A 14 meses del inicio del cepo a las exportaciones de carne vacuna, se confirman los resultados adversos tanto en el control de precios de la carne al consumidor, el lucro cesante por caída de exportaciones, la generación de puestos de trabajo como la falta de estímulos que genera en la actividad de la cadena de ganados y carnes. La resistencia a enmendar los errores y no liberar todas las restricciones no solo son innecesarias, sino que deberían llamar la atención de los responsables para que realicen las reparaciones necesarias.
La situación actual de la ganadería asegura el abastecimiento de carnes en cantidad y calidad, que posicionan a nuestros consumidores en el liderazgo del consumo mundial de proteínas animales, alcanzando los 120 kg de carnes por habitante, y año cuando se incorpora al pescado.
Cuando se menciona que cayó el consumo de carnes, solo se menciona de manera parcial e inexacta la realidad. Hoy los argentinos, con una población ajustada por el último censo en 47,3 millones de habitantes, accedemos al consumo de 49 kg de vacuna, 48 kg de pollo, 16 kg de cerdo, 2 de ovinos y caprinos a los que se suman 7 kg de pescados y mariscos. Por ello, seguir argumentando que para proteger la mesa de los argentinos es necesario poner restricciones a las exportaciones carece de realidad y fundamento alguno.
Por el contrario, mantener restricciones no solo desestimulan la producción, sino que priva a la argentina de generar divisas imprescindibles para la deteriorada economía y limita la generación de puestos de trabajo, posiblemente los puntos de mayor trascendencia en la actualidad. Para que se comprenda los aportes más importantes de la cadena pecuaria, basta mencionar que genera 717.000 puestos de trabajo y más de U$S 24.000 millones de facturación a salida de plantas procesadoras.
En el siguiente gráfico se puede ver la evolución de los precios vinculados a la ganadería vacuna desde el 20 de mayo del año pasado, cuando se inició el cepo exportador hasta la actualidad, habiendo transcurrido 14 meses tiempo suficiente analizar los resultados de la medida.
A lo largo de este período, la evolución del IPC (índice de precios al consumidor) con una estimación del 8% para el mes de julio, subió el 82,4% mientras que el precio promedio de la carne vacuna al consumidor lo hizo en el 73% y el valor del ganado medido por el índice de Novillos del Mercado de Liniers, lo hizo apenas en un 48,1%. Una desvalorización y desmotivación para la cadena de ganados y carnes que en nada justifica el magro aporte al consumidor y que de persistir generara caídas futuras de oferta, algo que hemos visto en innumerables oportunidades.
En este periodo dejamos de exportar en promedio 12.400 toneladas menos por mes que, a un promedio para los 14 meses mencionados de 4080 U$S/t en equivalente res con hueso, implicaron una pérdida directa, sin considerar otros perjuicios, de más de U$S700 millones. Si se incluyen otros perjuicios adicionales, la cifra supera los U$S1000 millones.
Considerando los cambios en la conducción del Ministerio de Economía, Producción y Agricultura y Ganadería, directamente involucrados en la errónea decisión, es importante que los nuevos responsables dejen de lado prejuicios inexistentes, analicen con racionalidad lo ocurrido y resuelvan liberar de inmediato todo tipo de restricción a las exportaciones que, lejos de ser un problema, representan una verdadera contribución a la economía, el trabajo y el bienestar de toda la sociedad.
El autor es consultor ganadero
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