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STC2000. Agustín Canapino, campeón: en su año más difícil, el tributo a su padre
El arrecifeño ganó el campeonato y se emocionó: el mejor homenaje a la memoria de su padre Alberto, el constructor del proyecto y que murió el 15 de febrero
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Bajó la visera del casco y rompió en llanto. Sentado en la butaca del Chevrolet Cruze N°86, las imágenes del año más difícil de su vida se multiplicaron en la mente de Agustín Canapino. El título de campeón de Súper TC2000 resultó la obra final que diseñó el arrecifeño en el autódromo Oscar y Juan Gálvez, de Buenos Aires, una consagración que significó el mejor tributo a la memoria de su padre Alberto, el constructor del proyecto y que murió el 15 de febrero. En el exterior, la fiesta y el festejo empezaba a tomar forma en una mezcla de emociones que envolvía al equipo y a los hinchas de la marca; en el auto, el desahogo íntimo del piloto que corrió todo el año con el dolor y el sentimiento de una pérdida que enlutó al automovilismo nacional.
La corona de laureles y la copa, dos símbolos que recibió cuando se trepó al podio en el que estuvieron los ingenieros y los mecánicos del equipo Chevrolet, sintetizó una conquista que estuvo atravesada por el duelo. Atrás quedó una temporada en la que el sufrimiento y las lágrimas a escondidas se entremezclaron con la felicidad por un éxito que le demandó una exigencia mental y física desmedida. Hasta el giro final protagonizó una infernal batalla en el circuito N°9 del coliseo porteño para lograr el objetivo: defender el tercer puesto -posición que le aseguraba el título- ante el asedio incesante de Damián Fineschi (Renault Fluence) y encomendarse al manejo de Julián Santero (Toyota Corolla) para que conservara el primer lugar frente al avance sostenido que ensayaba su rival en el duelo por el campeonato, Leonel Pernía (Renault Fluence), resultó un desgaste que se extendió durante casi 42 minutos en el Gran Premio Coronación, aunque el recorrido de la aventura empezó hace ocho meses.
“Un año muy duro, difícil y especial. El duelo lo sigo transitando, porque a veces ni yo sé cómo estoy. A mi papá lo sigo extrañando muchísimo: sigo sin entender que no esté. No puedo comprender que haya pasado lo que pasó. Lamento mucho no poder festejar este título con él, porque cuando Chevrolet confió en el Gordo en 2020 le puso unas ganas bárbaras. Por eso me acordé de él en todas las vueltas”, relató, con la voz entrecortada Agustín, que apenas descendió el auto cumplió con el ritual de besar la firma de Alberto, que está registrada en la trompa del auto. Con el casco puesto se inclinó y le rindió homenaje al hombre que era la brújula técnica, el que cuando era un chico le dinamitaba el deseo de ser piloto, pero que también resultó un socio ideal e incondicional en el momento en que el ahora bicampeón del Súper TC2000 hizo del automovilismo su medio de vida.
Los títulos se acumulan en las vitrinas de Agustín, que con la nueva conquista suma 15 en el automovilismo argentino: dos en Súper TC2000, cuatro en Turismo Carretera y una en TC Pista, siete en Top Race y una de Copa Megane. La muerte de Alberto nunca condicionó su continuidad en la actividad, aunque reconoce que hubo días que no tuvo ganas de ir a las carreras. “No recuerdo los días posteriores a la muerte de mi papá: estábamos todos destrozados. Pero los chicos del taller [Squadra Canapino] le pusieron una garra impresionante para sacar adelante la carrera. Por mi auto y por el de Matías [el hermano], que debutaba en el TC Pista. Todo el tiempo me despertaba pensando que era una pesadilla, una mentira. No entraba en razón que no estuviera”, explica, quien tomó el control de la estructura y a la semana ganó en el TC.
“Programé lo que ya había planificado él, pero cada vez que miraba hacia el interior del taller, lloraba. Pero esta etapa se termina este año, después del Gran Premio Coronación de TC, en Villicum. El equipo sigue, pero así yo no puedo seguir. Saqué fuerzas que no conocía que tenía, pero hasta acá llegué. Ya hace un tiempo delegué en Guillermo Cruzzetti el manejo del personal, las tareas administrativas… Porque yo hacía todo: pagar, coordinar los viajes, resolver todo el tema de papeles”, dice, quien el domingo tiene posibilidades matemáticas de ganar un nuevo título en el TC -marcha tercero en el campeonato, a 37,5 puntos del líder Mariano Werner-, mientras que su hermano Matías es el puntero de la Copa de Plata del TC Pista. “Mi viejo estaría orgulloso de ver que mi hermanito llega primero a la definición”, desliza.
La relación con Matías -hijo del segundo matrimonio de Alberto- se intensificó en los últimos años. La ilusión de compartir los tres los fines de semana de TC era un programa que los empujaba y los unía. “Nunca tuve un contacto con mi hermano como en los últimos años y en 2021 lo hice trabajar muchísimo: el ingeniero era Guille Cruzzetti y con la muerte de mi papá pasó a ser el director técnico y Matías, mi ingeniero. Cuando me preguntó qué íbamos a hacer, con tristeza y miedo le dije que lo íbamos a sacar adelante. Se lo dije con mucha convicción, porque era lo único que en ese momento le podía contestar a un chico de 21 años: ni yo sabía cómo íba a reaccionar. Es un compromiso y una responsabilidad la que tomo, porque soy el hermano mayor y porque mi papá me dijo que lo tenía que ayudar. Siempre le tuve mucha fe, más que mi viejo. Matías nunca tuvo los recursos para mostrarse, pero tiene mucha capacidad. Aprendió con mi papá los secretos del taller, sabe de mecánica, de técnica y tiene talento. Un potencial muy grande”, señala sobre la conexión con su hermano, diez años menor.
Para Agustín Canapino, 2021 no será un año más. El arrecifeño sigue conmovido por la muerte de su padre. El título de Súper TC2000 resulta una caricia al alma, esa que calmaron su tía Rosana y su novia Josefina en los momentos en que el campeón se derrumbaba. “Cuando abrieron la puerta del auto y me abrazaron me emocioné, porque me hablaron de mi papá. Ese fue un momento mágico, aunque en toda la carrera sentí que estaba al lado mío”, dice el piloto, aunque la voz sintetiza el sentimiento del hijo que honra a su padre.
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