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Fórmula 1: el piloto 2, un rival que pocas veces amenaza a su compañero campeón
Hamilton, Rosberg, Pérez, Barrichello y Bottas compartieron boxes con el ganador de la corona en los últimos 20 años; cuánto exigió cada uno al otro hombre del equipo
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Ocho pilotos campeones del mundo enseña la Fórmula 1 en las últimas dos décadas. Desde Michael Schumacher hasta Max Verstappen, la lista contiene a otros nombres que marcaron una época, como los de Lewis Hamilton y Sebastian Vettel. Entre ellos están también el de Fernando Alonso, que rompió con la hegemonía de Káiser en el tablero, y los de quienes tuvieron el cetro en su poder una sola temporada: Kimi Räikkönen, Jenson Button y Nico Rosberg. Los veinte años exponen, a la vez, la escasa competencia que logró presentar el compañero de garaje al monarca: apenas un puñado de calendarios expresó paridad en la pista, una batalla por resultar la mejor espada del conjunto.
Se trata de una jugada siempre diseñada por los jefes de equipo, que destacan el valor del segundo piloto para la estructura pero prefieren no lidiar con dos lobos hambrientos en los circuitos y en los boxes. La última vez que la tensión quebró los límites se dio en 2016, cuando Mercedes debió intervenir con firmeza para recobrar la calma en lo que se había convertido en una lucha fratricida entre Hamilton y Rosberg, que finalmente se alzó con el Mundial. Sin embargo, el alemán, desgastado por la exigencia de la puja y sin fuerza para afrontar un nuevo año extenuante, anunció inmediatamente su retiro del Gran Circo.
La última temporada, la de 2023, generó entusiasmo solamente en los primeros compases, cuando Verstappen y Sergio Checo Pérez se dividieron los triunfos en cuatro grandes premios, con dos victorias para cada piloto. La avasallante campaña se redondearía al final del año con Red Bull Racing y el neerlandés como relucientes estrellas. La escudería austríaca que tiene sede en Milton Keynes, Reino Unido, no esconde preferencias por MadMax, que es un producto formateado a semejanza del equipo. Con el inefable y despiadado Helmut Marko y el boss Christian Horner en lo alto de la pirámide, el resto de la estructura se alinea detrás del campeón. La figura del mexicano, por cierto, no es decorativa, pero la brillantez de Verstappen la empequeñece. Para Pérez, la exigencia que provoca equipararse con el tricampeón desemboca en accidentes, despistes, desconfianza en el resto de la escuadra y una serie de derrotas que se convierte en desesperanza.
Los 290 puntos de diferencia en el Mundial, las 19 victorias de Max contra las dos de Checo en 22 grandes premios –tres a uno en el formato sprint– y la paliza de 19-3 en las pruebas de clasificación son una brecha que aumenta la presión en el mexicano. “Es necesario tener una dinámica en la que los pilotos conduzcan para el equipo, no sólo para ellos mismos. De lo contrario, puede volverse muy divisivo. No tendría sentido que Red Bull poseyera dos “alfas”: crearía una batalla y una mayor tensión dentro de la escudería”, apuntó Horner sobre la elección del piloto 1 y el 2. La única favorable que tuvo el tapatío fue lograr el subcampeonato, una imposición después de que no derrotara a Charles Leclerc (Ferrari) en 2022, cuando resultó tercero, y de terminar sexto en el Mundial en 2021, cuando Verstappen rompió con el reinado de Hamilton y aventajó a su compañero por 205,5 unidades.
Red Bull Racing desanda su segunda etapa de dominio en la Fórmula 1, con tres coronas de MadMax, luego de que entre 2010 y 2013 arrasara con el tetracampeonato de Vettel. Y fue en el comienzo del ciclo cuando pudo descompaginarse la serie. En 2010 Abu Dhabi era por primera vez parte del calendario y a la cita llegaron cuatro pilotos con posibilidades matemáticas de ser el campeón. El favorito era Alonso (Ferrari), que lideraba con 246 puntos. Las dos espadas de Milton Keynes lo perseguían: el australiano Mark Webber, a 8 unidades, y Vettel, a 15. Los números señalaban que Hamilton tenía chances, aunque necesitaba una debacle del resto. Fue la única temporada en que el alemán y el australiano estuvieron a la par –en 2011, 2012 y 2013 Sebastian abrumó, al extremo de que en el último año Red Bull habría logrado el Mundial de Constructores sin los puntos de Webber–, y la máxima tensión se vivió en el GP de Turquía, la séptima estación.
La tensión entre Webber y Vettel en Turquía 2010
Con Webber en racha positiva, un toque en la pista con Vettel cambió el estatus de cada piloto en la estructura. Del roce se recuerda el gesto con el dedo en el casco del alemán –señalando que su compañero estaba loco– y el apoyo en los boxes de Marko y Horner. “Cuando vi en televisión los abrazos que Seb recibió en el muro de boxes empecé a tener serias dudas de a quién iban a culpar”, señaló Webber. Sin oportunidad de discutir la maniobra con el germano y las cabezas del equipo, el australiano escribió al dueño de Red Bull, Dietrich Mateschitz, una larga carta. “Falta de espíritu de equipo: facciones adoptaron una postura inmediata y hablaron con los medios para culparme antes de analizar los hechos”, apuntó. “Tener a un perro viejo australiano ganando el título no era parte de los planes”, apoyó el italiano Flavio Briatore, su representante, a Webber.
Éste fue sacrificado en Abu Dhabi, donde terminó octavo, y Vettel, ganador, descubrió en una falla histórico de estrategia de Ferrari la puerta para ser campeón: el ruso Vitaly Petrov (Renault) y Rosberg (Mercedes) fueron grandes obstáculos en la pista para el avance de Alonso, que necesitaba finalizar cuarto para coronarse, y la bandera de cuadros cayó cuando ocupaba el séptimo lugar.
Mercedes padeció la tensión de Hamilton-Rosberg y aprendería la lección, contratando en 2017 a Valtteri Bottas, que sería eficaz para ayudar con su velocidad al británico y fiel a las órdenes del equipo. Pero antes, la escuadra alemana pasó varias temporadas bravas en su seno. Lewis y Nico empezaron a trabajar juntos en 2013 y un año después el garaje de Mercedes entró en combustión. La rivalidad provocó tirantez en la pista con choques en Bélgica en 2014 y España y Austria en 2016. El desafío fue permanente. La chispa se encendió en Mónaco 2014: Rosberg marcó un tiempo de pole y al salir de la curva Casino ensayó una maniobra extraña que generó la aparición de banderas amarillas. Así neutralizó a Hamilton, que abortó una vuelta en la que tenía mejores parciales que su compañero. La bronca se observó en el podio del domingo, donde el inglés, segundo, no saludó al germano, ganador.
En 2014 y 2015 Hamilton dominó a Rosberg: 13 victorias a 5 en el primer año, que tuvo vencedor en la qualies a Nico por 12 a 7; se invirtieron los números de las pruebas de clasificación al año siguiente y la cuenta de 12-7 se dio en favor del británico en los grandes premios. Pero en 2016 el alemán se reseteó para doblegar a su compañero y lograr la anhelada corona, con aquel desgaste tan grande que después de cumplir el objetivo Rosberg se marchó de la Fórmula 1. Cinco días transcurrieron desde la conquista hasta la despedida.
Dietas, hábitos de sueño, estudio de la telemetría del auto, enfoque carrera tras carrera fueron algunas de las exigentes normas a las que se abrazó, y aun así casi no le alcanzó el esfuerzo: triunfó por cinco puntos. “Dediqué toda mi vida para ganar un campeonato mundial, y fue más dulce que fuera Lewis aquél a quien derroté. Es bastante extraño en el deporte que el compañero sea el principal rival. Con Lewis fue demasiado lejos”, admitió Rosberg en la serie Drive to survive [Manejar para sobrevivir] de Netflix.
Nico Rosberg y Lewis Hamilton arruinan la carrera en España 2016
“No tenían relación. Estaban tan mal que no se saludaban por la mañana. Después del accidente en Barcelona [largaron primero y segundo y chocaron en la primera vuelta] tuvimos que imponer normas, castigos, porque somos jugadores de equipo y estaban destrozándose uno al otro. Toto [Wolff] aportó reglas y tuvimos nuevamente paz”, recordó un año más tarde Niki Lauda, que con una frase definió las personalidades: “Viven vidas totalmente diferentes. Muy parecido a como era entre James Hunt y yo”.
En Brackley no quisieron nuevas tensiones y Bottas encajó a la perfección. Nunca el finlandés logró ensombrecer a Hamilton, que de 2017 a 2020 sumó las cuatro coronas. Valtteri hizo la tarea para que Mercedes mantuviera el dominio en el Mundial de Constructores –en las dos últimas campañas el nórdico resultó subcampeón–, y ese papel de escudero se reflejó nítidamente en el GP de Rusia de 2018. “Fue un auténtico caballero al dejarme pasar. Puedo entender lo difícil que fue para él, que merecía la victoria. Fue un trabajo en equipo”, lo reconoció Hamilton, que aludió a Rosberg: “Durante un tiempo, mi compañero de equipo fue mi mejor amigo, pero cuando uno trabaja toda la vida para ganar y sólo uno de los dos puede hacerlo, se genera mucha fricción”.
“Lewis sabe lo mucho que deseo la victoria y mi primer título, y cuando me derrota es como si me apuñalara. Es difícil, porque lo único que procura un piloto es ganar y a veces soy un piloto de apoyo”, admitió el rol de segunda cuerda Bottas, que ahora desanda sus días en Alfa Romeo y desea continuar en la F. 1 cuando Audi tome las riendas de la estructura.
Al igual que Hamilton con Bottas, el resto de los campeones no tuvo un compañero que desatara el fuego amigo. Rubens Barrichello acompañó a Michael Schumacher y no tuvo reparo en admitirlo un par de años atrás ante LA NACION: “Sin dudas, él era un fenómeno, pero yo estaba ahí para exigirlo, para ganarle. Él era mejor que yo, pero no sabemos si la diferencia era de 51 a 49 o de 70 a 30. No lo sabemos, porque si las condiciones no son normales, los números no son exactos. Yo sabía hasta dónde podía llegar y no reniego de eso. No tengo mal el corazón por nadie, porque Michael me trató siempre muy bien, con respeto. Éramos diferentes, pero nos aceptábamos, compartíamos y cumplíamos los objetivos de Ferrari”, declaró el paulista, que fue el ladero del séptuple campeón en las cinco consagraciones de la Scuderia entre 2000 y 2004, y dos veces subcampeón (2002 y 2004). Rubinho vio campeón a otro compañero, Jenson Button, en 2009 y aportó 77 puntos –victorias en Valencia y Monza– para que Brawn GP obtuviera el Mundial de Constructores.
La última corona de pilotos de Ferrari tiene la firma de Räikkönen: el finlandés tuvo la ayuda de su compañero de garaje Felipe Massa y la de la guerra de egos entre Hamilton y Alonso, hombres de McLaren, que dilapidaron la oportunidad de consagrarse monarca. Kimi arribó a Interlagos, Brasil, tercero en el campeonato, con 100 puntos; el líder era Lewis, con 107, y el español lo escoltaba, con 103. Massa marcó la pole y tomó ventaja en la largada, con Raikkönen por detrás después de partir tercero. Hamilton dibujó un trompo, cayó a la octava posición y luego lidió con problemas en la caja de velocidades: terminó séptimo. Un motor escaso en potencia relegó a Alonso, que completó el podio, donde celebraron “El Hombre de Hielo”, Massa –aceptó la orden de Jean Todt de dejar pasar a Kimi– y la Scuderia.
“Es el piloto más fuerte y difícil contra el que corrí. Siempre se destacaba en todas las situaciones: sin errores, muy concentrado y consistente en las carreras. Y también era político, cosa que también es parte del trabajo. Tuvo a Briatore como manager y a Telefónica como patrocinador en Renault, pero no lo beneficiaron por encima de mí”, sentenció Giancarlo Fisichella sobre Alonso el año pasado. El italiano compartió las dos temporadas en las que el asturiano se consagró campeón de Fórmula 1 y en carrera la estadística es abrumadora: 32 a 3 lo vapuleó el ovetense en grandes premios.
Rosberg y Bottas en dos ocasiones cada uno, Barrichello, Hamilton y Checo Pérez son los cinco pilotos que en las últimas dos décadas fueron subcampeones del compañero de equipo. Del quinteto, solamente el séptuple campeón británico resultó una verdadera amenaza para el monarca.
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