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River campeón: Enzo Pérez llegó para cumplir un sueño y se convirtió en la bandera millonaria
La comida escaseaba de chico en su Mendoza, pero pasaron varios equipos, dos mundiales y unas cuantas vueltas olímpicas y hoy el polifuncional es un modelo en el club del que es hincha.
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Jugar en River era su sueño. Un legado de familia, siempre envuelta por la camiseta blanca con la banda roja. Enzo Pérez no toma las decisiones solo, pero cuando el club fue a buscarlo en 2017, resolvió con el corazón. Quería cumplir esa fantasía y sintió que era el momento de disfrutar lo que tanto había deseado. Los contratos de millones no lo conmovieron; tenía una meta que estaba más allá del dinero y el confort: jugar en el Monumental, emocionarse con la gente, disputar la Copa... Lo logró y tuvo varias yapas, porque su vida suma episodios impensados, como si estuviera regida por un fantasioso guion. El fútbol y el coraje hicieron que el hincha lo elevara a la categoría de estrella, de esas que conquistan los corazones. La aventura quizás comenzó cuando en el registro civil lo anotaron como “Enzo”, por Francescoli; el mágico viaje que compone generó que los chicos ahora lleven ese mismo nombre por él.
Volante central. Volante por la derecha. Arquero. Defensor central y aires de goleador... A los 35 años, nada detiene su marcha en River, más allá de esa luxación del codo izquierdo que lo margina de la competencia por 10 semanas. Ante Racing, era noche de gala, de fiesta, de conquista, de levantar un pagaré que inútilmente se le exigía al ciclo Gallardo y que el grupo, sin otro objetivo en el horizonte, saldó y con tres jornadas de anticipación. Otro recuerdo para su tarjeta de memoria, otra medalla para quien es el alma y el corazón del equipo y que jamás decepciona.
Tiene el fuego sagrado de los elegidos y saca a relucirlo. Para Enzo Pérez siempre el equipo está por sobre la individualidad. Por esa razón sabe ponerse el overol, cuando el escenario lo pide, y vestirse de frac para ensayar una jugada de área a área y anotar un gol. También brilla su inteligencia para tomar las lecciones que el recorrido le ofrece. Compartir camiseta y vestuario con Rodrigo Braña, Javier Mascherano y Leonardo Ponzio le forjó el temperamento y le marcó el orden. “Antes hablaba más con el árbitro cuando me hacían una falta para que le sacaran amarilla al rival. Ahora miro que el equipo no quede tan largo, porque un movimiento puede ayudar a mejorar”, apunta el mendocino, que una década atrás disfrutó de un referente único para el puesto y el camarín: Juan Sebastián Verón. “Estudiantes era un grupo de ganadores. Yo tenía 21 o 22 años y aprendí a escuchar a quien tenía una trayectoria grandísima. Lo escuchaba mucho y lo observaba más por cómo se manejaba dentro del vestuario, cómo hablaba, cómo se dirigía a los chicos y a los grandes. De los jugadores de los que más aprendí”.
Lecciones de fútbol y de vida que hoy, en su rol de referente, Enzo Pérez transmite a las nuevas generaciones. En préstamo en Defensa y Justicia, Enzo Fernández se ilusionaba con jugar al lado de él; hoy, cumple ese sueño y además comparte una vuelta olímpica. Julián Álvarez es la estrella que encandila y los gigantes de Europa envían emisarios cada vez que juega River y que lo hace la selección. “Le tocó vivir varios momentos en el club. Le tocaron jugar y también esperar. Ahí es cuando los que tenemos mayor experiencia tratamos de ayudar. Tiene el momento que vive por su cabeza, porque está enfocado en lo que quiere”, apunta quien como fanático de River espera con ansiedad qué decisión tomará Marcelo Gallardo, tras la finalización del contrato. El mismo DT que en la campaña no dudó de afirmar que “cada vez que Enzo está bien, el equipo juega bien”.
Para entender a Enzo Pérez hay que observar los tatuajes que tiene en su espalda, una síntesis de los ejes que lo movilizan. Un dibujo de la familia, su mayor logro; el escudo de River, su gran pasión; la Virgen de Luján, su devoción, y un Fiat 147, su primer auto. La tinta en la piel le impide olvidar de dónde vino y hacia dónde va. Un viaje que tuvo un punto de partida en Deportivo Maipú, de Mendoza; el ascenso de 2006 en Godoy Cruz; la final del Mundial de Clubes en Estudiantes ante Barcelona en 2009; los títulos en Benfica, de Portugal; los mundiales Brasil 2014 y Rusia 2018, en el segundo de los cuales dejó las vacaciones en Río de Janeiro para unirse al grupo tras una lesión de Manuel Lanzini; las múltiples coronas en River, entre las que se destacan las dos frente a Boca: Supercopa Argentina, en Mendoza, y la Copa Libertadores, en Madrid.
El repaso resalta la estrella de Enzo Pérez, que de chico entendió lo que es ganarse la vida para construir un futuro. Vivió en un garaje sin baño y en una obra en construcción, mientras su papá, Carlos –albañil–, trabajaba. No dudó de aprender el oficio y ayudar a pintar una puerta, retocar una pared. Escuchó a su mamá, Miriam, decir que no tenía hambre, y que tenía sueño y se iba a dormir, un “engaño” que escondía la falta de alimentos y el sacrificio para que él y sus hermanos, Tatiana, Franco y Nahuel, tuvieran un plato para repartirse. También vio a su padre vender la alianza de matrimonio para comprar comida y tuvo que ir a la panadería del barrio a mendigar si había sobrado algo. Aquellas experiencias lo formaron, lo hicieron crecer y le permitieron entender el lugar de privilegio que ahora ocupa.
“Jugar bien hoy en día no alcanza”, remarca Gallardo, para que los futbolistas sigan incorporando conceptos. Una idea que Enzo Pérez absorbió con Alejandro Sabella en Estudiantes. “Me dijo que, si quería seguir en esto y volverme profesional, para ser un jugador con su propia historia tenía que cambiar la cabeza: preocuparme más y ser más profesional, porque el cuidado del jugador no se da solamente en las tres o cuatro horas en que está en el club. Por eso es importante cómo nos manejamos; cuáles son los conceptos, los objetivos y los parámetros. Acá, en River, es sólo ganar, pero tenemos que respetar una forma. Seguimos teniendo el hambre de ganar para seguir haciendo historia. Al entrar a un museo de un club, que esté tu nombre, tu camiseta, tu imagen o un video es impagable, lo más lindo para un futbolista. Pero para eso hay que prepararse”, expone Enzo Pérez, el que se decidió por un sueño y se convirtió en una bandera moderna del mundo River.
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