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Cómo hicieron los Caballeros de la Angustia para lograr un triunfo tan dulce como aleccionador
Con el agónico triunfo sobre Colombia por 2 a 1, el Sub 20 argentino mantiene vivo el objetivo de conseguir una de las cuatro plazas para el Mundial de Corea del Sur
QUITO, Ecuador.– Los Caballeros de la Angustia también se visten con ropas juveniles. Como en los partidos con Perú y Uruguay, en la etapa de grupos, la Argentina encontró en el último tramo del juego el gol que le devolvió el alma al cuerpo. Aquellas veces sirvió para dos empates que la oxigenaron rumbo al hexagonal final; anoche, en el estadio Atahualpa, para tomar impulso y sostener vivo el objetivo de conseguir una de las cuatro plazas que entrega el campeonato Sudamericano Sub 20 , clasificatorio para la Copa del Mundo de Corea del Sur.
Fue un éxito por 2-1 frente a Colombia que tiene un fuerte valor para las estadísticas, aunque el desempeño del equipo estuvo alejado del plan que intenta imponer el director técnico Claudio Úbeda. Con tres unidades en dos encuentros, el seleccionado se reposiciona en la tabla y vuelve a depender de sus propias fuerzas, aunque para que la meta no se convierta en un camino de espinas precisa hacer una mejor lectura frente a Ecuador, Brasil y Venezuela.
Una expulsión, la de Tomás Belmonte, había condicionado el recorrido en el debut en el hexagonal, ante Uruguay. Hasta la tarjeta roja que recibió el volante de Lanús –ayer cumplió la fecha de suspensión y está en condiciones de regresar frente a Ecuador–, la Argentina tenía el control del juego contra los charrúas. Así como había sucedido eso en la jornada anterior, en ésta ocurrió lo propio pero a la inversa, en favor de la Argentina. Con Colombia ejerciendo el papel de principal protagonista, manejando tiempos, pelota y terreno, la infracción de Eduard Atuesta contra Ezequiel Barco derrumbó el asalto final al arco criollo que preparaba el DT Restrepo. Y esa acción provocó un vuelco insospechado, porque hasta entonces la Argentina no mostraba reacción y corría detrás del balón. Apenas dos minutos estuvo en la cancha Atuesta; fueron suficientes para que el seleccionado encontrara las llaves que había extraviado, el espíritu para sortear la adversidad, virtudes que había mostrado en Ibarra ante peruanos y uruguayos.
Se lanzó a la búsqueda de un resultado que era imperioso, después del sonoro cachetazo que implicó el 3-0 contra Uruguay. Un empate dejaba a la Argentina al borde del precipicio, porque debía sumar dos victorias en las últimas tres fechas. Empujó con Barco y Zaracho, que la condujeron hacia adelante; Lautaro Martínez avisó con un remate franco, después de una conexión entre Chicco y Zaracho; Zalazar probó con un disparo de media distancia, un argumento que el equipo, por primera vez en el certamen, ensayó con insistencia.
Recostado sobre la banda izquierda, Tomás Conechny alternó buenas y malas. Úbeda insistió con él al momento de cambiar piezas. Y con un poco más de aire que Brian Mansilla –fue reemplazado por un golpe en el tobillo derecho; ayer Racing desestimó un ofrecimiento de 7 millones de dólares de Ajax, de Holanda–, ya que venía de purgar un partido de suspensión, el talentoso volante de San Lorenzo ofreció una respuesta que no pudo ser mejor: con la mente lúcida, a pesar de los 2800 metros sobre el nivel del mar y de que se jugaba el primero de los cuatro minutos adicionales, ejecutó una maniobra de aquéllos que se sienten distintos: encaró, llegó al fondo y, cuando la acción parecía pedir un centro rápido, esperó que se abriera el espacio y asistió a Martínez, que se anticipó en el primer palo y envió la pelota a la red. Un desahogo para toda la Argentina; un desquite para el futbolista que llegó como goleador pero que llevaba sólo un festejo, frente a Perú en el debut.
“A pesar de no haber convertido en los partidos intermedios, estaba haciendo un trabajo ofensivo y defensivo importante. Tuvo la perseverancia de buscar hasta el final, como los goleadores. El anticipo ofensivo en el primer palo es una de sus virtudes. Quizás resolvió en la más difícil de las jugadas que tuvo frente al arco. Cuando hay jugadores de la magnitud de Lautaro, hay que respaldarlos”, señaló el entrenador Úbeda, que conoce de sus características por dirigirlo en la reserva de Racing.
Pero ese grito que desencadenó una montaña de jugadores e integrantes del cuerpo técnico no deberá tapar las falencias que tuvo el conjunto. La Argentina convirtió a los 17 segundos, después de que Ascacibar –de los pocos que sostuvieron el nivel cuando Colombia se adueñó del desarrollo; Romero y Foyth secundaron al volante– rompiera la salida y Torres, luego de una pifia de Paz, mostrara que mantiene un dulce romance con el arco. El tanto del delantero de Boca, máximo goleador del certamen, con cinco festejos, es el más temperanero de la historia para el seleccionado en un Sub 20. Pero los juveniles no sacaron rédito de esa ventaja y mediante el buen manejo de los medios Quiñónez, Ramírez y Valencia, más el desequilibrio de Juan Camilo Hernández, fueron arreados contra el arco de Cambeses.
El arquero hizo su presentación, tras una decisión que tomó Úbeda, que relegó a Macagno, aunque el muchacho de Banfield llenó de dudas a todos. Si el anticipo es uno de sus fuertes, el guardavalla falló en lo suyo; en el juego aéreo tampoco lució seguro y por arriba llegó la igualdad de Hernández. A esa altura, el ingreso de Christian Mina era un dolor de cabeza para Valenzuela, que sufría la velocidad y la potencia del atacante colombiano.
Por primera vez en el recorrido, la Argentina fue dominada por su rival en el juego. Un llamado de atención, porque el calendario se achica y no ofrecerá desquites. Se repuso con su sello distintivo, el de los Caballeros de la Angustia
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