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Fórmula 1: quién es la mujer detrás de las exitosas estrategias de carrera de Red Bull Racing
La ingeniera británica Hannah Schmitz diseñó la victoria de Checo Pérez en Mónaco; había dado el salto cuando Verstappen ganó el Gran Premio de Brasil de 2019
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La estrategia, un argumento que provocó la victoria de Sergio Checo Pérez en el Gran Premio de Mónaco, el domingo 29 de mayo. Fue el factor sorpresa y la decisión de ensayar una maniobra que el resto del paddock no contempló lo que llevó al piloto mexicano a imponerse en el Principado, y firmar la tercera victoria en la Fórmula 1, la segunda con Red Bull Racing. Un triunfo que llevó el sello del laboratorio, del detallado estudio de datos, de decisiones que se toman en milésimas de segundos y que recién medio minuto más tarde de lo que demanda la operación, se refleja en las pantallas y en la pista si la jugada resultó un éxito o se convirtió en un error que dinamita la tarea que desarrolló todo un equipo y, en particular, una célula a la que se la mide por su eficacia dentro de la gigantesca estructura. Hannah Schmitz es la mujer detrás del pitwall o la dama que envía información desde Milton Keynes para que los ingenieros del campeón Max Verstappen sostengan el sueño de retener la corona y para que el neerlandés, junto con Checo Pérez, destronen a Mercedes en el Mundial de Constructores.
“Fue clave mantener la calma para permanecer en la pista, a pesar de que otros equipos ya habían marcado la vuelta rápida con los neumáticos intermedios”, resaltó Helmut Marko, el hombre que dirige con mano de hierro la academia de pilotos de Red Bull Racing y el principal asesor del jefe de la escudería Christian Horner. “Estoy orgulloso de todo el equipo, pero especialmente de Hannah. Por supuesto que ella recibe mucha información, pero mantuvo la serenidad y esperó para tomar la decisión correcta. No solo nos permitió ganar con Checo, si no también poner a Max por delante de [Charles] Leclerc”, alimentó la teoría el austríaco, un ex piloto que participó en nueve grandes premios de la F.1 en 1971 -todos con BRM-, ganador ese mismo año de las 24 Horas de Le Mans, junto con el neerlandés Gijs van Lennep, con Porsche.
Graduada en la Universidad de Cambridge con un máster en ingeniería mecánica, Schmitz se unió a Red Bull Racing en 2009, a través de una pasantía. Primero integró la estructura de modelado y simulación, aunque sintió que su lugar sería cerca de los grandes premios y pasó a formar parte del equipo de estrategia. “Trabajé en dinámica de autos, pero sentí que realmente quería una conexión más directa con las carreras y surgió el cambio de departamentos. Estoy desde hace 13 años”, resalta la británica, de 37 años, que se enamoró de la Fórmula 1 por Michael Schumacher -tenía un novio alemán-, y escoge como circuito preferido el de Suzuka, en Japón.
“Como estratega tengo la responsabilidad de decirle a muchas personas qué hacer y tienen que escucharte, por lo que se debe construir un lazo de confianza y creo que, como mujer, desafortunadamente fue lo más complejo. Pero ahora tengo ese respeto y espero que otras mujeres jóvenes que quieran entrar en el deporte vean que pueden hacerlo, que las van a aceptar y así veremos más diversidad”, expuso en una charla con las plataformas de Oracle Red Bull, en la que se descubre uno de los secretos de la comunicación con el grupo: si está hablando con las palmas de las manos hacia abajo es porque está tomando una serie de decisiones que definirán una carrera. La técnica la ayuda a mantenerse enfocada en el mensaje: “Un consejo que me dieron es que las manos en esa posición ayudan a ser más claro y autoritario en lo que se dice”, expresa con una sonrisa.
La tarea que se aprecia de Schmitz en el pitwall esconde varias jornadas de deliberaciones y captación de datos. Recopilar y sintetizar información en tiempo real e histórico de las carreras es una función que dirige con Will Courtenay, con el que se alternan las presencias en los circuitos y el apoyo desde la denominada sala de la NASA, en Milton Keynes. “Antes de llegar al circuito nuestras simulaciones tendrán lo que esperamos que hagan los neumáticos, lo que creemos que serán los sobrepasos y los diferentes ritmos de carrera que de nuestros pilotos y de nuestros rivales. También se modela si hay accidentes en diferentes puntos de la pista y en diferentes momentos de la carrera, se consideran las previsiones meteorológicas con lluvia ligera o intensa… El día de la carrera podemos utilizar esos datos para calcular con escaso riesgo de error las variables”, señala quien antes de cada gran premio asiste a las reuniones con los pilotos, los ingenieros, el diseñador Adrian Newey y Horner para debatir las múltiples conclusiones que se desarrollaron para direccionar las diferentes estrategias.
La misión de Schmitz y de Courtenay es la misma, no difiere del lugar, aunque el rol es lo que cambia. El que está en el pitwall debe mantener la cabeza despejada para ver cómo ganar la carrera, mientras que quienes están en la sala de operaciones se encargan de desarrollar los cálculos y las simulaciones en vivo para apoyar a quien está en el circuito. “Podemos estar escuchando la radio de cada equipo, ver las imágenes on board de cada piloto, las estadísticas en detalle y entregar esa información al muro en segundos, sin demora. Es como si estuviéramos trabajando todos en la misma habitación”, explica quien en Mónaco estuvo en el escenario y lidió con las banderas amarillas, las rojas, los accidentes, penalizaciones y la lluvia para conducir a Checo Pérez a lo más alto del podio y a Verstappen al tercer puesto.
El Gran Premio de Brasil de 2019 fue la carrera en la que el planeta conoció a la estratega. Un acierto que dejó sin palabras al paddock y que fue en dirección contraria a lo que ordenan los manuales. En Interlagos, Schmitz llamó al pit a Verstappen en el giro 44, en la que era la primera neutralización, cuando el neerlandés era el puntero. La cátedra señala que la cabeza de la carrera no debe resignar la posición de líder con una detención no planeada desde el garaje. Pero Hannah confió en los dos segundos que MadMax había establecido con Lewis Hamilton (Mercedes) y jugó la carta. Por entonces, los dos pilotos calzaban neumáticos medios y el británico había sido más rápido en cinco de las siete vueltas anteriores al llamado. Horner llegó a dudar de la decisión, pero no intervino. Con gomas nuevas, Verstappen se encargó de marcar el rumbo. “Ella decidió la estrategia correcta y sentí que lo correcto era invitarla a que fuera a recoger el trofeo de los Constructores. Todo el crédito fue de Hannah”, reconoció el director deportivo.
La ceremonia de premiación la compartió con Verstappen, Pierre Gasly y Hamilton, aunque más tarde el británico fue penalizado y en el clasificador ascendió al tercer lugar Carlos Sainz Jr., por entonces en McLaren. “Fue un momento increíble, especial, el pináculo de mi carrera. Acababa de volver a trabajar después de tener mi primer hijo, así que fue algo muy importante para demostrarme que estaba nuevamente plena para realizar el trabajo”, relató la ingeniera que retornaba a las labores full time, después de la licencia por maternidad, y que manejaba alrededor de 300 kilómetros diarios desde su casa a Milton Keynes. “Son casi cuatro horas, una muestra del compromiso y la pasión que siente por lo que hace”, la reconoció Horner, en una entrevista, tras el éxito en San Pablo.
“Creo que nuestra tarea es increíblemente emocionante. En una fracción de segundos se toma la decisión y luego pasan otros 20′', lo que no parece demasiado tiempo, pero que, en una carrera, sentada en el borde de una silla y esperando a ver si lo que hiciste valió la pena, puede parecer toda una vida”, define Hannah Schmitz con sencillez lo que resulta el complejo camino a la gloria en un gran premio de Fórmula 1.
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