En 2020 las exportaciones aumentaron en volumen, pero cayeron en precios; la diferenciación por marca es la nueva meta
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La Argentina es, en buena medida, identificada en el mundo por sus carnes y por sus vinos. En el 2020 las exportaciones de ambos productos crecieron en volumen pero cayeron en precios; para este 2021 la perspectiva es de una estabilización en las cantidades. China, el primer destino de las carnes, no seguiría incrementando las compras y el desafío es avanzar en mercados de más poder adquisitivo. En el caso de los vinos, las ventas afuera a granel -valor promedio por litro, 25 centavos de dólar- subieron mucho más que las de embotellado, que tiene un costo medio de 3,5 dólares y no sólo dinamiza a la industria sino que también significa exportación de marca.
Para las exportaciones de carnes, el 2020 fue positivo en volúmenes porque se pasó de 840.000 toneladas anuales en 2019 a 910.000, pero en términos de valor cayó de US$3400 millones a US$2800 millones. “Perdimos rentabilidad, productividad y competitividad en el mercado internacional”, apunta Mario Ravetino, presidente del consorcio de exportación ABC y vicepresidente del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva). Explica que la pandemia de coronavirus hizo que se retrotrajeran los precios; en China cayeron alrededor de 30% y la Unión Europea -un destino de más valor- la tonelada de cuota Hilton rondó los US$10.000 frente a los US$12.000 promedio de años anteriores.
Con la pandemia todavía impactando en muchos mercados, tanto la oferta como la demanda de carne se presentan inestables. El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, en sus siglas en inglés), asegura que la producción mundial de carne vacuna aumentará un 2%. Respecto de la Argentina, calculó que vendería afuera 775.000 toneladas, apenas por debajo del 2020.
En los últimos años el país priorizó las exportaciones a China -un mercado de crecimiento vertiginoso- y Europa perdió participación; las ventas a ese destino son básicamente al sector gastronomía (que en 2020 operó a media máquina por el Covid-19). Uruguay, Nueva Zelanda y Australia compiten en calidad con los envíos argentinos y Brasil está ingresando con precios más bajos. Ravetino admite que hay posibilidades de crecer en los segmentos que más valoran los clientes de más poder de compra: “Todo lo que sea diferenciación por trazabilidad, sanidad y condiciones de medio ambiente son mayores oportunidades”.
Entre los nuevos destinos a conquistar aparece Japón que sólo habilitó el ingreso de carnes patagónicas ya que al sur del paralelo 42 es zona libre de aftosa sin vacunación. “El ingreso a ese mercado es muy importante; claramente exigen calidad y pagan más”, define Ravetino.
Desde el Ieral, el economista Nicolás Torre apunta que Singapur y algunos países árabes abren chances; enfatiza que los mayores exportadores del mundo coinciden en tener como clientes mercados de bajos ingresos. “China hoy representa tres cuarto de las colocaciones de divisas por carne -agrega-. Es cierto que siempre es mal vista la alta concentración por la vulnerabilidad que eso implica, pero también lo es que en la actualidad no hay mucho margen para nuevos destinos”.
Prevé que las compras chinas no continuaría la tendencia creciente de los tres años previos en los que, la demanda de mayores cantidades de proteínas, coincidió con que usaron la carne de vaca para complementar la porcina por la crisis que atravesó ese sector: “Las perspectivas para la cadena son relativamente buenas, mucho dependerá de que no haya malas señales desde el Gobierno, como limitar las exportaciones porque en esos casos se empieza ofreciendo más carne pero a los dos años hay menos por restricción de vientres”.
Daniel Urcía, presidente de la Federación de Industrias Frigoríficas Regionales Argentinas (FIRA), no ve problemas de oferta ganadera para abastecer mercado interno y externo; respecto a la demanda externa la hay pero de “menos valor”. China “estabilizó” las compras, por lo que el volumen no aumentaría y los precios rondarían los mismos valores del 2020. Los mercados de calidad están condicionados por la pandemia. Estima que las exportaciones girarían entre 700.000 y 900.000 toneladas este año y el consumo interno seguiría cerca de los 50 kilos, con una oferta “suficiente” para atenderlos. Advierte que hay que estar atentos a los destetes de cara al 2022 porque podría afectar la oferta más adelante; en el stock hay más novillitos.
Para el Ipcva el gran desafío del sector sigue pasando por controlar la informalidad; la evasión calculada es de unos US$1000 millones al año y alcanza a todos los eslabones. “Hay que resolverlo para acoplarse al resto del mundo”, dice Raventino y ratifica que hay que avanzar hacia el cuarteo -solo Paraguay y Argentina usan la media res- porque abarata el precio y permite la trazabilidad.
Vinos: menos precios
La Argentina fue uno de los cuatro países que aumentaron las exportaciones de vinos en 2020, junto con Italia, Nueva Zelanda y Portugal. Según los últimos datos publicados por Observatorio Español del Mercado del Vino, para el vino fraccionado argentino los principales destinos fueron Estados Unidos (523.136 litros), Reino Unido (281.817) y Brasil (241.989). Los fraccionados sin mención varietal se exportaron 18,2% más interanual. En cuanto al vino a granel, los principales compradores fueron China y España, países a los que se exportaron 367.573 litros (207% más interanual) y 357.023 litros (451,8% más), respectivamente.
Francisco Do Pico, vicepresidente de Bodegas Argentinas, la cámara empresaria que reúne a las principales bodegas del país, señala que el 90% del valor de las exportaciones viene por el embotellado, que en promedio aporta unos US$700 millones cada año. El 2020 fue el tercero consecutivo en que crecieron las ventas a granel, lo que se debe a que había stock y por lo tanto los precios cayeron.
Para el economista Jorge Day la situación es compatible con cosechas normales en la Argentina que convivieron con la baja de consumo interno y malas cosechas de competidores. Para este año, espera que se exporte menos porque bajó el volumen acumulado y “está más caro”.
Las exportaciones a granel “aparecen y desaparecen”, grafica Do Pico ya que depende de factores que no controlan los vendedores. Las ventas de vino embotellado llevan una década de estancamiento en torno a los 200 millones de litros anuales: “Hemos sabido mantenernos y es improbable que caigan; son mercados más difíciles de conquistar, que requieren de un trabajo arduo, de inversión en marcas pero que duran más”, afirma. La Argentina recuperó algo en el escalón más bajo de precios, donde podría seguir creciendo.
Los vinos nacionales de exportación se venden a un precio promedio en góndola de US$10, mientras que el 75% del consumo se ubica en torno a los US$ 6. Par Day las operaciones de las bodegas boutiques están muy condicionadas por el tipo de cambio ya que se trata de un “negocio de márgenes”. Señala que tuvieron un buen ciclo entre 2003 y 2007, con un dólar caro y, en cambio, entre el 2013 y el 2017 se les hizo más difícil. Do Pico complementa con que entre el 2010 y el 2018 el país tuvo que ceder participación en vinos varietales en el nivel de entrada del consumo (a precios locales serían unos $200). El directivo de Bodegas Argentinas cree que el potencial argentino es grande porque aunque es el quinto productor del mundo es de los menos internacionalizados entre los grandes países vitivinícolas.
Aunque el país no avanzó en acuerdos comerciales de bajas de aranceles, acciones de otros lo beneficiaron indirectamente: Estados Unidos se los elevó 25% a los vinos franceses, españoles y alemanes y China se los impuso a los australianos. “Son medidas que nos nivelan la cancha, queda hacer el trabajo propio para ingresar a China, Corea, Japón y México donde los aranceles son altísimos; post Brexit el Reino Unido emparejó la situación de los europeos con los argentinos, pero los chilenos, sudafricanos y australianos siguen entrando sin pagar”, acota Do Pico.
Sergio Villanueva, vicepresidente de la Unión Vitivinícola Argentina, coincide en el amesetamiento de los últimos años en las ventas de vinos embotellados aunque destaca que el año pasado subieron 6% “lo que no es poco en un mercado maduro”. Apunta que el producto argentino “generó una imagen de calidad y de diversidad que es apreciada; en el largo plazo hay buenas perspectivas”. El objetivo de US$1000 millones de operaciones en ese segmento le resulta “bueno y alcanzable; hay potencialidad. Hay que buscar el equilibrio entre que el productor se remunere y el bolsillo del consumidor compre”.
El Gobierno decidió una duplicación de reintegros a la exportación de vinos que pasaron de 3,5 a casi 7%, pero hace unas semanas se aumentaron las retenciones que subieron de $3 por dólar a 4,5% (en función del dólar oficial implica más o menos un alza de un punto porcentual). En esa dinámica, el sector terminó 2,5 puntos porcentuales mejor que en 2019. Desde la industria entienden que es “fundamental eliminar” las retenciones para seguir creciendo en vinos embotellados, donde los márgenes son “estrechos”. Los reintegros están “en un muy buen nivel, pero hay muchos meses de atrasos en los pagos”.
Experiencia boutique
La bodega Veralma –instalada en Tinogasta, Catamarca- produce 300.000 litros de vino al año y destina el 30% a desarrollar nuevos mercados en el exterior. Los destinos objetivos son Estados Unidos, Brasil, Uruguay y Paraguay. Hace unos años exportaron un contenedor completo a China y aseguran que “continúan poniendo esfuerzo para consolidarnos allí”.
El 2020 fue un año de cambios con una renovación completa de la propuesta de valor de los vinos desde la presentación a una mejora en el proceso de elaboración. “El esfuerzo estuvo en el relanzamieto pero generamos los primeros intercambios comerciales ya con la nueva imagen con Brasil, Uruguay y Paraguay, mercados que aprobaron las muestras”, indican.
La empresa interpreta que su línea Seismiles tiene características “ideales” para captar clientes externos, sobre todo en los tintos por su “intenso color” y una “concentración polifenólica intensa y persistente; son de gran cuerpo”, según define el enólogo de la bodega Santiago Palero. “Expresan de manera franca las características del terroir; son agradables al beber y transmiten todos los atributos de una nueva zona vitivinícola emergente en el país”, agrega.
Producir vinos en Catamarca, señalan, implica reconfigurar el mapa de la vitivinicultura argentina ya que “desafía sobre todo a los terroirs más conocidos e invita a seguir descubriendo” Argentina. Tinogasta es un valle protegido la cadena montañosa Seismiles.
Datos relevantes
- La producción de carne bovina creció durante el 2020 al igual que las exportaciones, en cambio el consumo interno retrocedió levemente. Se vende afuera aproximadamente 27% de la producción, según datos de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo (Fada).
- China representó el año pasado tres cuartas partes de la generación de divisa por la exportación de carnes que, en total, fueron unos US$2700 millones. Hoy el destino implica una alta concentración por lo que, a la vez, deja a la Argentina en una situación de vulnerabilidad frente a una caída de demanda.
- En la comparación de los valores locales de la hacienda con los de la región se observa una importante convergencia en los últimos meses, lo que sugiere que, al menos en moneda dura, no quedaría mucho más margen para que los valores sigan escalando, más en un contexto donde el sector exportador paga más impuestos que sus pares.
- Las exportaciones de vinos argentinos alcanzaron en 2020 los 395 millones de litros, el 26,7% más interanual. Es el volumen más alto de los últimos 12 años, según los datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV). Los fraccionados sin mención varietal se exportaron 18,2% más.
- Del total exportado el año pasado, 202 millones de litros correspondieron a fraccionados y 193 millones a granel, lo que representó un incremento interanual de 5,7% y 59,8% respectivamente. La Argentina fue uno de los cuatro países en los que crecieron las ventas afuera; los otros son Italia, Nueva Zelanda y Portugal.
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