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Max Verstappen, el tricampeón mundial que no estaba seguro de ser piloto de Fórmula 1
El neerlandés se consagró este sábado en la carrera sprint del Gran Premio de Qatar
- 7 minutos de lectura'
Difícil explicar que un niño que corre en karting no tenga la ambición de ser parte de la Fórmula 1 y que con el paso de los años se convierta en tricampeón. Complejo analizar la naturalidad con la que avanzó en la escalera, a pesar de que su debut en el Gran Circo generó discusiones: apenas tenía experiencia en monoplazas y era menor a una temporada en la Fórmula 3. El pasado relajado, sin una aparente extrema motivación, no incomoda a Max Verstappen, que con 26 años y en el Gran Premio de Qatar tuvo el primer episodio para sumar la tercera corona y no falló: voraz, insaciable y arrollador, selló la temporada, con cinco fechas de antelación para que se cierre el curso.
A bordo de su Red Bull logró su tercer título consecutivo de campeón mundial durante la carrera sprint, este sábado en el circuito de Lusail. El neerlandés solo necesitaba tres puntos para proclamarse campeón y aprovechó el abandono de su compañero Sergio Pérez, único que podía alcanzarlo en la general del Mundial, que fue golpeado por el francés Esteban Ocon (Alpine) en la vuelta 11 de las 19. Así, antes de que terminara la carrera que ganó el australiano Oscar Piastri (McLaren), Verstappen ya se sabía campeón. Finalizó en la segunda colocación de la sprint, una anécdota. Tercero fue Lando Norris (McLaren).
MAX VERSTAPPEN.
— Formula 1 (@F1) October 7, 2023
THREE-TIME WORLD CHAMPION! 👑👑👑 pic.twitter.com/IvcQOA5wu4
“Una sensación increíble. Ha sido un año increíble”, dijo Verstappen. “Muchas grandes carreras, y por supuesto, estoy muy orgulloso del trabajo del equipo. He disfrutado ser parte de este grupo y sí, ser tres veces campeón del mundo es increíble”, añadió el neerlandés. “Intentaremos mejorar aun más en el futuro”, agregó el piloto de Red Bull, que afirmó que la carrera sprint le resultó “muy divertida, incluso con los ingresos del auto de seguridad”. Su afirmación contrasta con lo que había dicho antes del Gran Premio, cuando señaló que prefería las carreras tradicionales.
“Estoy muy feliz”, resumió Verstappen, que felicitó a Piastri porque “hizo un gran carrera”. “Sobre todo porque montó neumáticos intermedios. Pensé que podía alcanzarlo, pero no pudo ser”, justificó el elogio.
Una fantástica muestra del poderío que enseñó Red Bull Racing con el modelo RB19, una formidable tarea de un piloto que dominó con amplitud el mundial, agiganta las estadísticas y empareja las marcas de históricos como Ayrton Senna, Niki Lauda, Jackie Stewart, Jack Brabham y Nelson Piquet. Y va por más…
“Cuando tenía cuatro años no sabía que quería ser piloto de F.1, simplemente disfrutaba y me divertía al manejar. En un momento creo que encuentras tu pasión y es el momento en que tus padres tienen que acompañar. El apoyo es fundamental, pero tienen que ser sano, porque de lo contrario te fastidiarán”, comentó Verstappen, que a pesar del discurso y la serenidad que expresa en el presente tuvo temporadas agitadas y soportó la presión psicológica de su padre Jos, ex piloto de la F.1, compañero de Michael Schumacher, cuando el alemán era la estrella de Benetton. La dureza del mensaje y la educación extrema, métodos que cuestionó el tetracampeón Sebastian Vettel.
En los inicios, Max corría en un karting de escasa preparación, aunque se las ingeniaba para demostrar su talento y lograr resultados: fue campeón invicto, ganador de las 21 mangas. Pero cada triunfo era un nuevo desafío, como por ejemplo tener que competir con niños tres años mayores. A los siete venció a los de 10 y Jos elevó la vara: en la semana, después de las obligaciones escolares, se entrenaba y todos los fines de semana viajaban para competir a Italia. Su padre llegó a hacerlo practicar con tanto frío que no podía mover los dedos de las manos.
“Estaba helado y puse la calefacción en la camioneta para que pudiera calentarse. Dimos diez vueltas y él se quejaba del frío, entonces lo mandé a que se calentara el cuerpo, las manos… Pasaron tres minutos y no volvía. ‘Todavía tengo frío’, dijo. No podía mover los dedos de sus manos, pero no me importaba. Quería que probara cosas, porque estaba construyendo piezas, cambiando elementos en el chasis y tenía que probar, ver los resultados y avanzar”, reconoció Jos, aquella jornada de extrema dureza a la que sometió a MadMax.
Más desconcertante y desaprensiva resultó la situación que hizo pública su madre, la kartista Sophia Kumpne: Max fue abandonado en una estación de servicio después de la última prueba del campeonato mundial de la categoría KZ2, en Salerno. El pequeño dominó las mangas y ganaba en la carrera final, hasta que le neozelandés Daniel Brey lo superó y en un intento de recuperar la posición provocó un accidente y el abandono. Frustrado, sollozaba y ensayaba mensajes entrecortados ante un padre que no escuchaba excusas y se inflamaba de furia. La ira de Jos aumentó hasta que detuvo el utilitario en una estación de servicio, lo hizo descender y retomó la marcha sin su hijo. Lo recogió Sophia; su padre no le habló durante una semana.
“En el pasado tuve bastantes discusiones con mi padre sobre ser piloto y la pasión por correr. Si no es tu verdadera pasión en algún momento saldrá a la luz, porque correrás durante algunos años porque a tus padres les gusta que lo hagas. Él sintió en aquellos años que yo estaba demasiado relajado y necesitaba empujarme a comprender si mi relación con el automovilismo era seria. Creo que aprendí mucho al tener conversaciones con él, pero sigo siendo más o menos el mismo. Hasta creo que mi padre está más entusiasmado [antes de un gran premio] que yo”, señaló MadMax en el podcast Mind Set Win.
El aprendizaje de análisis de datos –tan sensibles ahora en F.1-, Verstappen lo adquirió en aquellas pruebas exigentes y deshonestas. “Es parte de lo que me enseñó. A veces cambiaba cosas en el kart y no me lo decía y yo tenía que sentir y describir ese cambio: así entendía y comprendía cómo se incorporaban nuevas piezas. Siempre me recomendaba: ‘Si no sientes nada, ni digas nada. No mientas’. Si ahora colocan un alerón delantero nuevo no necesito mirar los datos: salgo y lo pruebo. Los datos son para que los ingenieros los vean y confirmen lo que dije”, relató.
El modo agresivo de manejar y algunas marcas que fue sentenciando promovieron las comparaciones, en particular con Senna. El paulista logro el tricampeonato en 1991, con McLaren, después de vencer a Nigel Mansell (Williams). Con un inicio demoledor -cuatro victorias consecutivas- empezó a sellar la coronación. En el GP de Canadá, Verstappen igualó el registro de 41 triunfos del brasileño y desestimó cotejar campañas, estilos… “Odio hablar de eso. No se puede comparar a diferentes generaciones. Cuando corría en karts no sabía si sería piloto de F.1, así que mucho menos hubiera imaginado igualar a Senna en cantidad de victorias. Todos los tricampeones fueron fascinantes con su propio estilo, porque ninguno fue igual a otro. Y esa es la parte que hace interesante al deporte. No sería justo elegir a uno sobre el resto, fueron épocas diferentes y cada uno lo hizo de manera estupenda”, sentenció sobre ser el undécimo piloto en la historia de la F.1 que celebra tres títulos.
Tampoco proyecta sobre la seguidilla de título ni hasta dónde podría extenderse el hilo, ese que tiene como límite las siete coronas de Michael Schumacher y Lewis Hamilton. “Veremos año a año qué es lo que sucede. No pienso en eso seriamente. La F.1 es, por supuesto, una gran parte de mi vida, pero no lo es todo. No necesito estar pensando constantemente en ella para rendir. Disfruto de lo que estoy haciendo y no me vuelvo loco por poner muchas preguntas en la cabeza”, apunta el nuevo tricampeón, al que no lo desvelan las estadísticas. Razón no le falta, no se imaginaba que podría correr en la F.1 y ahora es el piloto que marca el pulso y construye con victorias y títulos una nueva era.
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