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Mundial Sub 20: las espinas de selección que Barco quiere sacarse del cuerpo
Todo pasa muy rápido, las imágenes se le atropellan en la mente a Ezequiel Barco. La ansiedad por el debut de la Argentina en el Mundial Sub 20 de Polonia se refleja en las palabras apuradas que ensaya desde Katowice, donde la selección espera la presentación con Sudáfrica, este sábado, desde las 15.30, el partido que cerrará la primera fecha del Grupo F que completan Portugal y Corea del Sur.
La desfachatez y los gestos técnicos que enseña en una cancha desaparecen durante la charla, aunque se maneja con mayor soltura que hace dos años, cuando explotó en la primera de Independiente y se aterraba cuando enfrentaba a los medios. Desde entonces no dejó de subir peldaños, dentro y fuera de un campo de juego. En esa carrera de vértigo, la camiseta argentina se le empezó a ofrecer como un manto esquivo a quien la FIFA observa como a uno de los diez futbolistas que por jerarquía y recorrido están llamados a ser figura. "No me dejo llevar por eso, porque acá no hay individualidades. Somos un grupo que quiere destacarse. El equipo está muy bien, con ganas, y los días que pasamos en España nos sirvieron para integrarnos más", le cuenta a LA NACION, mientras las primeras sombras caen en la capital de Voivodato de Silesia.
Barco será protagonista por segunda vez de una experiencia con el Sub 20, una rareza que en el actual plantel compartirá con el arquero Manuel Roffo. En el ciclo Pekerman, Esteban Cambiasso repitió en los Mundiales de Malasia 1997 y Nigeria 1999; el Kun Agüero lo hizo en Holanda 2005, con Francisco Ferraro como entrenador, y dos años después, bajo la tutela de Hugo Tocalli, en Canadá 2007. El delantero y goleador de Manchester City fue campeón en los dos campeonatos. Para el talentoso volante, la camiseta de la selección era un pagaré que debía levantar, después de un opaco desempeño en el campeonato Sudamericano de Ecuador 2017.
"Desde que llegué a Atlanta United trabajé duro para estar acá y me emocioné cuando apareció mi nombre en la lista para el Mundial. Me había quedado con una espina, porque estaba muy ilusionado en jugar en el Mundial de Corea del Sur, pero una decisión institucional me dejó sin Copa del Mundo", dice y se lamenta de aquel dictamen que tomó Independiente, cuando el técnico Holan y el presidente Hugo Moyano fueron intransigentes y no acordaron la cesión.
La ventana se le volvió abrir cuando Fernando Batista designó a los 23 futbolistas que disputarían el Sudamericano de Chile, entre enero y febrero pasado, pero fue una patología insercional en el tendón rotuliano de la rodilla derecha lo que le impidió viajar. "No quiero desaprovechar esta nueva oportunidad. A Batista lo conozco, aprendí mucho con él y es un técnico que nos da confianza. Hubo un recambio de nombres desde el Sudamericano, nosotros tenemos que representar a los que se quedaron sin Mundial porque son parte de todo esto", explica a quien Gabriel Milito, cuando jugaba en sexta división, subió a entrenarse con la primera y que más tarde fue dirigido por Holan, en Independiente, y el Tata Martino y el holandés Frank de Boer en la Major League Soccer.
La transferencia, por 15 millones de dólares, resultó la segunda más cara de la historia del Rojo, por detrás de la de Agüero, por quien Atlético de Madrid desembolsó US$ 29.000.000. "La adaptación me costó, en especial por el idioma, no fue fácil. Tener muchos compañeros argentinos, como Héctor Villalva, Yamil Asad y González Pirez, más el cuerpo técnico, me facilitó las cosas, ellos me ayudaron. Me queda un año y medio de contrato y estoy muy cómodo en esa ciudad", cuenta.
"¿Si pienso en jugar alguna vez en Europa? Es un sueño, pero ahora no me desvela. En lo único que pienso es en este Mundial, en el partido con Sudáfrica, que será nuestra primera final. Nos tocó un grupo fuerte, con Portugal, que es campeón europeo, pero trabajamos bien en los amistosos en España. Tenemos confianza para clasificarnos, ese es nuestro primer objetivo. No podemos mirar la final si no nos fijamos en los rivales del grupo", enfatiza Barco, el que inició el recorrido en el club Mosconi; Central Córdoba (Rosario) y la Academia de Griffa lo formaron y antes de incorporarse a Independiente tuvo pruebas en River y Boca, también en Argentinos, Banfield, Ferro y Gimnasia.
Los amigos de Villa Gobernador Gálvez le aseguraron que el sábado estarán frente a la pantalla de TV para mirar el debut. "Es lo que más extraño, porque mi familia se turna para viajar y estar conmigo en los Estados Unidos. Del fútbol argentino extraño la locura, porque te acostumbrás, aunque en Atlanta disfruto de no ser tan conocido o de que la gente haga que pase desapercibido. Entonces vas a cenar y no te interrumpen, aunque si alguien me pide una foto o una firma se la doy porque yo también estuve en el lugar de los hinchas y era lindo que un jugador aceptara el pedido", recuerda, como si fuera un veterano que las vivió todas. Aunque tenga apenas 20 años, Barco ya transitó un sinfín de experiencias en el fútbol. En Polonia quiere escribir una nueva, que lo haga brillar y quitarse esa espina de selección.
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