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Gran Premio de Mónaco: la insólita carrera de 1996 en la que llegaron a la meta tres pilotos y el cuarto abandonó por una orden de equipo
El recuerdo de una accidentada competencia en las calles del principado
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El pronóstico meteorológico anuncia lluvia y algunas tormentas eléctricas para la sesión clasificatoria y la carrera de este fin de semana en Mónaco. La situación de pista húmeda resulta un desafío adicional para los pilotos en el trazado callejero y una preocupación extra para las escuderías de la Fórmula 1, porque las posibilidades de accidentes aumentan y los destrozos en los autos resultan un perjuicio para sus economías en tiempos de límites de presupuesto. Algo similar pasó el 19 de mayo de 1996, cuando el clima afectó el desarrollo del gran premio en el principado, ofreciendo un espectáculo que quedó por múltiples razones en la historia del Gran Circo: el único triunfo de Olivier Panis en la categoría y la última victoria de Ligier son datos estadísticos de una competencia en la que solamente los tres integrantes del podio recibieron la bandera de cuadros. Una carrera rocambolesca, que terminó con el éxito de un piloto y un monoplaza del único país que limita con Mónaco: Francia.
La visita a Montecarlo no es una fecha más en el calendario de la F. 1. El principado derrocha glamour y la prueba es considerada, a la par de las 24 Horas de Le Mans y las 500 Millas de Indianápolis, una de las patas de la Triple Corona, que es un título honorífico que recibe aquel piloto que se impone en las tres competencias; el británico Graham Hill es el único que tuvo ostenta ese privilegio. Si existiera un registro de grandes premios inverosímiles, el de 23 años atrás sería uno de los más destacados. Michael Schumacher se estrenaba esa temporada en Ferrari, después de lograr el bicampeonato en Benetton, pero Damon Hill y Jacques Villeneuve, las espadas de Williams, marcaban el pulso: juntos se repartían los triunfos, con cuatro festejos del británico y el restante –en Nürburgring– del canadiense.
El Káiser se anotó la pole con una vuelta fantástica, la decimosegunda de su trayectoria. En Mónaco había logrado la primera, dos años atrás, y en la Scuderia se entusiasmaban con ver al alemán en lo más alto del podio. La lluvia entre el warm-up y la carrera modificó la condición del asfalto y se decidió que hubiera una sesión extra de pruebas, de 15 minutos, para que los equipos mejoraran el set-up de los autos. Algunas escuadras, sin embargo, decidieron no salir a girar para no arriesgarse a un accidente y a quedarse sin gran premio. El temor tuvo su razón: en la vuelta de formación, el italiano Andrea Montermini –partía último– estrelló su Forti-Ford en el túnel y no fue parte de la largada.
Los últimos giros de Mónaco 1996
Veintiún autos se alistaron en la grilla y 18 sortearon la primera curva del trazado. Jos Verstappen, el padre de Max, calzó neumáticos lisos; aunque no llovía, el asfalto estaba húmedo y el neerlandés no logró dominar el Footwork-Hart. Detrás, los Minardi de Giancarlo Fisichella y Pedro Lamy se enredaron y quedaron fuera de combate. El primer giro tenía varios episodios más por relatar. Hill superó a Schumacher y el alemán se descontroló en Mirabeau baja (curva 7) y su Ferrari finalizó contra el muro camino a Portier; con el abandono del Káiser se apagaba temprano la euforia de los tifosi. Tampoco Ruben Barrichello, de Jordan, registró paso: el paulista dibujó un trompo en La Rascasse.
La siguiente víctima resultó el austríaco Gerhard Berger (Benetton), por un problema en la caja de velocidades. Entre tanto desconcierto Panis, que había partido 14º, se posicionaba tercero, por detrás de Hill y de Jean Alesi (Benetton). El británico extraía lo mejor del Williams-Renault y vuelta tras vuelta abría la brecha contra los pilotos franceses. Cuando fue llamado desde el pitwall para el cambio de neumáticos y de compuesto, porque la pista seca invitaba a calzar slicks, la diferencia era de 30 segundos sobre el escolta.
El guion todavía tenía espacio para nuevos incidentes, cambios bruscos. El arrollador dominio que ejercía Hill tuvo un final abrupto con la explosión del motor Renault, cuando atravesaba el túnel. Así como su padre, Graham, había logrado en Mónaco cinco de sus 14 victorias, a Damon se le esfumaba la oportunidad de celebrar por primera vez en el principado. Es más: ninguno de sus 22 triunfos tuvo lugar en el circuito callejero, donde sus mejores resultados fueran los segundos puestos que logró en 1993 y 1995. De la nada, Alesi, que ostentaba un único triunfo en la F. 1 (Gran Premio de Canadá 1995, con Ferrari) heredó la cabeza de la carrera 16 giros antes del final, ya sobre piso seco.
La diferencia en los relojes era abismal y el francés de Avignon sólo debía mantener la línea para celebrar. A falta de 21 giros había ingresado a los boxes para cambiar los neumáticos y repostar combustible; cuando fue devuelto a la pista tenía una luz tranquilizadora de 10 segundos sobre Panis. Pero la calma en los mecánicos de Benetton desapareció apenas consumidas cinco vueltas, porque el auto número 3 reingresó a los pits. Alesi hizo señas de que la falla provenía de la parte trasera, y su mirada evidenciaba frustración. Retornó, pero en el séptimo lugar, y lo que se presumía como pinchazo no fue detectado por los ingenieros de Goodyear; al cabo de otro giro, Alesi realizó una tercera y última entrada, pero esa vez el auto se detuvo en el garaje. El francés quitó el volante, se desabrochó los cinturones, salió del auto y se refugió en la parte de atrás del box. En la suspensión estaba la desazón de Benetton y del piloto.
De un francés a otro pasó el liderazgo; Panis, que a mitad del gran premio tuvo un toque con Eddie Irvine (Ferrari), desanduvo las últimas 16 vueltas sin dar crédito de lo que estaba viviendo en Mónaco. Detrás, el escocés David Coulthard (McLaren), que corrió con un casco que le prestó Schumacher, porque los suyos habían sido robados, intentaba recortar la distancia, y terminó en el segundo puesto. Completó el podio el inglés Johnny Herbert (Sauber), por una decisión que tomó el equipo. Detrás de él rodaba el alemán Heinz-Harald Frentzen, el restante piloto de la escuadra suiza y último en la pista, ya que el resto de los autos había abandonado. Ante la posibilidad de que se produjera una puja por el tercer lugar entre compañeros, el germano fue llamado a boxes y abandonó voluntariamente la carrera, sin perder la cuarta posición final.
Después de firmar podios en los grandes premios de Alemania 1994 y Australia 1995, Panis logró en su carrera Nº 39 su única victoria en la Fórmula 1. Los franceses deberían esperar 24 años para que otro compatriota hiciera sonar la Marsellesa tras una llegada: Pierre Gasly (Alpha Tauri) lo hizo en Italia 2020. La escudería Ligier, que había debutado en el Gran Circo en 1976 y celebrado al año siguiente su primer éxito, con Jacques Laffite en el GP de Suecia, lograba en Mónaco el noveno y último triunfo. Todos los éxitos se dieron en escenarios distintos y llevaron la firma de pilotos franceses: a Laffite y Panis se suman Patrick Depailler y Didier Pironi.
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