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Kevin Benavides, el Iron Man que se enfoca en la tercera estrella en el Dakar tras perder el conocimiento en un accidente
“No tengo miedo”, asevera el argentino que se recupera del grave accidente que sufrió en un entrenamiento en mayo; las razones para intentar una nueva consagración en motos
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Un accidente y un susto grande, de los que movilizan. Una recuperación que demanda tiempo, paciencia, pero que no doblega el espíritu aventurero. El 11 de mayo pasado, Kevin Benavides se entrenaba con su hermano Luciano en la pista privada de Mantillo Mx Park, de Rocunulla Adventure Land, en el kilómetro 1580 de la ruta Panamericana, Salta. Una de las últimas pruebas antes de encarar el Desafío Ruta 40, la cuarta y anteúltima fecha del Campeonato Mundial de Rally-Raid, enmarcó el impacto que, tres meses después, no aparece en la memoria del piloto bicampeón del Rally Dakar.
La caída generó zozobra en el motociclismo mundial y, aunque ahora es una anécdota, las lesiones en la cabeza hicieron temer por su vida; los dos días intubado, con pérdida de conocimiento, parecieron eternos en el entorno familiar. El despertar trajo alivio y, dos semanas después, Benavides entró a un quirófano para que le recompusieran el maltrecho brazo izquierdo. “Sé que me caí en una pista de motocross. Una caída fuerte, por lo que marca mi cuerpo y por cómo se rompió la moto. Pero no me acuerdo de nada. Me tomó tiempo reconstruir y entender la historia, armar cómo fueron los sucesos, pero siempre por boca de otros. Lo último que recuerdo es cuando me cambié, me puse el buzo y el casco, subimos a las motos y salí a entrenarme con mi hermano”, comenta el salteño, de 35 años, que sabe de caídas y golpes, pero también de recuperaciones, de levantarse y de regresar en grande, con la ambición de los que siempre corren los límites para escribir páginas de gloria.
“De las lesiones siempre pude volver rápido, pero ésta cuesta un poco más. La cabeza fue el gran problema, el gran riesgo. Una sensación rara: estaba arriba de una moto y después aparecí en una cama de hospital. El accidente no fue grave; fueron graves las consecuencias. No tengo miedo, siento que las cosas pasan por algo y estoy acá porque hay algo que tengo que seguir haciendo. Lo que más miedo me dio fue hacer sufrir a los que quiero. En lo personal lo tomo como a una caída: esto es caerse, recuperarse y levantarse para competir”, señala Benavides en una charla con LA NACION en el hotel Buenos Aires Marriott, a pocos metros del Obelisco.
Los accidentes más riesgosos le ocurrieron en entrenamientos, como si la concentración en las carreras resultara mayor. Un dato: al último Dakar, en el que terminó cuarto y fue el mejor representante de KTM, arribó con escasa práctica, porque un mes antes de largar en Arabia Saudita sufrió una fractura de peroné, en Estados Unidos. El 2023 lo castigó en el físico: en febrero, camino al Abu Dhabi Desert Challenge, se fracturó el fémur derecho, y en agosto se rompió una muñeca mientras se alistaba para el Desafío Ruta 40...
“Las lesiones son parte del juego. Nadie quiere tener lesiones, pero son un riesgo que está, y no es que porque me golpeé diga que no quiero seguir recibiendo golpes y que no corro más y me retiro. Soy consciente de lo que puede suceder y de que entrenándome se minimiza el margen de los accidentes, el riesgo de una caída. Muchas veces son fatalidades, cosas que pasan y que no se relacionan con la velocidad. Esta caída fue a baja velocidad, y si miró atrás, pienso que es de las peores que tuve, porque en otras sufrí alguna fractura y algún magullón, pero en ésta perdí el conocimiento durante un par de días”, expresa quien es fanático de los personajes de Marvel y tiene a Iron Man como su favorito.
“Quizás es el que más me representa porque sería lindo ser de hierro. Aunque ya un poco de eso tengo en el cuerpo”, comenta, con humor, sobre la cantidad de intervenciones quirúrgicas a las que se sometió. “Son días raros, pero hago de todo: gimnasio, sesiones con fisioterapeuta, cámara hiperbárica; me cuido en la alimentación... El trabajo siempre es exigente y por eso cada vez que tuve un accidente logré recuperarme rápido. No somos máquinas, pero trabajamos para que al momento de las lesiones éstas se sanen con velocidad”.
No hay una fecha de regreso; apenas probabilidades de retorno en 2024. “Extraño mucho subirme a la moto. Soy admirador de Messi, que en la última Copa América salió y se puso a llorar como un nene, y eso es lo que me pasa cuando no puedo subirme a la moto. El manejo no se pierde, pero la práctica ayuda a perfeccionar ciertos movimientos. Cuando me den el alta tendré que aprovechar al máximo ese tiempo arriba de la moto para estar preparado para la próxima competencia. Me encantaría estar en la última fecha del calendario, pero llegaría muy justo y además será en Marruecos, que requiere un movimiento que demanda tiempo para mí y para el equipo. De todas formas, si existe la mínima posibilidad, la intención es participar. No competir: participar. Y si no, será apuntar directamente al Dakar”, analiza Benavides, que un par de días atrás empujó una de sus motos, la encendió y condujo con una mano ante la mirada de Luciano. ”Sentí felicidad”, sonríe.
Sea Marruecos o el desafío del Rally Dakar lo que termine estando en el horizonte, ganar un nuevo Touareg ilusiona al piloto que se consagró con Honda en 2021 y con KTM el año pasado. “El tercer Dakar es un objetivo, como la tercera estrella mundial de la selección. Logré cosas que no imaginé diez años atrás, pero quiero seguir compitiendo porque me gusta sufrir las etapas, levantarme de madrugada... La adrenalina que generan el Dakar y el desierto es como una adicción, y para un piloto es básicamente todo: el Mundial es importante, pero todavía no tiene el peso del Dakar, más allá de que desde hace unas temporadas la carrera forma parte del calendario mundial. Todavía quiero seguir luchando, ganar y hacer historia... Y quiero seguir haciendo historia en las motos”, proyecta el futuro, con una férula en el brazo izquierdo.
La preparación para la victoria en el Rally Dakar 2023
En el horizonte aparece KTM, factoría con la que tiene contrato hasta diciembre de 2026. “Después del Dakar, no sé qué hay, pero ya lo vamos a averiguar. Sé que no puedo correr hasta los 50 años en motos de modo profesional, pero a la decisión quiero tomarla yo y no que me alejen. Puede ser otra categoría dentro del Dakar, dentro de las cuatro ruedas. Si tuviera que elegir, iría directamente al auto, pero entrar a un equipo oficial no es nada fácil. Ojalá se abra la puerta grande, y si no, tendremos que hacer la escalera con los prototipos, los SSV o en Challenger... No quiero apresurarme; llegará cuando tenga que llegar”, desliza, sereno, quien confía en sus fuerzas y se apoyó en la familia, la novia, los amigos para desandar un momento crítico a la espera de volver a competir.
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