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Fórmula 1. Las batallas que desató Lewis Hamilton para establecer su reinado
En su estreno en el Gran Circo, el británico pulseó contra su compañero de equipo y bicampeón del mundo, Fernando Alonso; de la feroz competencia con Nico Rosberg a la respetuosa rivalidad con Sebastian Vettel
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Quince temporadas y siete coronas en la Fórmula 1; 99 victorias, 100 poles y 172 podios. Las estadísticas de Lewis Hamilton impactan, generan asombro y admiración. Los métodos del británico para defender su posición de N°1 no siempre resultan amables para el resto, aunque descubrir dónde están los límites y arrastrar a los rivales es una maniobra psicológica que ensayó en varias oportunidades cuando estuvo bajo amenaza. El incidente con Max Verstappen en el Gran Premio de Gran Bretaña todavía está fresco, también la controversia por la penalización de 10 segundos con la que los comisarios deportivos castigaron a Hamilton. Los pilotos involucrados en la maniobra ofrecieron sus posiciones, también los jefes de Mercedes y de Red Bull Racing. Nadie cedió en el discurso, como ocurrió en la pista, y la tensión aumenta camino a los 13 episodios que tiene por delante la aventura 2021 de la Fórmula 1.
“El accidente en sí creo que es muy difícil de juzgar. Sólo ellos saben lo que podrían haber hecho de forma diferente para evitarlo”, comentó Carlos Sainz (Ferrari), una palabra cuidadosa entre tanta frase rimbombante y esa rara mezcla de pedidos de absolución y hoguera que se desató el domingo, cuando se conoció la sanción para Hamilton y Verstappen era trasladado a un centro médico para someterse a chequeos. Michael Masi, el director de carreras, recordó una norma que establecieron los propios pilotos y los equipos para ser justos ante una penalización: “Cuando se juzgan incidentes se juzga el incidente en sí y sus cualidades, no la consecuencia”. Consumado el acto, Hamilton fue objeto de múltiples ejemplos de abuso racista en las redes sociales, al punto que la F.1, la FIA, Mercedes y el resto de las escuderías condenaron el comportamiento de los usuarios. “Disgustados y tristes”, apuntaron desde Red Bull Racing, rivales de turno, pero lejos de proceder como enemigos.
La irrupción de Hamilton en la F.1 marcó a Fernando Alonso, que en aquel 2007 se sumó a McLaren, después del bicampeonato con Renault. El rookie no fue condescendiente con el monarca y la convivencia en 2007 resultó crítica en Woking. Una relación tormentosa que dilapidó la oportunidad de un título, que cayó por apenas un punto de diferencia en poder de Kimi Raikkonen. La chispa se encendió en Melbourne y el estallido en Mónaco. La primera curva en Albert Park expuso la preferencia del garaje por el británico -largó cuarto y en metros adelantó a Nick Heidfeld y al asturiano-; el griterío empujó al manager de Alonso marcharse a seguir la carrera en el box de Renault. Las calles del principado manifestaron la disidencia: “Soy más veloz, estoy aquí para correr no para ser segundo”, se quejó Hamilton a su ingeniero, que no le permitía atacar la posición de Alonso. El ovetense, al observar la embestida del novato y la posibilidad de un incidente, replicó: “¿Qué diablos está haciendo? ¿Nadie habla en su radio? Esto es una locura”. El jefe de equipo, Ron Dennis -el hombre que apostó por Hamilton cuando era un kartista y que lo sentó en McLaren- intervino: “Lewis, soy Ron: retrasa y asegura el 1-2; ¿entiendes el mensaje?”.
Una década después, Hamilton confesó que la relación con Alonso era perjudicial para los pilotos y para la escudería. “Era tóxica y además intoxicaba a todo el equipo. Hay gente con la que te llevas bien y otros con los que no puedes convivir de ninguna manera. Si pones a dos campeones del mundo a correr en el mismo equipo, cada uno intentará hacer su trabajo lo mejor posible. No vas a cederle el paso en una curva, vas a luchar por salir primero de ella. Nosotros teníamos demasiadas fricciones”, destacaba en una charla con El País, de España. La historia, además de perder la corona con Raikkonen, determinó la salida de Alonso de McLaren para 2008, año del primer título del británico en el Gran Circo.
Con Rosberg, compañeros sin relaciones
La fórmula empezó a trabajar en 2013 y un año después el garaje de Mercedes entró en combustión. La rivalidad interna provocó tensión en las pistas, con los accidentes de Bélgica 2014 y España y Austria 2016. Pero el desafío fue permanente, con Mónaco 2014 como primer episodio de la escalada. Nico Rosberg marcó un tiempo de pole y al salir de la Curva Casino ensayó una maniobra extraña, que generó la aplicación de banderas amarillas. Así, Hamilton debió abortar su vuelta -tenía mejores parciales que los del alemán-; la bronca se observó tras la carrera, cuando el británico no saludó a su compañero, ganador en el trazado monegasco.
En las temporadas 2014 y 2015, Hamilton doblegó a Rosberg. El alemán debió resetearse para lograr la corona, pero el desgaste fue tan grande que tras conseguir el objetivo se marchó de la F.1. Apenas cinco días transcurrieron desde el título a la despedida, una señal del esfuerzo inhumano al que se sometió para superar al británico. Dieta, hábitos de sueño, técnica de estudio de la telemetría del auto, enfoque carrera a carrera, las exigentes normas a las que se abrazó y aun así casi no le alcanza: apenas cinco puntos lo separaron en el campeonato.
“No tenían relación, algo que siempre es malo. Estaban tan mal que ni se saludaban por la mañana. Después del accidente en Barcelona tuvimos que imponer normas, castigos, porque somos jugadores de equipo y se estaban destrozando uno con otro. Toto Wolff aportó reglas y tuvimos nuevamente paz”, comentó Niki Lauda, un año después del retiro de Rosberg. Con una frase el austríaco definió sus personalidades: “Uno vive un tipo de vida totalmente diferente a la del otro, muy parecido a como era entre James Hunt y yo”.
La rivalidad favorita, con Vettel
La salida de Rosberg y el arribo de Valtteri Bottas oxigenó el ambiente en Mercedes. Pero Hamilton necesita medirse, sostenerse en estado de alerta. Sebastian Vettel fue el rival entre 2017 y 2018, aunque a diferencia de las anteriores disputas, la competencia fue más sana. No estuvo exenta de polémicas, como las maniobras en los GP’s de Azerbaiyán 2017: “Un movimiento equivocado y una decisión equivocada. Reaccioné exageradamente a lo que creía que era un “frenazo”. No me siento orgulloso, no puedo volver atrás, me equivoqué”, se disculpó el alemán por la maniobra en Bakú. “No creo que vaya a cambiar mi relación con Vettel. No siento que haya tensión entre nosotros”, contestó Hamilton, el hombre que quebró la hegemonía de cuatro coronas que el germano festejó entre 2010 y 2013 con Red Bull Racing.
“Mi batalla con Seb es mi favorita. Sabía que competía con un piloto increíble, pero también con un gran hombre: un cuatro veces campeón del mundo y en Ferrari, un equipo que estaba muy fuerte en ese momento. Nos costó mucho a los dos mantenernos enfocados carrera a carrera en ese momento, pero ese período difícil nos acercó: el respeto que nos tenemos es enorme”, recordó hace dos meses Hamilton.
La relación quedó de manifiesta con gestos. Vettel fue penalizado en el GP de Canadá 2019 y aunque cruzó en primer lugar la meta, el triunfo recayó en Hamilton. Seb bajó del auto y cambió la posición de los letreros 1 y 2, adjudicándose el de ganador; en la ceremonia de premiación, Lewis lo subió al primer escalón del podio. También fue el británico el que con varios llamados y mensajes alentó al alemán a continuar en la F.1, después que Ferrari informara en 2020 que Carlos Sainz sería el nuevo compañero de Charles Leclerc.
Hamilton descubre en Verstappen a una nueva amenaza para su reinado y está dispuesto a desatar una feroz batalla, como antes lo hizo con Alonso y Rosberg. Silverstone enseñó que la aventura 2021 se ofrece como el campeonato más pesado de los últimos años.
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