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Los herederos silenciosos de la legión colombiana
Álvarez Balanta y Carbonero, que fueron compañeros en sus comienzos en su país, ahora se ilusionan con un título en River
Serenos, de paso firme pero cansino, de voces apagadas, alejados de las estridencias, cultores del bajo perfil, las personalidades de Eder Álvarez Balanta y Carlos Carbonero contrastan con la que enseña el díscolo y extrovertido Teo Gutiérrez . Posiblemente en las raíces de cada uno de estos colombianos se encuentre la razón que los ofrece diferentes a los ojos: los costeros, como el delantero, que nació en Barranquilla, son divertidos, más alegres; los bogotanos, como el zaguero y el volante, más tranquilos.
En Núñez, sin embargo, son como una familia y todos corren bajo el mismo objetivo: redondear la campaña con un título y sumarse a la lista de futbolistas de Colombia que dejaron una huella en el club, en la que se destacan Juan Pablo Ángel , Mario Yepes y Radamel Falcao . "Uno nunca espera que estas cosas pasen tan rápido", comenta Álvarez Balanta, que fue promovido a primera por Ramón Díaz ; "Sabemos lo que representa este club, por eso ganar el campeonato sería increíble", asegura Carbonero, que ya sabe de consagraciones en el fútbol argentino, aunque en un ambiente de menos exposición, como es el que rodea a Arsenal.
La relación entre Carbonero y Álvarez Balanta no es nueva –sus padres son amigos porque son del mismo pueblo, Puerto Tejada, en Cauca–, aunque se fortaleció cuando el volante, que hizo su primera experiencia en el país en Estudiantes y luego pasó a Arsenal, acordó su incorporación a River un año atrás. Ahí lo esperaba el defensor, que hace tres temporadas llegó a la Argentina para someterse a una prueba junto con otros cinco compatriotas.
Academia Compensar fue el equipo que los juntó, pero los tres años de diferencia de edad que Carbonero le lleva a Álvarez Balanta les impedía jugar en la misma división. "Lo vi cuando yo jugaba en juveniles y después compartimos momentos en la selección de Bogotá", dice el N°7, uno de los goleadores del equipo. "Carlos se veía que iba a ser bueno, desde chico que tenía muy buena técnica", recuerda el N°3, que al igual que su compatriota lo que más extraña de su país es la comida.
El camino que desandaron en River fue inverso: Álvarez Balanta irrumpió hace poco más de un año, cuando las lesiones de Maidana, Funes Mori, Germán Pezzella y Adalberto Román determinaron que Ramón rescatara al zaguero, a quien venían siguiendo por su temperamento y contextura apabullante. "Ramón Díaz fue una de las personas que me dieron la oportunidad de debutar, me dio continuidad y, como consecuencia, la chance de ser llamado a la selección. Marcó una etapa de mi vida", explica quien en Colombia jugó como volante ofensivo, carrilero y doble cinco. Afirmado en el puesto, el reconocimiento del hincha no se hizo esperar, al igual que el interés de los clubes europeos.
Para Carbonero, el cambio fue abrupto: de la tranquilidad de Sarandí pasó al ruido de Núñez, donde todo acto se magnifica, se vuelve relevante. Ramón lo fue introduciendo de a poco en el planeta River y el volante estalló en este torneo, donde es una de las figuras desequilibrantes del equipo. "El período de adaptación ya pasó, estoy en mi mejor momento, pero todavía no me siento importante; soy uno más. Hacer la pretemporada con los compañeros fue clave para alcanzar el nivel que uno quiere y el reconocimiento del público hace que asuma todo con más compromiso", resalta el volante.
Los bogotanos, a partir de su calma, intentan escaparle a la expectativa y la ansiedad que envuelve a los hinchas por las seis temporadas que River lleva sin títulos, una situación que puede terminar mañana, frente a Quilmes, en el Monumental. "La presión siempre estuvo, porque River es un club grande, donde hay que pelear por algo. Nos impusimos un objetivo y estamos a un paso de cumplirlo. Nos falta una final, tenemos que seguir con las mismas ganas. Quilmes está salvado y la presión será nuestra", admite Carbonero. "Si todo va bien tendremos la oportunidad y el privilegio de lograr algo muy lindo para el club, pero ningún partido se gana antes de jugarlo", dice el defensor, con cautela.
Son días agitados los que viven Álvarez Balanta y Carbonero, más allá de la actualidad futbolística en River. El defensor se ilusiona con un título y en ser parte definitiva de la nómina mundialista. "Del cuerpo técnico no están pensando solamente en este Mundial sino en lo que viene para la selección, porque el fútbol no acaba después de que pase este Mundial. Es muy gratificante tener la oportunidad de compartir con personas que antes veías en televisión y luego tenerlos al lado en la mesa", señala, con incertidumbre y focalizando en el futuro, Álvarez Balanta.
Sin posibilidades de decir presente en Brasil 2014, aunque el sueño lo abrazó hasta el momento en que entregaron la lista de 30 jugadores, Carbonero entiende que el encuentro con Quilmes tiene sabor a despedida de River. Su nombre, desde hace un tiempo, se vincula con varios equipos del fútbol europeo, aunque Porto sería el destino final. Los 3.600.000 dólares de la opción de compra que fijó el grupo inversor es una cifra inaccesible para la tesorería de River. No es una casualidad que haya encargado 30 camisetas con el N° 7 a Adidas, con la finalidad de regalarlas a compañeros, amigos y familiares.
Lejos del ruido, Álvarez Balanta y Carbonero están a un partido de inscribirse en la rica historia de River y de darle continuidad a la saga de colombianos campeones.
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