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Fórmula 1. El Gran Premio de Mónaco que dinamitó la relación Hamilton-Alonso
La victoria del español y el segundo puesto del británico en el principado, en 2007, abrió una grieta entre los pilotos de McLaren; la batalla interna que desembocó en la pérdida del campeonato por un punto con Raikkonen
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El Gran Premio de Australia encendió la mecha y en las glamorosas calles del circuito de Mónaco se produjo el estallido. La temporada 2007 de la Fórmula 1 resultó la última que descubrió a un piloto de Ferrari campeón, pero también la que desató una feroz batalla en McLaren: Kimi Raikkonen ostenta la celebración que extraña la Scuderia desde hace 13 años; Lewis Hamilton y Fernando Alonso, los que soltaron una tempestad en la maquinaria de Woking. El británico y el español nuevamente en el principado, camino a la quinta estación del calendario 2021, que comenzará este jueves con las dos tandas de entrenamientos y terminará el domingo con la carrera de 78 giros al trazado de 3337 metros. Atrás, el recorrido de la tormentosa relación que apenas se sostuvo durante un ciclo: el asturiano se marchó al año siguiente a Renault y Hamilton allanó la ruta para la primera de sus siete coronas.
Con el bicampeonato de 2005 y 2006 con Renault, Alonso se incorporó a McLaren, que presentaría una nueva pareja de pilotos, porque Hamilton también se unía desde el GP2 y juntos tomaban las butacas del colombiano Juan Pablo Montoya y el finlandés Raikkonen. La primera escena de la temporada oficial graficó la rivalidad que expondría la aventura. El circuito de Melbourne ofreció la chispa: el ovetense, el piloto que destronó a Michael Schumacher, era el rey indiscutido del Gran Circo y McLaren se presentaba como el espacio para extender el reinado, aunque la casa de Woking sentó a la promesa británica a su lado, al joven al que Ron Dennis venía apoyando desde niño y por quien el equipo y Mercedes invirtieron millones de euros.
La primera curva de Albert Park, la que lleva de nombre Jack Brabham, reflejó que el novato no respetaría los títulos del campeón. Hamilton partió desde el cuarto lugar y en metros superó a Nick Heidfeld (Sauber) y a Alonso, que había largado desde el segundo cajón. La maniobra generó un griterío de aliento en el box, lo que hizo que el manager del español se marchara al garaje de Renault a mirar la carrera. La victoria la firmó Raikkonen, con Alonso en el segundo lugar –estiró el primer stint y recuperó el puesto con el último suspiro- y el rookie completando el podio. “Parece que en Australia siempre me tengo que pelear con mi compañero, como me pasó con [Giancarlo] Fisichella en Renault”, fue el mensaje que el asturiano le envió al equipo para imponer su condición de piloto estrella.
Llegaron al GP de España igualados en puntos -22- los mismos que presentaba Raikkonen; Alonso con un triunfo –en Malasia- y Hamilton con podios en las tres carreras. En Montmeló se observó que la dinámica en McLaren no era la misma con la que se inició el curso. “Hamilton hablaba por la radio de otra manera, más seguro. Preguntaba de todo y cuando terminó la carrera su equipo lo miró de otro modo, era algo más que un segundo piloto”, contó el mecánico Marc Priestley, que trabajó entre 2000 y 2009 en la escudería británica, en el libro The Mechanic.
Cuando Hamilton alzó la voz
Con el podio en el estreno en Melbourne, Hamilton demostró ser un hábil declarante. “Qué puedo decir: fui puntero de la carrera en mi debut [entre las vueltas 19 y 22], alcancé el podio y… no sé qué pasó en la segunda parada en los boxes. Pero estoy muy feliz”, expuso, con una sonrisa que desbordaba felicidad, pero también escondía disconformidad porque desde el garaje no lo empujaron a mantener el segundo puesto. Consumado el éxito de Alonso en Mónaco, con una ceremonia de premiación en donde se desataronb las risas y en la que Lewis vació la botella de champagne en la espalda de su compañero, el estallido.
Las gracias del festejo sucedían a la tirantez que habían transmitido las comunicaciones de las radios. En las últimas 20 vueltas, Alonso debió gestionar los frenos, porque la refrigeración era un inconveniente que sufrían la mayoría de los equipos en un dibujo con curvas lentas. Manejó a velocidad crucero, frenando mucho antes de cada curva. Detrás, Hamilton volaba, le recortó de modo salvaje la diferencia y criticó que el equipo no le permitiera atacar la posición de su compañero. “Soy más veloz, estoy aquí para correr no para ser segundo”, se quejó a su ingeniero; “¿Qué diablos está haciendo? ¿Nadie habla en su radio? Esto es una locura”, apuraba Alonso, dando un contrapunto. Ron Dennis intervino, porque el patrón quería asegurar la victoria de McLaren en Mónaco: “Lewis, soy Ron: retrasa y asegura el 1-2: ¿entiendes el mensaje?”.
El tester de McLaren, Pedro De la Rosa, expuso que terminada la ceremonia del podio un jefe del equipo le insinuó a Alonso que la victoria debió ser para Hamilton, que fue más rápido que el español. Los modos del intercambio enojaron al bicampeón, que sintió desprotección de su equipo y entendió que de compañero tenía a un áspero rival. “Creo que fue el principio del fin, desgraciadamente, porque Lewis mejoró de manera incesante y Fernando observó que la velocidad y la consistencia lo presentaban con más potencial del que se esperaba para pelearle el liderazgo”, comentó el año pasado el catalán, que considera que trabajó con la mejor pareja de pilotos de la historia: “Mirabas los datos y decía, son de otro planeta. Tenían un nivel increíble. Se tenían mucho respeto, fue una dura pero justa batalla entre dos gladiadores, sin roces ni rotura de alerones”.
El desenlace de la aventura es conocido: Raikkonen les birló la corona en la última cita, en Brasil, para consagrarse campeón por apenas un punto (110 sobre 109 de Hamilton y Alonso). El escandinavo casi que no figuraba en la pelea, porque había arribado a Interlagos con una cosecha de 100 unidades, contra las 107 del británico –máximo favorito- y las 103 del español. La pelea interna, el error en el GP de China –con los neumáticos desgastados siguió de largo en la entrada al pitlane y quedó atascado en la grava- y el Spygate –caso de espionaje entre McLaren y Ferrari- derrumbaron al novato, que tendría desquite al año siguiente para iniciar una cosecha que esta temporada podría romper un récord. Para Alonso nada fue igual: retornó a Renault, fue piloto de Ferrari por cinco temporadas y se hundió nuevamente en McLaren entre 2015 y 2018. Hizo un impasse y volvió en 2021, a los 39 años y con la ilusión de en el futuro cercano repetir con Alpine los éxitos del pasado.
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