiento potencial de la Argentina en su producción cárnica, en una mayor participación en las exportaciones, acompañado del abastecimiento interno”, finalizó.
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