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Las razones del adiós: la ilusión del Sub 20 que se evaporó por no cuidar los detalles
La Argentina fue eliminada por segunda vez consecutiva en la primera rueda
JEJU, Corea del Sur.- Al Mundial Sub 20 le restan 13 días de competencia, pero la Argentina ya no estará en la carrera por el título. De manera temprana, el sueño de la séptima corona se hizo añicos en suelo asiático. La eliminación en la etapa de grupos resulta un duro golpe para un grupo que viajó con expectativas y se volverá vacío. En los errores propios y algunos resultados ajenos, las razones que limitaron sus posibilidades para una tarea que tiene aroma a ciclo terminado. A la euforia posterior a la goleada sobre Guinea, que le abrió una ventana para clasificarse a los octavos de final, le siguió, 48 horas después, la desazón y el desencanto. El armado del viaje de regreso, con escalas en Estambul y San Pablo, para arribar mañana, a las 21.15, a Buenos Aires, el último acto, la retirada.
“Fueron 48 muy difíciles”, comentó el preparador físico Pablo Sánchez, que durante esos dos días de espera no solo preparó al plantel para una posible nueva instancia. Trabajar el aspecto anímico, junto con el coaching Diego Romagnoli, fue la tarea más compleja. Por eso los rostros desolados de los juveniles, el silencio cuando con la eliminación consumada fueron al salón comedor para la última cena. Cabezas bajas, ojos clavados en el suelo, algunos todavía vidriosos por las lágrimas derramadas en las habitaciones, lejos de las miradas de los turistas o de otras delegaciones, como la de Alemania. Si hasta aquellos jugadores que siempre contagian alegría y con sus humoradas sacan una sonrisa, estaban abatidos, golpeados.
La Argentina se frustró en la cancha, con las derrotas ante Inglaterra y Corea del Sur, encuentros en los que evidenció errores en las dos áreas. No tuvo cambio de ritmo. “La posesión no tuvo la velocidad que quisiéramos, cuando se llega hasta tres cuarto de la cancha tiene que aparecer el desmarque, la velocidad, y eso nos faltó”, señaló el director técnico Claudio Úbeda sobre aquel juego. La misma falencia se repitió, en el primer tiempo, en ofensiva con los locales, que al igual que los ingleses fueron impiadosos cuando el equipo falló en defensa. Un quedo de Montiel posibilitó el anticipo de Calvert-Lewin y le dio el primero gol a Inglaterra; luego llegaron las equivocadas lecturas del arquero Petroli y los desajustes de Foyth y Senesi frente a los coreanos, en el primer y segundo festejo, respectivamente. Esas pocas equivocaciones a la selección le significaron un elevadísimo costo final. La reacción, el contagio, las energías, el espíritu para revertir el rumbo apareció en el complemento con Corea del Sur, aunque no alcanzó para llegar al empate, y se duplicó con Guinea, ante quien la Argentina fue apabullante, después de promover un cambio de esquema táctico –rompió el 4-2-3-1 para jugar con un 3-2-3-2- y de nombres: afuera Petroli, Montiel, Valenzuela, Palacios, Rodríguez y Ponce; adentro Miño, Mosevich, Mansilla, Zaracho, Torres y Lautaro Martínez. Una muestra de que hubo futbolistas que no estuvieron a la altura de las expectativas y todos tuvieron una segunda oportunidad.
También existieron situaciones periféricas que condujeron a la decepción. La expulsión de Lautaro Martínez, tras la aplicación del sistema de arbitraje asistido por video (VAR, sus siglas en inglés), generó un debate acerca del cómo y el porqué de la implementación de la tecnología. Lo que era el juguete nuevo de la FIFA, se utilizaba por primera vez en una Copa del Mundo Sub 20, provocó reacciones y la crítica fue unánime: el árbitro central de un partido era una marioneta del VAR. El penal que recibió Uruguay ante Italia, la agresión que recibió el zaguero costarricense Esteban González de parte de un portugués, ejemplos que demostraron las fallas; también existieron aciertos, como el tanto anulado a Zambia ante Costa Rica, a dos minutos del desenlace –ese empate hubiera clasificado a la selección- o el festejo que no se convalidó a Corea del Sur ante Guinea, cuando la pelota había superado los límites del campo de juego. La limitación de la utilización se hizo notoria en la incomprensible expulsión de o Carter-Vickers (Estados Unidos ante Arabia Saudita), por parte del árbitro peruano Diego Haro o en las tarjetas rojas que omitió el húngaro Viktor Kassai (Argentina vs. Guinea) y Mohammed Abdulla (Honduras vs. Vietnam), el árbitro que con la ayuda del VAR expulsó a Martínez.
Pero el agente externo que más molestó a la delegación fue el bochornoso final de Italia y Japón, un desenlace que no solo no se ajusta al Fair Play que pregona la FIFA, si no que mancha la transparencia que enarbola el máximo organismo del fútbol internacional desde que asumió Gianni Infantino la presidencia. La nueva FIFA, con situaciones como estas, tiene todo lo malo de la anterior, esa que hizo implosión con los escándalos de corrupción. Porque fueron siete minutos de juego en el que los defensores y el arquero europeos se dieron pases en las adyacencias del área ante la pasividad de los asiáticos; el 2-2 los clasificaba a ambos y castigaba a la selección. No solo a la Argentina, también a la de Alemania, ya que si Vietnam superaba a Honduras y los Estados Unidos y Arabia Saudita igualaban 2-2, quedaban fuera de la competencia. El precedente de lo sucedido en la sede de Cheonan con Japón e Italia hizo que los dirigentes de la AFA se comunicaran con comisionados de la FIFA, juntamente con sus pares alemanes, para que se pusiera especial énfasis en controlar que no se repitiera esa escandalosa situación cuyas imágenes recorrieron el mundo.
Las estadísticas le remarcan lo bueno y lo malo a la Argentina, reflejan los motivos por los que se marchó del mundial: tres puntos en tres partidos; seis goles sobre 65 intentos, entre remates al arco, bloqueados y desviados, contra 7,6 de los rivales; 57,6% de posesión de balón, como promedio de los tres juegos. En el juego fue un conjunto que siempre fue protagonista, aunque le faltó ser cuidadoso en los detalles que trazan los rumbos: ser efectivo en ofensiva y sólido en defensa. Tan simple como entender de qué se trata el fútbol.
De regreso
Los futbolistas Lautaro Martínez, Brian Mansilla y Matías Zaracho no completarán el vuelo a Buenos Aires. En el aeropuerto de San Pablo dejarán la delegación y enfilarán rumbo a Medellín, donde Racing disputará el jueves, frente a Águilas Doradas, el encuentro desquite por la Copa Sudamericana. En el encuentro de ida, la Academia se impuso 1-0 con un tanto de Mansilla.
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