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La historia de Juan Pablo Vojvoda: la pasión por la pelota y la graduación que espera en la Universidad
Una llamada desde un número que no figuraba en su lista de contactos de su teléfono celular le reconfiguró el futuro. De un momento a otro, dejó Rosario, la familia y hasta una carrera universitaria que estaba muy avanzada. La pasión tiene forma de pelota para Juan Pablo Vojvoda , y Defensa y Justicia le ofreció desandar un camino, explorar un nuevo territorio, demostrar su aprendizaje. El fútbol lo atrapó en la niñez, lo sedujo en la adolescencia y una vez que se presentó como jugador profesional, proyectó la carrera de director técnico. De 43 años, es otro eslabón de esa larga cadena que tiene como guía la estrella de Marcelo Bielsa. En su caso, jamás se entrenó bajo las órdenes del Loco, lo que resalta la onda expansiva que generó el rosarino en varias camadas de futbolistas, en particular aquellos relacionados con Newell’s. Ni en los tiempos de pantalones cortos ni cuando decidió ponerse el buzo de DT, este cordobés que nació en Baldissera, un pueblo de 2000 habitantes, porque su mamá Marta y su papá Juan trabajaban allí, pero se crió en Cruz Alta, coincidió con los días de éxitos de los rojinegros. Sí, disfrutó de equipos que dejaron una huella: con 14 años se encandiló con el ciclo Bielsa, del que presenció la mayoría de los partidos que se jugaron en el Parque de la Independencia. "Los del torneo local y también los de la Copa Libertadores. Entrábamos gratis, con el carnet de futbolista de las divisiones inferiores", recuerda. Esa fue la primera formación que lo entusiasmó. ¿La última? La que diseñó el Tata Martino. "Por el juego, claro, porque su equipo jugó bien y logró resultados, pero también porque tuve la oportunidad de charlar con varios jugadores como Mateo, Bernardi, Heinze… y me explicaron con la sencillez que baja el mensaje. Juntar la metodología de trabajo de Bielsa y cómo comunica el Tata sería la llave del éxito para cualquier entrenador", comenta.
El predio de Bosques, a metros de la avenida Calchaquí, en Florencio Varela, se convirtió en la nueva casa de Vojvoda. No solo porque el plantel de Defensa y Justicia desayuna, almuerza y se entrena ahí. Tampoco porque es el espacio en donde el club construyó una concentración por la que pasaron selecciones como las de Uruguay o Paraguay, por nombrar a algunos de los varios visitantes que se alojaron en el complejo. "Vivo acá, pero no soy el único. También mis ayudantes Raúl Damiani y Gastón Liendo y el preparador físico Emanuel Lillini. El único integrante del cuerpo técnico que viaja todos los días desde Buenos Aires es Juan Carlos Gambandé [entrenador de arqueros]. Al principio dije que sería por un par de meses, mientras buscaba una casa, pero acá estoy muy cómodo y como mi esposa Marité y mis hijos Marko, Matías y Santino viven en Rosario… Comemos lo que preparan para los chicos de la pensión, y si queremos de vez en cuando algún gusto extra los cocineros no nos defraudan", le explica a la nacion, mientras hace de guía en la recorrida por el edificio vidriado, de 52 habitaciones, un auditorio con capacidad para 100 personas, un salón de uso múltiple, sala de juegos, un restaurante, tres canchas de impecable césped...
"Cada vez que venía con la reserva de Newell’s [fue campeón en 2016], veía cómo crecía la infraestructura, las instalaciones. La primera vez que me contactaron fue para interiorizarse de mi situación en Newell’s, sobre las ganas de venir a trabajar a Defensa y Justicia, porque después del segundo interinato [primero sucedió a Lucas Bernardi, en 2016, y un año después a Diego Osella] volví a dirigir a la reserva… Fue todo tan simple y rápido que no vine con un proyecto armado", dice, quien reemplazó a Nelson Vivas y debutó con una derrota 3-1 ante San Lorenzo. El registro positivo en la seguidilla de partidos antes los denominados grandes –River (1-3), Boca (2-1), Racing (3-2) e Independiente (1-0)–, la goleada 3-0 a América de Cali en Colombia para revertir la serie de la Copa Sudamericana después de caer 1-0 en Florencio Varela, clasificar al Halcón para la competencia internacional de 2019 al terminar 9no en la Superliga, datos saludables para quien tiene contrato hasta octubre. "Teníamos buenas referencias y su estilo de juego se ajusta al que desarrolló el club en las últimas temporadas", confió el presidente José Lemme, aunque los encargados de negociar con Vojvoda y quienes toman las decisiones futbolísticas son su hijo Diego y Christian Bragarnik, agente de jugadores y entrenadores, y desde hace años cercano a la conducción.
"Este es un club en el que la mayoría de los técnicos tuvieron su tiempo de trabajo y para muchos Defensa y Justicia fue un trampolín: Cocca, Almirón, Holan, Beccacece... Yo vine a hacer mis primeros pasos. Es una oportunidad y una responsabilidad, no firmé pensando en dar un salto: quiero afianzarme, crecer... Pero acá, porque me siento cómodo", dice Vojvoda, que a los 22 años, cuando era futbolista, llegaba a la casa y replicaba en un papel los ejercicios de la práctica de ese día. "Y si, siempre me gustó. Lo más lindo es el trabajo de campo, pero también disfruto analizar videos, preparar cada entrenamiento, dialogar y comprometer a quienes me acompañan.. No me obsesiono, porque me apoyo mucho en mis colaboradores: ellos también son mis ojos y mi cerebro en la búsqueda de soluciones. Lo que más quiero es ser simple cuando le bajo el mensaje al jugador, porque el fútbol es simple. Si me tengo que complicar, que sea en la oficina técnica".
Noveno en la Superliga, a dos puntos de los puestos de clasificación para la Copa Libertadores, los mercados de pases suelen modificar en profundidad el plantel de Defensa y Justicia. "Asumí con un grupo armado, pero a este equipo lo considero mío, le intentamos dar nuestra impronta. En el receso anterior se fueron Gonzalo Castellani, Rafael Delgado, Martín Rivero y Hernán Fredes, todos jugadores que nos daban, por sus características, otras capacidades. Nos adaptamos al nuevo escenario, fijamos la nueva meta y empezamos la búsqueda: cuando conseguimos un porcentaje alto de lo que pretendimos, afianzamos la idea, le dimos solidez, porque para conseguir objetivos hay que tener argumentos", resalta Vojvoda sobre el plan trazado para el primer semestre de 2018.
Con la clasificación a los 16avos de final de la Copa Argentina, superó 1-0 a Mitre, de Santiago del Estero, empezará a delinear la conformación del próximo plantel. "En la búsqueda de refuerzos no me anoto ningún poroto. El club tiene un método de incorporaciones y yo soy abierto a que me propongan nombres; en el verano vinieron y me consultaron qué podía aportar determinado jugador que ellos tenían en consideración. Confío en ellos porque así lo hacen y les resultó. Cuando hay que depurar, lo hacemos nosotros, porque es el cuerpo técnico el que está en el día a día con el jugador".
Aquel llamado en octubre del año pasado le abrió una puerta, pero también postergó graduarse de médico, una carrera que cursó en la Universidad Nacional de Rosario (UNR). "Me faltaba un mes y medio del PFO [Práctica Final Obligatoria], que estaba haciendo en el hospital Centenario. Las prácticas son 10 meses, incluyen laboratorio, atención en centros de salud… Ahora si me quiero recibir tengo que repetir completo el PFO", explica, sin lamentarse, porque asegura que el fútbol es lo que lo apasiona y no la medicina. "Empecé a estudiar cuando jugaba en Newell’s y al irme a España estuve nueve años sin rendir una materia. En Compostela averigüe si podía avanzar, pero los planes de estudio eran diferentes y como no viví siempre en la misma ciudad, desistí. De vuelta en Rosario me acerqué a la UNR para conocer mi condición de alumno y aunque perdí casi un año respecto a lo que ya había cursado, me volví a anotar", dice Vojvoda, para quien el fútbol y el estudio pueden jugar en la misma cancha, aunque es la pelota la que le marca el ritmo.
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