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Max Verstappen, el campeón predestinado a la velocidad en la Fórmula 1
La historia personal y deportiva del nuevo monarca de la máxima categoría; se quedó con un duelo apasionante de 22 capítulos que realzó el espectáculo de la temporada del Gran Circo
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Con dramatismo, después de un desenlace de película, entró en la historia, como lo deseaba hacer con letras de molde su rival. Logró romper con una hegemonía, la que intentaba extender su competidor. Max Verstappen lo hizo, en la última vuelta, luego de tener el título perdido y cortó el hilo que escribía desde 2016 Lewis Hamilton. En el Gran Premio de Abu Dhabi se convirtió en el campeón número 34 que presenta la Fórmula 1.
En una temporada donde imperó la tensión, el neerlandés llevó por primera vez a lo más alto la bandera de los Países Bajos. Necesitó de 141 grandes premios para redondear la tarea; firmó 10 de las 20 victorias de su palmarés en el actual calendario. Batalló en un campeonato que cambió seis veces de mano con Hamilton y soportó la embestida final del británico que anhelaba su octava corona para ser el piloto con récord de títulos, superando a Michael Schumacher. Con la consagración, MadMax le devolvió la sonrisa a Red Bull Racing, que desde 2013, con Sebastian Vettel, no saboreaba las mieles de la gloria con una de sus espadas. Verstappen estaba predestinado a la velocidad y después de algunos pasajes tormentosos de su carrera inscribió su nombre en ese espacio que está reservado para los distinguidos.
Hay personas que están elegidos para realizar una actividad concreta en su vida. Max Verstappen es uno de ellos. De 24 años –nació el 30 de septiembre de 1997- tiene nacionalidad neerlandesa a pesar de que su madre Sophie Kumpen dio a luz en el hospital belga de Hasselt. El nombre de su progenitora no resulta descuidado para los fanáticos de los karts, que en exhibiciones derrotó a Jarno Trulli –ex integrante de la troupe del Gran Circo- y a Giorgio Pantano, un especialista en los karts. Tampoco el de su padre, Jos Verstappen, ex compañero de Schumacher en Benetton en la F.1. En esa unión que destilaba velocidad y adrenalina al volante creció Max, que era paseado por los autódromos aun cuando el pequeño apenas había aprendido a gatear.
La familiaridad con el karting hizo que lo descubriera antes que las bicicletas y de niño enseñó que tenía el talento para aprender los secretos corriendo y acelerando. En 2005 hizo su estreno y el campeonato belga resultó su primera exposición, el examen con el que se empezó a medir el linaje y también el desenvolvimiento frente a situaciones de tensión de un chico que solo tenía siete años. La presión y el nerviosismo desaparecieron cuando se apagó el semáforo: manejó con el mismo desenfado que lo hizo durante ese calendario, donde arrasó al punto de consagrarse monarca invicto. Fue el mejor autoregalo, habían transcurrido apenas días de su cumpleaños número ocho. La fascinación por ese joven creció cuando al siguiente campeonato no solo reafirmó su condición de campeón, ¡ganó las 21 mangas que compusieron el certamen! Los curiosos se acercaban para entender de quién se trataba y los entendidos tomaban nota de la que se ofrecía como una futura estrella. El salto a la categoría Mini Max fue apenas otro escalón en su meteórica carrera hacia la F.1: ganó el título con otro pleno de triunfos.
Campeón de Holanda y del Rotax Max de los Países Bajos, quitarle una victoria era una tarea imposible para los rivales. Sus estadísticas eran impecables: tres temporadas sin ceder una sola manga. Al final llegaron las derrotas parciales, aunque los títulos se festejaron por seis años consecutivos y los trofeos atiborraban las vitrinas de su casa. Lejos de refugiarse en el confort que le daban las consagraciones internacionales de la región, buscó medirse con los mejores en el Winter Cup de KF3. El ruso Egor Orudzhev logró desdibujarle la sonrisa en una oportunidad, aunque el manejo descollante de Max se encargó de reubicar las piezas en su posición y se alzó con la WSK Euroseries, la WSK World Series, la Bridgestone Cup de KF3 y la Copa de las Naciones de KF3. Un doble campeonato europeo, en las categorías KF –sostuvo duelos tirantes con Charles Leclerc (Ferrari)- y KZ, y el título mundial de 2013 marcó el dominio abrumador y a la vez el comienzo de un cierre de un ciclo. Dominante como pocos en la especialidad, el fenómeno del karting ya tenía preparado el desembarco en Toro Rosso y también un sueño a perseguir: un Mundial de Fórmula 1, como lo hacían sus referentes Michael Schumacher y Fernando Alonso.
La amenaza de hacer historia se inició en 2016, con su primer triunfo en Red Bull Racing. Allí llegó después de realizar 23 presentaciones en Toro Rosso, la escuadra subsidiaria de la escudería de Milton Keynes. Un estreno descomunal, con una victoria que le devolvió la alegría a Honda –no ganaba desde 2006, con Jenson Button en el GP de Hungría- y además era un alivio para RBR, que se comprometía a darle libertad para romper de modo unilateral el contrato si no firmaba ese éxito balsámico antes de la cita húngara. A partir de ahí logró triunfos en todas las temporadas.
El actual calendario empezó como un apéndice del campeonato 2020: Mercedes dominante, más allá del triunfo de MadMax en el cierre en Abu Dhabi, en un año retorcido por la pandemia mundial de Covid-19. Pero el neerlandés ya demostraba que pondría el campeonato patas para arriba con maniobras al límite, dispuesto a incomodar la supremacía de Hamilton y de las Flechas de Plata. Lo hizo en Imola y también en Portimao; el juego se descontroló en Silverstone y en Monza, con dos accidentes espectaculares que helaron la sangre, y volvió a su cauce en San Pablo, aunque libraron una batalla por fuera de los pianos. Con su primer match point a favor, Verstappen provocó un incidente en la pasada carrera de Arabia Saudita… Las malas artes fueron castigadas y la polémica envolvió a pilotos, las escuderías y hasta el director de carrera Michael Masi.
Con esa tensión se llegó a Yas Marina, la cita de la definición. Emparejados en puntos, la ventaja de MadMax se concentraba en una victoria por encima que Hamilton a lo largo del calendario. La temeridad y la inmadurez que siete días atrás ofreció Verstappen en Jeddah quedó cajoneada, como si esos demonios que lo envuelven hubieran sido exorcizados en Abu Dhabi. El accidente de Nicholas Latifi (Williams, con motor Mercedes) le abrió la última ventana para reordenar la historia: un mano a mano, como durante toda la temporada, pero a un giro y por el título. La Fórmula 1, en un año de espectáculo, pasión y tirantez, finalizó un ciclo. Un joven neerlandés es el encargado de imponer un nuevo reinado, el mismo que de niño estaba predestinado a la velocidad y a las consagraciones.
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