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Boca - River: historias mínimas de seis protagonistas que jugarán su propio partido en el superclásico de la Bombonera
Agustín Rossi, Alan Varela y Cristian Pavón por el lado xeneize; Héctor David Martínez, Agustín Palavecino y Matías Suárez en el Millonario; futbolistas con potencial que vivirán un cruce especial por la Copa de la Liga
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De los clásicos no se sale de la misma manera de la que se entró, una teoría que se robustece cuando el partido es eliminatorio. Vencedores y vencidos, figuras y antihéroes, se reúnen en una jornada que puede realzar el futuro o acelerar un hundimiento. De la táctica y la estrategia para desnivelar en 90 minutos a la templanza y el estudio preliminar si la tanda de penales define al ganador. Con la Copa Libertadores en el calendario, el superclásico de los cuartos de final de la Copa de la Liga Profesional se presentará como una cita incómoda para los entrenadores Miguel Ángel Russo y Marcelo Gallardo, pero es una meta particular para algunos protagonistas, nombres que alguna vez soñaron con ser actores de este juego y para futbolistas que ya tienen un recorrido, pero les falta una actuación consagratoria para dejar una huella. La Bombonera, el escenario de la aventura para seis apellidos que jugarán un partido dentro del propio encuentro.
Una vidriera para el futuro
El puesto de arquero es ingrato porque el error es prácticamente una condena, pero también es áspero porque el espacio del guardameta no ofrece un recambio sistemático como en las restantes posiciones. Agustín Rossi lo sabe, por esa razón intentó cambiar de aire cuando regresó a Boca, ya que la presencia de Esteban Andrada le quitaba protagonismo y a los 25 años el guardameta quería acción y no sentarse en el banco de los suplentes. El derrumbe de la transferencia a Udinese y una oferta poco convincente de Montpellier modificaron el mapa: se quedó bajo la conducción de Russo, que le dio mayor recorrido al esperado. Rossi acumula 14 partidos, aunque su continuidad en el club, después de junio, es una incógnita.
Será el sexto partido ante River –un triunfo, un empate y tres caídas-, a quien enfrentó por última vez en el cotejo de ida de la final de la Copa Libertadores 2018. Reemplazó a Andrada: aquella vez se recuperaba de una fractura de mandíbula, mientras que ahora regresó de Guayaquil, pero cumple días de cuarentena tras contagiarse Covid-19; la seguidilla de ocho encuentros -cuatro con la valla invicta- le ofrece respaldo, el que Rossi quiere para negociar su continuidad o una salida al reabrirse el mercado de pases. El superclásico, la vidriera que el arquero desea explotar.
El esencial que busca un gol
El aplauso de Marcelo Gallardo era un gesto de aprobación, pero también una satisfacción: River recuperaba a una pieza esencial para el rompecabezas que debe armar el entrenador ante la carga de partidos, entre el certamen local e internacional. Matías Suárez regresó la semana pasada frente a Aldosivi con el sello de siempre: con un gol, pero también con una asistencia, esa doble virtud que lo convierte en un delantero temible para los arqueros rivales y un socio ideal para los compañeros.
Viajó a Barranquilla y el Muñeco le ofreció rodaje en el segundo tiempo, en el empate 1-1 con Junior, por la Copa Libertadores. Lo quiere pleno, luego de los ocho partidos que el delantero se perdió entre una sinovitis en la rodilla derecha, el aislamiento por ser contacto estrecho de su pareja, que dio positivo de Coronavirus…
Boca es la cuenta pendiente del cordobés, que no logró festejar frente a los xeneizes un gol propio con la camiseta de los millonarios y tampoco con la de Belgrano. Será el sexto superclásico para Suárez. Los empates dominaron el terreno local: 0-0 en la Copa de la Superliga; 2-2 y 1-1 en partidos de la Copa de la Liga Profesional. En las semifinales de la Copa Libertadores 2019 saboreó la victoria 2-0 en el Monumental y sufrió la derrota 1-0, en La Boca. El domingo, una nueva oportunidad para levantar el pagaré y completar otro casillero en la aventura con los millonarios.
Madrid, Los Ángeles y La Boca
El último recuerdo es agrio, doloroso. Lo que le siguió fue un decaimiento y la urgencia de buscar una salida para reinventarse. De la final con derrota en Madrid por la Copa Libertadores 2018 a la necesidad de redescubrirse en Los Ángeles Galaxy, de la Major League Soccer. Un año y medio después de la experiencia californiana, donde compartió plantel con una megaestrella como Zlatan Ibrahimovic, Cristian Pavón retornó a Boca, aunque con el deseo de rebotar hacia un nuevo destino. Los planes para Kichán, sin embargo, resultaron muy distintos.
Primero, un conflicto con la nueva conducción, al punto que el Consejo de Fútbol que lidera Juan Román Riquelme lo emplazó a presentarse a los entrenamientos con una carta documento. La intervención quirúrgica por un sobrehueso en ambos pies, un segundo episodio de contrapuntos entre el jugador y los dirigentes; una denuncia por abuso sexual, otro flanco de dificultad…
La lesión de Eduardo Salvio modificó el escenario: Miguel Russo lo recapturó y lo utilizó como un refuerzo impensado: acumula dos partidos por la Copa de la Liga (Huracán y Lanús) y otros dos por la Libertadores (Barcelona y Santos). River, al que enfrentó 11 veces y le convirtió un gol -3 de mayo de 2015, éxito 2-0- asoma otra vez en la ruta del cordobés, que intentará forzar desde el desequilibrio una nueva salida al exterior.
Memorias de un superclásico inolvidable
La relación entre Agustín Palavecino y River empezó antes de su llegada al club. El 12 de septiembre de 2018, por la Copa Argentina, los millonarios derrotaron 2-0 a Platense; “es bueno el que juega con la 10”, le confesó Gallardo a sus colaboradores. El volante había entrado en el radar y en enero pasado recibió llamados del director técnico; la confirmación de que Nacho Fernández se marchaba a Atlético Mineiro aceleraron las negociaciones con Deportivo Cali.
Fiel al estilo Gallardo, Palavecino tuvo un período de adaptación. Era la pieza de recambio: desde el banco de los suplentes saltó para jugar con Rosario Central, Platense, Argentinos y Racing –por la Supercopa Argentina-. Cuando el DT decidió retornar al esquema con línea de cuatro defensores optó por la titularidad del volante. El rival era… Boca. Y Palavecino, en su primer juego desde el inicio, se despachó con un gol en la Bombonera. Un tanto que le posibilitó jugar algunos minutos más, porque él y Fabrizio Angileri iban a ser reemplazados, casualmente los dos participaron de la jugada del gol.
Primo de Erik Lamela –su madre María Ester es melliza del padre del volante de Tottenham-, admirador de Andrés Iniesta, tuvo en los últimos años a Juan Fernando Quintero como faro. Palavecino cumplió un sueño en su estreno en un superclásico, pero la voracidad lo empuja a querer repetir esa experiencia maravillosa.
Del kindergarten de Russo
“Si lo podés soñar, lo podés lograr”. La frase la posteó en las redes sociales Alan Varela, junto a una foto con la camiseta de Boca. De 19 años, en febrero pasado el volante firmó un nuevo contrato que lo vincula hasta el 31 de diciembre de 2025 con los xeneizes. Con Cristian Medina y Agustín Almendra es parte de la renovación de la línea de volantes que presenta el equipo. Un calendario de agenda apretada, la vía que le abrió la puerta a los juveniles, que tienen mayor exposición y rodaje que en el pasado, cuando saltaban al exterior prácticamente sin debutar.
Fue la sorpresa del equipo en el semestre pasado, pero no escapó de la irregularidad que ofrecen los futbolistas a su edad. La palabra confianza hacia sus compañeros y el entrenador está presente en todas las charlas. Elegido cuando Pol Fernández –figura en el título de la Superliga 2020- partió de Boca, el estilo sobrio del juvenil de Isidro Casanova provocó la rápida irrupción y el DT le quitó presión cuando el ambiente ensayó comparaciones. “No me gustan”, retruca Russo, cada vez que desean equiparar a Varela con Ever Banega, que explotó en 2007 bajo su tutela.
Varela llegó en 2012 al club y a los 16 años Rolando Schiavi lo subió a la Reserva; en primera debutó el 20 de diciembre de 2020. Acumula 19 partidos y tiene 16 minutos en un superclásico, después de reemplazar a Medina, en el empate 1-1 de marzo pasado. Creció mirando a Fernando Gago y ahora busca espejarse en Leandro Paredes. Soñaba con debutar y lo logró; ante River quiere ir por más.
Volver y ser titular
Apenas se cumplieron dos meses de la última vez que River visitó la Bombonera, del empate 1-1, con el arbitraje de Facundo Tello. El escenario y el árbitro se repetirán el domingo; los protagonistas, no. Y en la lista de aquellos que desean una plaza entre los titulares aparece Héctor David Martínez, el zaguero que se entremezcla con Jonatan Maidana, Paulo Díaz, Robert Rojas y espera por la recuperación de Javier Pinola. El anhelo de superación es una virtud para quien hizo del sacrificio una constancia, cuando junto a su madre Norma desandaba durante una hora el recorrido desde Ciudad Oculta a Villa Ballester para jugar en las divisiones inferiores de River, donde compartió plantel con Exequiel Palacio, Gianluca Simeone y Nahuel Gallardo.
Su primera convocatoria fue el 29 de octubre de 2017; debutó un año más tarde, ante Gimnasia LP, una semana antes de la final con Boca en Madrid. Llegó el préstamo a Defensa y Justicia y con él la oportunidad de crecer a partir de la continuidad y la confianza de Hernán Crespo. La aventura terminó con la vuelta olímpica en la Copa Sudamericana. Y después el regreso, una segunda oportunidad con Gallardo.
Campeón de la Supercopa Argentina, jugó nueve de los 13 partidos de la Copa de la Liga y tres de los cuatro de la Copa Libertadores. La próxima estación de la historia de superación es el superclásico.
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