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Boca cambió la energía en una ráfaga y pasó de la furia de los hinchas a la euforia frente a Pereira
Con el juvenil Barco como estandarte, la Bombonera atestiguó otro desenlace con el sello xeneize: de los insultos y cánticos hirientes al alivio que provocó el 2-1 por la Copa Libertadores
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Alguna vez, Juan Román Riquelme apuntó: “si sos bueno, tenés que ganar la Copa Libertadores”. Un puñado de días atrás, el entrenador Jorge Almirón advirtió que “si los jugadores están capacitados para jugar aquí, es el momento de demostrarlo”. Las definiciones del vicepresidente y hombre que maneja el fútbol profesional y del director técnico parecen rescatar a Boca, que superó por 2-1 a Deportivo Pereira en la segunda jornada del grupo F del torneo sudamericano. El gol del peruano Luis Advíncula suavizó el descontento, cuando se comprometía el futuro del equipo en el certamen. Boca necesitaba un cambio de energía y fueron el juvenil Valentín Barco, con su entereza, y la aparición goleadora de Alan Varela lo que sacó a los xeneizes del atolladero.
“Vamos, xeneize, no le falles a tu hinchada…” fue el grito de guerra, el clamor de la multitud en la Bombonera. La Copa Libertadores se convirtió desde hace años en una obsesión, pero conseguirla este año se presenta como un mandato: el equipo quedó a 16 puntos –en 12 jornadas– de River en la Liga Profesional. El empuje y el deseo necesitan una argumentación para que la ilusión se sostenga, y ahí Boca falla. No es de ahora, porque los ciclos se acumularon y antes de Almirón estuvieron otros conductores –Sebastián Battaglia y Hugo Ibarra–, pero el brillo de las estrellas que se sumaron al escudo no resultó una plataforma desde la cual el equipo pudiera lanzarse futbolísticamente.
Una reconstrucción más profunda, que no se encuadra en una serie de partidos, necesita Boca. Debe reinventarse, calibrar y jerarquizarse. Pide un sacudón de ésos que hacen vibrar los cimientos, que no se atan a los nombres ni al pasado. Las ausencias –por lesiones y expulsiones Almirón no dispuso de Bruno Valdez, Facundo Roncaglia, Marcos Rojo, Frank Fabra, Juan Ramírez, Luca Langoni ni Exequiel Zeballos– mostraron que el plantel xeneize tiene cantidad de piezas, aunque no todas dan la talla.
Una vez más los duelos individuales, con Sebastián Villa y Norberto Briasco por las bandas, fueron el camino seleccionado para avanzar, pero las iniciativas no generaron desequilibrio. Y esa única vía promovía desentenderse de las asociaciones en ofensiva, de la formación de tándem por los laterales, las agrupaciones de los volantes, las triangulaciones… Un dato: recién a los 20 minutos, Boca combinó una secuencia de pases, pero el movimiento se diluyó. Las constantes indicaciones de Almirón –de pie junto a la línea lateral– fueron una muestra del escaso tiempo de trabajo y de que el mensaje todavía no prendió en los jugadores.
Compacto de Boca 2 vs. Pereira 1
Un rival ordenado, que propuso juego y control de la pelota, lo desairó en el primer tiempo. Pereira no arribó con deseos de ser un partenaire, sino de pulsearle el dominio a un equipo que no infunde el temor de los años dorados. Los movimientos de los hermanos Arley y Ángelo Rodríguez en el frente de ataque; las trepadas de los laterales-volantes Juan Pablo Zuluaga y Jimer Fory, el manejo del ritmo de Johan Bocanegra y el apoyo de Yilmar Velásquez y más tarde Maicol Medina –reemplazó al capitán Vásquez en el primer capítulo– se erigieron en las razones colectivas que ubicaban al conjunto colombianos un par de escalones por encima de lo que ofrecía Boca.
“Movete, Boca, movete”, apuró el público desde las tribunas ante la pasividad. Un pase directo a Darío Benedetto, que bloqueó Geisson Perea, y las transiciones rápidas –después de alguna acción con pelota detenida en favor de Pereira– fueron lo poco que mostró Boca para quebrar el marcador, ante un adversario que el año pasado logró su primer título nacional de campeón y que hace en la actual Libertadores su estreno internacional. No lo incomodó la inexperiencia, y el asalto en el tramo final del primer tiempo lo demostró: Ángelo Rodríguez intentó fabricar un penal, que el árbitro uruguayo Andrés Matonte no sancionó; Sergio Chiquito Romero salvó la caída ante un remate de Medina y el VAR le dio fuerzas al local, después del gol que anotó el zaguero Juan Quintero, de cabeza. Una falta de Arley Rodríguez contra Pol Fernández anuló la conquista de Pereira.
En lo actitudinal, Boca intentó una reacción. Y el sector izquierdo fue el punzante: Villa se comprometió y Barco hizo un surco escalando desde la defensa… El empuje de los de afuera pareció contagiar a los de adentro, mientras Almirón observaba las alternativas que tenía a mano para modificar el rumbo. Que se modificó, sí, pero en contra: el gol de Fory desató el descontrol en la Bombonera.
“La camiseta de Boca, se tiene que transpirar” y “jugadores, la c… de su madre...” sonaron como reprobación para un equipo que hipotecaba la clasificación en la Copa Libertadores. Pero Advíncula sacó un conejo de la galera y luego Varela convirtió una asistencia de Barco, el juvenil que revitalizó a una estructura que parecía vencida.
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