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River no sabe disfrutar
Una semana después de lograr el ascenso, el técnico Almeyda reaccionó con declaraciones altisonantes, por el escandaloso fin de ciclo de Cavenaghi y Domínguez.
Se empecina en autodestruirse. A lo largo de su rica historia se acostumbró a enseñarse victorioso y feliz, pero en los últimos tiempos, y de manera traumática, dejó de disfrutar y de gozar de los títulos y de las vueltas olímpicas para convertir su presente en un calvario. Con sufrimiento, después de escribir hace poco más de un año el capítulo más oscuro de su vida institucional, River se quitó un estigma al lograr el ascenso. Fue un desahogo, aunque los festejos y la sonrisa duraron lo que un parpadeo. Cuando era tiempo de diseñar la reconstrucción, el polvo y las cenizas del derrumbe volvieron a tapizar el club. El desmanejo, el escaso tacto de los dirigentes encabezados por el presidente Daniel Passarella y el técnico Matías Almeyda para comunicar que el goleador Fernando Cavenaghi y Alejandro Domínguez, dos íconos de la campaña en la primera B Nacional, no serán parte del nuevo ciclo desató la tormenta. La decisión provocó un enorme revuelo y los protagonistas de la singular novela, entre declaraciones y silencios, generaron una atmósfera combustible. Hasta los hinchas, convocando a un banderazo en el Monumental para que se reconsidere la situación de los futbolistas, quedaron atrapados en la gigantesca maraña.
El raid mediático que encaró en los últimos días Almeyda, mientras resolvía su continuidad al frente del plantel, perjudicó su imagen y reveló que el técnico y el Káiser no se plantearon unificar un discurso para disimular los errores. Cuando las repercusiones de tanto destrato con Cavenaghi y Domínguez era materia de análisis en los medios y de discusión en los foros de simpatizantes, el Pelado explotó. "Me tienen podrido con la telenovela, están a tiempo de hacer un banderazo para pedir que me vaya, porque todavía no firmé el contrato. Me he dejado presionar, me he dejado basurear, pero mi paciencia tiene un límite y si tienen problemas por todo esto todavía están a tiempo", dijo molesto el entrenador, en Radio 9. Sin dudas, Almeyda está en su derecho de elegir quiénes serán sus soldados para la próxima temporada; los cuestionamientos radican en las formas en que se desarrollaron los acontecimientos, algo que en la intimidad sabían que pasaría si no se actuaba apelando al sinceramiento.
Es tan enrevesada la actualidad que el técnico, un empleado de la institución, es quien toma la palabra, mientras el presidente Passarella se recluye en el silencio o se limita a expresarse a través de comunicados de prensa. Es tan extraño el presente en Núñez que el club informó de la renovación y firma del contrato de Almeyda, aunque el propio entrenador manifestó que recién rubricará el vínculo, que se extenderá por una temporada, cuando retorne de sus vacaciones. Es tan desconcertante el presente que el DT reconoció haberse comunicado con Chori Domínguez para ofrecerle un espacio en el plantel... "Lo llamé, y en la segunda charla le pregunté si no tenía problemas de sentarse en el banco, porque consideraba que el podría estar en mi planteo futbolístico. Me dijo que no", reconoció Almeyda, que también hizo referencia a la situación de Cavenaghi: "No pude hablar porque cambió su número de teléfono y sé que está enojado".
Passarella logró dos refuerzos de jerarquía en un momento institucional complejo; Almeyda encontró dos líderes futbolísticos, que respaldaron su trabajo; los jugadores se reubicaron en un club importante para relanzarse... Los acontecimientos resaltaron que cada parte sacó una tajada durante la temporada, aunque las fisuras y el descontento fueron en aumento durante la convivencia. Como sucedió tras la obtención del Clausura 2008, cuando el Cholo Simeone separó al ídolo Ariel Ortega, River se empecina en autodestruirse en lugar de disfrutar
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