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TC: Agustín Canapino, el campeón de la estrategia, la lluvia y un golpe de... suerte
SAN NICOLÁS.– Un desenlace épico, casi milagroso, enseñó el campeonato de Turismo Carretera . El protagonista, al igual que el año pasado, fue Agustín Canapino (Chevrolet), que sumó su tercera corona en la categoría, la segunda de manera consecutiva. Un final impensado, después del desarrollo de las series clasificatorias, donde el arrecifeño prácticamente quedó con limitadas posibilidades de retener el título que logró en el autódromo Roberto Mouras, de La Plata, en 2017.
Un toque de José Manuel Urcera (Chevrolet), en el primer giro de la tercera manga (no pudo terminar ni una vuelta), condicionó sus chances: 17,75 puntos lo separaban de Matías Rossi (Ford), el puntero de la Copa de Oro, con 60 unidades de premio en juego para el vencedor, cuando los equipos empezaban a diseñar estrategias, rumbo a la última prueba de 25 vueltas. Facundo Ardusso (Torino), que largaría desde la pole, y Jonatan Castellano (Dodge), el cuarto máximo aspirante a la corona y vencedor de la serie que abrió el espectáculo, tras la sanción a Rossi, por un pontonazo en la maniobra de largada.
"Fue increíble, pero el toque con Manu [Urcera] fue una señal de Dios. Sin esa maniobra, que en ese momento me dejaba prácticamente sin chances, quizá no hubiéramos hecho todas las modificaciones que nos llevaron a ganar el título. Cuando quedaba más de una hora para largar empezamos a analizar cómo estaba el clima y vimos que había una nube por Rosario, aunque tenía que venir de manera directa al autódromo, porque era muy chiquita. Nos jugamos, elegimos poner las gomas para lluvia, cambiamos espirales, la altura y la puesta a punto del auto. Y así salimos, con lo justo, porque ya no quedaba tiempo para engrillarnos", relata Agustín, que se sentó junto con su padre Alberto –el estratego y consagrado chasista ya suma 11 títulos– frente a la pantalla a tomar las decisiones que resultaron determinantes para desatar el festejo.
Y todo lo que imaginaron, como si se tratara de un guion de una película, se cumplió. Cuando los autos salieron para la grilla, el cielo se oscureció y una torrencial lluvia se desató sobre el trazado nicoleño. La pesadilla que envolvió a Canapino en el inicio del día pasaba a ser tema de preocupación del resto de los candidatos, que rumbearon hacia la pista con neumáticos lisos, para asfalto seco. Fueron cinco minutos de agua, suficientes para que Castellano, por ejemplo, dibujara dos trompos en su desesperación por regresar a los boxes y cambiar las gomas; Rossi y Ardusso ejecutaron las modificaciones, aunque ni el Ford ni el Torino tenían una puesta a punto para piso húmedo.
Cuando la carrera tomó impulso, Canapino, que largaba en condiciones normales en la posición 38ª, estaba en el 4º puesto y esa ubicación le permitía retener la corona. Los intentos de avance del resto de los aspirantes eran nulos, los reclamos del Trotta Racing por pilotos que sacaron el auto de la grilla para cambiar gomas estaban en marcha: por esa razón sancionaron a Ortelli, Gianini, Ledesma, Silva, Pernía, Nicolás Bonelli y Ugalde.
"Una locura todo, hay que tener más culo que cabeza y eso que soy cabezón. No me imaginaba esto ni por casualidad. No íbamos rápido en carrera, sufrimos porque no se rompieran las gomas. No soy de hablar por la radio en las carreras, pero esta vez hablé con mi papá en todas las vueltas, pidiéndole información del resto de los candidatos, porque para atrás no veía nada, no sabía quiénes venían", dijo Canapino, que escaló hasta el segundo puesto, por detrás de Alan Ruggiero (Torino), tres veces ganador en 2018, y terminó por levantar la Copa de Oro por 3,25 puntos por sobre Rossi, que con los recargos trepó a la posición 12ª.
El Misil necesitaba avanzar cuatro lugares más para calzarse la corona, esa que en 2012, 2015 y 2016 le fue esquiva, cuando arribó a la última carrera como puntero, como este año. Castellano subió hasta el 9º lugar del clasificador y finalizó 3º en la Copa de Oro, por encima de Ardusso, que en la vuelta final rompió la caja de velocidades y cayó hasta la 20ª posición.
El título número 21 de Chevrolet, el 13º de la cuenta personal de Canapino, que de San Nicolás viajó a Arrecifes para ensayar un corto festejo en su ciudad, la Cuna de Campeones. Todo a máxima velocidad, porque a las 23 de anoche volaba a los Estados Unidos para las pruebas para las 24 Horas de Daytona, junto al Juncos Racing.
La de ayer fue una carrera loca, tanto que las últimas vueltas se desarrollaron bajo los rayos del sol, aunque a esa altura, Canapino se sentía imbatible y campeón.
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