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El seleccionado Sub 20 camina por la cornisa y el grupo parece sin energías en la recta final
Está obligado a ganarle mañana a Brasil para tener chances de clasificarse al Mundial: “Tenemos que dar un plus”, dice Ascacibar
QUITO, Ecuador.– Se camina por una cornisa. Al mirar al frente, el paisaje asoma enrarecido, nublado; si se mira hacia abajo, el profundo precipicio abarca a toda la plataforma. Ese es el presente del fútbol argentino y los juveniles que disputan el hexagonal final del campeonato sudamericano Sub 20 , que entrega cuatro plazas para el Mundial de Corea del Sur, no escapan a esa crítica realidad. Dos partidos le restan al fixture, dos juegos en los que la selección deberá ofrecer un giro completo en el aspecto futbolístico y respuestas anímicas urgentes. El tiempo es corto y no hay margen de error. Brasil, mañana, a las 22.30, le tomará el pulso a Argentina, un clásico que marcará las aspiraciones de dos conjuntos que precisan desenredarse si quieren estar presentes en la cita asiática.
El recorrido de la Argentina se enseñó firme solamente ante Bolivia, en la etapa de grupos. Entre dos equipos con escaso rodaje, los de menor tiempo de preparación de las diez selecciones que participan del torneo, la jerarquía y técnica individual fue manifiesta para ganar 5-1. Durante el resto de los partidos, existieron pequeños segmentos en los que se desarrolló la idea de juego, aunque muchas veces ese desequilibrio llegó al despertar tras un golpe. “Perdimos un poco de volumen de juego, en especial con Ecuador. Con Colombia también, pero con Ecuador fue más notorio. Es parte de nuestra identidad y tenemos que recuperarla rápidamente. Sabemos defendernos con la pelota y no sin ella; entonces, si la tenemos poco tiempo, le vamos a dar más chances al rival”, reconoce el técnico Claudio Úbeda , que no ocultó admitir que fue “el peor partido del torneo”.
“Tenemos potencial futbolístico, jugadores técnicamente muy buenos y un equipo para hacer posesión de pelota. Brasil no está en su mejor versión, pero son duros y es un clásico. El plus lo tenemos que dar nosotros, sea Brasil o cualquier otro rival el que tengamos enfrente”, dice Santiago Ascacibar , el único futbolista que sostuvo una regularidad en todo el campeonato. El capitán es puro corazón y levanta la bandera del sacrificio y el juego, pero en este tramo los interlocutores desaparecieron. Pequeñas muestras, acciones aisladas, como la de Tomás Conechny para el agónico gol de Lautaro Martínez , ante Colombia, poco más; Brian Mansilla , motor de desequilibrio por las bandas, aparece agotado, como si el rigor del escaso descanso le pasara factura. Y las ayudas que buscó Úbeda aportan con cuentagotas: Matías Zaracho fue conductor con Colombia, aunque con Ecuador cayó en la red; Ezequiel Barco no pudo quitarse la etiqueta de jugador distinguido con la que viajó y sus rendimientos fueron irregulares. “Con los cambios intentamos más volumen de juego, porque no pudimos tener el control del juego: nos costó demasiado. A veces, esos movimientos resuelven situaciones, pero en este caso siguió la misma temática. Algún control de pelota, pero la profundidad de Ecuador la pagamos caro”, señaló Úbeda.
A la ausencia de una respuesta de juego que invite a imaginar que las sombras desaparecerán en el próximo partido, la Argentina le suma que la altura de Quito la afectó más que la de Ibarra. No tiene energías físicas para modificar el escenario, como lo hizo con Perú y Uruguay, durante la rueda inicial. Aquella rebeldía, la actitud de no declinar frente a la adversidad, no aflora. “La acumulación de partidos –también se vio en Brasil–, un atenuante que tenemos que tener en cuenta para la toma de decisiones”, reflexionó Úbeda. “Cuesta recuperar el aire, el tiempo es mayor que el que necesitamos en el fútbol argentino, pero no tenemos que poner ese tipo de excusas para buscar el objetivo”, afirma Ascacibar, un líder que contagia en la cancha y que también intenta apuntalar fuera del campo a sus compañeros.
Para el partido con Brasil tiene que reverdecer el espíritu, ése que quedó marchito con Ecuador. Dos derrotas por 3-0, la anterior con Uruguay, desequilibran y esmerilan el mensaje, pero la propuesta saludable de juego y la actitud que acompañó a los juveniles para clasificarse al hexagonal final deben ser los ejes para encarar el asalto final. “Duele ver a los compañeros golpeados, duele la situación, el partido, cómo se perdió, pero tenemos que estar fuertes de la cabeza para superarnos y seguir adelante”, el discurso de Ascacibar. “Hay que dar vuelta la hoja rápidamente. Cuando se provoca estos resultados duele y está bien que duela. Hay que reponerse rápido y pensar en cómo jugar con Brasil, saber salir de situaciones adversas… El jugador argentino quiere revancha. En la mirada notamos dolor por la derrota, pero bronca y sed para dar vuelta esto”, el mensaje que utilizó el director técnico para cambiarle el chip a juveniles que entraron con los ojos llorosos al vestuario del estadio Atahualpa, luego de la caída ante los ecuatorianos.
Con tres puntos en tres partidos, la Argentina marcha quinta en la tabla de posiciones y aún así depende de sí misma para lograr una de las tres plazas que están vacantes –Uruguay se aseguró la suya–, rumbo a Corea del Sur. Peores escenarios tuvo en 2013, cuando en Mendoza ni siquiera superó el corte de la etapa de grupos; en Venezuela 2009, llegó a la cuarta jornada cerrando la tabla de posiciones del hexagonal, con una unidad: terminó sexta. Brasil asoma en el horizonte, un clásico que debería provocar el relanzamiento de un equipo que se olvidó de jugar y de ser rebelde en la adversidad.
El costo de las tarjetas: Lisandro Martínez no jugará frente a Brasil
Lisandro Martínez, defensor de Newell’s, sumó ante Ecuador la segunda tarjeta amarilla y por eso no podrá jugar mañana ante Brasil, por la cuarta fecha del hexagonal final del Sudamericano Sub 20 que se disputa en Quito. La Argentina acumula además a cinco futbolistas amonestados. Quienes están en “capilla” y, de ser sancionados con Brasil se perderían el encuentro frente a Venezuela, son: Brian Mansilla, Lautaro Martínez, Santiago Ascacibar, Juan Foyth y Emmanuel Ojeda.
Cómo afecta la altura, un tema de referencia
"Es una realidad que los jugadores ecuatorianos están adaptados a jugar en este territorio (los 2800 metros de altura). Se notó en demasía y fue un factor determinante. Esperamos que con Brasil sea distinto”, opinó Úbeda.
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