Según datos oficiales publicados por la Secretaría de Agricultura y el Indec, en agosto pasado cada uno de los 47,3 millones de argentinos consumimos, en un proyectado anual, 55,2 kg de carne vacuna que sumadas a las otras carnes habríamos alcanzado un estimado anual de 120 kg de carne por habitante y año o su equivalente de 325 gramos equivalente res por día.
En la última década, la oferta de proteína cárnica jamás estuvo en riesgo; ni siquiera en los momentos de menor oferta cayó por debajo de los 110 kg por habitante año, ubicándose como el segundo mayor consumidor de carne del mundo, detrás de los EE.UU.
Este año y hasta el mes de agosto, las exportaciones de cortes enfriados y congelados llevan acumulado un promedio de 64.500 toneladas mes equivalente res con hueso, cifra que no computa las exportaciones de hueso de despostada porque distorsiona el cálculo del consumo interno.
Esta cifra expone con claridad que, en función de las mejoras significativas en la productividad del rodeo argentino, confirmadas por los últimos datos de vacunación publicados por el Senasa y los publicados por Agricultura respecto del incremento de los pesos de faena, permitirían elevar el volumen exportado sin riesgo alguno para la mesa de los argentinos, en no menos de 15.000 toneladas equivalentes res con hueso mensuales.
Dicha cifra, multiplicada por el valor promedio exportado el último mes, implicarían un ingreso adicional genuino y directo cercano a los US$110 millones mensuales o su anualizado de US$1320 millones. Reitero, de dólares genuinos para los que no deben generar nuevos tipos de cambio o estímulos con costos para el fisco: solo requiere liberar las trabas formales e informales para las exportaciones de carne existentes a la fecha.
Restricciones
Por formales me refiero a las restricciones a la exportación de siete cortes que han dado en llamar “populares” y que hoy cuesta vender en el mercado interno para todas las categorías de ganado con excepción de las vacas manufactura y conserva (tipificaciones DyE) y los toros.
Cuando me refiero a las informales hablo del “cupo administrado”, volumen que no queda registrado públicamente en ningún sitio al que se pueda acceder y a través del cual sin ningún tipo de reparo se favorece a algunos en detrimento de otros. Mecanismo a través del cual pierden los excluidos, la producción ganadera y el país en su conjunto. Dicho sea de paso sería muy loable que se publiquen las exportaciones del “cupo administrado” por empresa y así despejar todo tipo de especulaciones acerca de un manejo poco transparente.
No hubo ni hay riesgo alguno de afectar la mesa de los argentinos, no hubo ni habrá beneficios de precios a los consumidores, no hubo ni habrá riesgo en liquidación o disminución de los rodeos que afecten la oferta futura, ni hay razón alguna para que, en las circunstancias apremiantes de faltante de dólares para toda la economía, se siga sosteniendo una limitación que afecta a todos los argentinos por igual.
Seguramente tienen temas más importantes o acuciantes que atender, pero evalúen el beneficio de contar con un adicional de US$1320 millones anuales, agregado de valor con incremento de puestos formales de trabajo de calidad y estimulando fuertemente a la producción y la oferta futura.
El autor es consultor ganadero
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