Omaguaco nació en la Puna jujeña hace dos años con el objetivo de trabajar con las comunidades rurales y ofrecer herramientas a los pequeños productores de economías regionales para revalorizar su cosecha y disminuir el descarte agrícola a partir de energías renovables. En 2020 espera producir 35 toneladas de alimentos y, este año, entregará 66 deshidratadores solares de barril más horno solar que construyen con tanques que, hasta hace un tiempo, iban a la basura.
Francisco Milhas, impulsor del proyecto, contó a LA NACION que en 2017 ganaron el premio Innovar de la Fundación Invap y lograron financiamiento y asistencia técnica para la construcción de los deshidratadores solares a partir de tachos de 200 litros que deshecha la empresa Ledesma que fabrica jugos en Jujuy .
Su costo final es de unos $1200 e integran un colector tipo horno solar concentrador, realizado en medio barril con interior de acero inoxidable que refleja los rayos solares concentrando el calor en su eje principal. El aire circula entre las bandejas y es extraído arrastrando la humedad por un molino de viento tipo eje vertical.
"Capacitamos a comunidades y jóvenes egresados de escuelas técnicas que, en general, son familiares de productores. La idea es que ellos, terminada la carrera, se lleven una herramienta para un microemprendimiento en sus localidades", indicó.
Con el deshidratado solar pueden aprovechar restos de las producciones de la economía regional, como maíz morado, quinoa, yacón, chía, verduras.
Omaguaco está inscripta como marca colectiva, de red, y cuenta con el registro nacional de elaboradores de alimentos. Quienes le quieran vender lo deshidratado pueden hacerlo o inscribir su propia marca. "El último tramo de la producción se hace en nuestro establecimiento; les compramos a ellos y les damos sostenibilidad", agregó Milhas. De la red participan productores de toda la Puna, tanto de Jujuy, como de Salta y Catamarca .
"Buscamos posicionar al agroalimento andino procesado con energía solar y, a la vez, contar con un impacto sostenible en el desarrollo medioambiental y económico reaprovechando el cultivo de descarte", agregó. A la vez, rescatan recetas ancestrales y se generan oportunidades laborales y de inclusión social.
La línea de productos de la marca incluye siete sopas (de vegetales y granos andinos; de humita; locro; de pimientos y verduras); escabeches de porotos (tienen un acuerdo con el Banco de Alimentos donde Omaguaco agrega verduras deshidratadas y especias); granolas y unos turrones que tiene la novedad de sumar a los cereales y las frutas, zanahoria y remolacha.
Por ahora, la comercialización es en la Puna, los Valles Calchaquíes , Salta y Jujuy. "En la zona tenemos 2,5 millones de turistas, es un mercado muy interesante y más práctico en términos de logística para nuestro emprendimiento. No tenemos espalda suficiente para llegar y pelear en las góndolas, por ejemplo, de Buenos Aires", apuntó Milhas.
Entre los planes -con contactos en marcha- está sumar el catering a empresas que trabajan en destinos remotos y que buscan alimentos para sus empleados.
Las estimaciones de Omaguaco apuntan que en el país se descarta alrededor del 30% de la producción agrícola. Y de las 600.000 hectáreas de agricultura familiar unos 180 millones de kilos de hortalizas van a la basura que, con los deshidratadores solares, se pueden convertir en 720 millones de platos de sopa.
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