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Las perlas en la noche épica y extravagante de Atlético Tucumán
La odisea tucumana por Ecuador, con final feliz, que incluyó desorganización, falta de previsión, fortaleza mental y el destino
QUITO, Ecuador.– “¿Vas a la cancha? ¿No tenés una entrada de más?”. Sentado en el lobby del hotel de la selección Sub 20 de la Argentina, Dann Carlton, y mate en mano, Emiliano Vázquez, utilero junto con Patricio Auzmendia, interrogaba acerca de las posibilidades de presenciar el partido entre El Nacional y Atlético Tucumán , por la Copa Libertadores . Lo que nunca imaginó es que, horas más tarde, su compañero y él estarían trabajando dentro del vestuario del estadio Atahualpa, dándole una ayuda a un equipo que sorteó la adversidad y logró un éxito histórico. Fue una imagen más de las miles que dejó la clasificación del Decano, que ahora se medirá con Junior, de Barranquilla, con el propósito de ser parte de la etapa de grupos del máximo certamen continental de clubes. Un día de furia que tuvo, contra todos los pronósticos, una sonrisa como impensado desenlace.
Fue un partido que entrará en el top cinco de la lista de extravagancias de la Copa Libertadores, porque lo que vivió el plantel de Atlético Tucumán resalta la épica del resultado (éxito por 1-0), aunque también deja entrever lo lejos que está el fútbol sudamericano de enseñar seriedad. Fue una odisea el traslado desde Guayaquil a esta ciudad. Un inconveniente con los papeles del avión de la empresa chilena DAP desencadenó una carrera contra reloj y toda clase de negociaciones para viajar, pero también para que el partido se dirimiera en la cancha y no en un escritorio, en un Tribunal de la Conmebol.
“No nos dieron ninguna explicación. Subimos al avión y cuando íbamos a despegar el piloto dijo que había un problema de papeles y que el vuelo se demoraría 10 minutos, pero terminó siendo una hora y media. No teníamos ni aire acondicionado; nos abrieron las puertas del avión y nos tuvimos que bajar. Esperamos en la pista media hora. Nadie sabía qué hacer, pero tampoco aparecía alguna autoridad para explicar a las 118 personas que estábamos en la pista lo que pasaba. Hasta que el presidente [Mario Leito] decidió sacar pasajes en un vuelo comercial y enviar al equipo a Quito. Pasajes para 40 personas en un vuelo que salía 18.30 cuando el partido empezaba a las 19.15 [dos horas más en Argentina]. A la cancha llegamos en un colectivo a 130km/h, sin la ropa, porque no nos mandaron la utilería. Son muchas cosas que si te pasa en el barrio es desprolijo, pero si te pasa en la Copa Libertadores, una de las dos copas más importante del planeta fútbol, es muy preocupante. La Confederación tendría que pedir una explicación. Es un hecho muy confuso en un momento en que en el fútbol todo se sospecha”, se descargó el técnico Pablo Lavallén , que resaltó la actitud del presidente de El Nacional, el general Tito Manjarrez. “Dijo que iba a hacer todo lo posible para que la Conmebol esperara y que se jugara. Fue la única persona que dio la cara; después, ninguna autoridad dijo por qué no pudo viajar un avión que había entrado en Ecuador hacía un día y medio”.
"Nos bajábamos de un avión, nos subíamos a otro; de un colectivo a otro. Fue una locura en la que salió todo bien” (Leandro González)Con el equipo en el aire, el presidente Leito, que viajó en un vuelo siguiente y llegó a la cancha para el segundo tiempo, y sus colaboradores, lanzaron una ronda de llamados con el objetivo de comunicarse con la delegación argentina del Sub 20 para pedir prestada la indumentaria: camisetas, pantalones, medias y botines. La logística siguió su curso con una charla, desde el colectivo que trasladaba al plantel desde el aeropuerto al estadio, detallando los talles de los botines a los utileros de la selección que en dos bolsos ya tenían ordenados dos juegos completos de ropa. “Messi se debe estar agarrando la cabeza; Barco, también. Nunca pensé que iba a usar la camiseta de la selección. Le agradecemos a la utilería del Sub 20 por traernos toda la indumentaria. Este triunfo también es de ellos”, relataba Leandro González, que utilizó la N°10 que en el Sudamericano juvenil utiliza el estratego de Independiente.
Nos bajábamos de un avión, nos subíamos a otro; de un colectivo a otro. Fue una locura en la que salió todo bien” (Leandro González)
“La anécdota va a quedar en la historia, pero fue una situación fea la que vivimos. Los botines con los que jugué me apretaban mucho el pie, pero, ¿qué les puedo reclamar a los utileros de la selección que en un rato nos armaron de ropa y de calzado para jugar? Fue todo raro, pensá que éramos Atlético Tucumán con la camiseta de la Argentina; el sueño de un chico, pero en medio de una situación extraña. Y llegar a la cancha fue una locura. El colectivo iba rapídisimo y faltando cinco minutos para llegar al estadio se paró. El chófer decía que si seguíamos, lo fundía. Intentó ponerlo en marcha y recién en el tercer intento arrancó. Por suerte salió todo bien”, rememoró Nery Leyes.
El embajador hizo su aporte
Con Leito en Guayaquil, donde quedaron varados alrededor de 80 hinchas que tenían asientos en el vuelo chárter que jamás despegó y reservas en hoteles en Quito que nunca utilizaron, una vez aterrizados en Quito también intervino Luis Juez , el embajador argentino en Ecuador. “El presidente de El Nacional me quería abollar [golpear] todo, porque hice algunas declaraciones. Yo le decía que el fútbol son 11 contra 11 y gana el que hace el gol, que dejara de mirar el reglamento, que es para los abogados y los leguleyos. Por eso, más tarde le agradecí el gesto deportivo de esperarnos un rato. También me comuniqué con el Gerente Deportivo y uno de los vicepresidentes de la Conmebol, quienes tenían que tener una consideración: no era culpa de los jugadores ni de los dirigentes de Atlético, que se gastaron fortunas en un chárter que aparentemente estaba flojo de papeles. Una cosa de locos: no estaba autorizado para volar a Quito, pero sí para volver de Guayaquil a la Argentina”, explicó Juez, que como simpatizante de Talleres, de Córdoba, recurrió a una chanza y pidió que Atlético Tucumán lo “resarciera” con los puntos en el torneo argentino.
El triunfo fue la mejor manera de llevar alivio a los cuerpos agotados y las mentes cansadas. Fernando Zampedri será recordado por siempre por los hinchas de Atlético Tucumán. Convirtió en la ida, al minuto de juego, y selló la clasificación en el desquite con un cabezazo. Su historia también tiene rasgos particulares, porque se lo emparentó con Huracán, equipo en el que asumió Juan Manuel Azconzábal, ex DT del Decano.
Jugamos en condiciones que no recuerdo que hayan sucedido alguna otra vez. El partido lo ganamos en la cancha” (Pablo Lavallén)
“Se decía que tenía posibilidades de irme, pero yo siempre estuve con la mente acá. Tenía contrato y estaba dispuesto a quedarme, porque a los 28 años no sé si iba a tener otra oportunidad de jugar una Copa Libertadores. Las emociones no me dejaron dormir demasiado, pero perder sin jugar hubiera sido doloroso. No nos íbamos a volver sin llegar a la cancha, aunque íbamos en el colectivo y todavía no teníamos confirmado que jugaríamos”, dice el goleador, que utilizó botines talle 9 cuando su medida es 10. “¡No sabés cómo me quedaron los dedos! Algunos le sacaron la plantilla, así que le pedimos perdón a los chicos del Sub 20 si les desmoldamos el calzado”, reflexionó quien ya hizo reservar un marco para la foto de la noche en que jugó con la camiseta N°9 de la selección y anotó para Atlético Tucumán.
Las lágrimas de Zampedri en la cancha emocionaron, como el esfuerzo de todo un grupo que hasta rompió con los prejuicios acerca de la preparación y adaptación que se necesita para jugar en la altura. “La altura existe y te pega en lo físico, pero la cabeza es más importante que todo. Este evento que tuvimos que pasar fue el revulsivo para que el equipo corra y deje la piel en la cancha. Todo equipo que viene a Quito hace eso. Nosotros tenemos contacto con gente de la selección de Ecuador y nos comentaron que se llega sobre la hora… Pero de llegar unos 90 minutos antes a llegar con sólo 15 minutos de antelación para que arranque el partido es mucho. Nos cambiamos a las apuradas, hicimos en siete minutos la entrada en calor… Que no se haya desgarrado nadie después de estar tres horas sentados en un aeropuerto fue un milagro. Ganamos, pero también podría haber ocurrido de llevarme jugadores lesionados y estar diezmado para la próxima llave”, analizó Lavallén, antes de almorzar.
Reservar la hotelería fue otro capítulo, porque la idea de Atlético era jugar y retornar. La delegación descansó, mientras los dirigentes volvían a la odisea de conseguir pasajes para volver a Guayaquil, donde los esperó el chárter de la discordia. “No se consiguen”, lanzó con tono bromista Leyes. Finalmente, Atlético dejó Ecuador y puso su mente en Barranquilla, la próxima escala de una experiencia única e inolvidable.
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