Los lectores estarán saturados de noticias respecto de los Derechos de Exportación (DEX), comúnmente mal llamados “retenciones”, pero es necesario -siendo del interior- resaltar los daños que este impuesto genera a la producción.
Los DEX son impuestos nacionales que gravan directamente a la facturación de mercaderías que salen al exterior. Son ingresos para el Tesoro Nacional, y se impusieron hace dos siglos de manera “temporal”, por lo cual siempre existió este gravamen regresivo y distorsivo. Algunos gobiernos lo usaron pretendiendo corregir desajustes de distintos tipos de cambio, otros para financiar la industria nacional, otros con la errónea idea de que así se tendría una mesa más barata para los argentinos, y los peores para pagar los costos de la corrupción.
Lo cierto es que ha tenido una finalidad centralista, y en los últimos 20 años la mirada de los DEX fue puesta prácticamente solo en el agro, con una recaudación de 200.000 millones de dólares.
El Gobierno pretendió en la Ley de Bases subir estos impuestos, llevando la alícuota a 15%, y luego ante el desacuerdo reinante de muchas organizaciones, legisladores y gobernadores, decidió retirar esta idea. La intención era lograr un monto extra por 2000 millones más para sumar a su caja. Evidentemente quien hizo este cálculo, no conoce el funcionamiento del mercado, y se olvidó que Argentina no es formadora de precios, está inserta en un mundo globalizado cuyos valores los pone el mercado, y este no se banca 15% de aumento. La consecuencia es doble: no se exporta, por ende no se reciben divisas; y no se produce, entonces tampoco se recaudan impuestos.
Debemos recordar que hoy el Estado recauda anualmente por DEX más de 8000 millones de dólares (aportados por el sector agroindustrial) , con un daño colateral que todavía no se percibe. Este dinero año a año podría contribuir a más inversiones en todo el territorio argentino, estimando un crecimiento de 80.000 puestos de trabajo anuales, el Gobierno percibiría por IVA (impuesto al valor agregado) unos 1040 millones dólares, en contribuciones sociales, 208 millones dólares, y a esto sumar Ganancias, tasa comercial en municipios, e ingresos brutos en provincias.
Ejemplo
Para graficar este potencial quiero comentarles la reciente visita a dos empresas, una pequeña con 160 empleos, donde la familia (dos hermanos y una cuñada) dirigen una firma de más de 20 años, y otra grande, de más de 1100 empleados, con sedes en Brasil y Uruguay.
Mi primera impresión: la pasión que tienen los dueños con la idea de producir en la Argentina, con calidad, gente profesional, formando técnicos y dando valor agregado a toda la cadena.
Segundo, siendo del sector agropecuario, me doy cuenta de que muchas de estas empresas son proveedores claves de las herramientas que usamos, puede ser una bomba hidráulica de un tractor, o su piloto automático, o el chasis de una camioneta.
Lo triste es escuchar por parte del gerente de una de las empresas que en este momento preferiría llevar todo su negocio a Brasil; o de otro propietario de una pyme de Oncativo que está llevando la empresa al Paraguay.
Esto se debe a la situación angustiante provocada por: 1- el plan platita de Massa que dejó en default a los proveedores del exterior por 30.000 millones de dólares; 2- el impuesto país del 17% que encarece los costos; 3- alta carga impositiva; y 4-la falta de políticas de desarrollo.
Este combo perfecto está haciendo peligrar a gran parte del sector, al no poder importar se consume el stock, algunos ya no tienen mercadería para producir y otras fábricas están suspendiendo personal.
La globalización de la industria ha cambiado. Hoy la integración industrial se hace en lugares más cercanos. Estados Unidos está retirándose de China, necesita asociarse y desarrollar empresas proveedoras en la región. Brasil y México están aprovechando esta oportunidad. La Argentina se queda atrás por la falta de competitividad y estabilidad.
Como argentinos debemos entender de una vez por todas que se deben generar las condiciones necesarias para invertir en nuestro país, producir y exportar más. Estoy convencido de que no es con más derechos de exportación, el Estado debe convencerse que la mejor manera de tener más recaudación es con crecimiento, hace 12 años que el Producto Bruto Interno no crece, mientras los países vecinos de la región pasa lo contrario.
El Estado debe generar un programa inminente, con un plazo menor a seis años, de reducción total del impuesto a las exportaciones. Debe haber un ganar-ganar: menos DEX, más exportación, más trabajo, más recaudación.
Sigo con esperanzas que esta sea la política a implementar por este nuevo gobierno de la libertad.
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El autor es diputado nacional por Córdoba (UCR)