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Fórmula 1: cómo fue la temporada que dinamitó la relación entre Lewis Hamilton y Fernando Alonso
Compañeros en McLaren en 2007, el británico y el español protagonizaron una batalla interna que desembocó en la pérdida del campeonato, por un punto, con Kimi Raikkonen (Ferrari)
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Cinco curvas y el estallido. El Gran Premio de Bélgica, el reciente domingo, en el circuito de Spa-Francorchamps, reavivó las disputas que sostuvieron en el pasado Lewis Hamilton y Fernando Alonso en la Fórmula 1. La maniobra de sobrepaso que ensayó el británico terminó en un accidente y en el abandono del piloto de Mercedes, mientras el español lanzó por la radio mensajes altisonantes con el séptuple campeón del mundo como destinatario. Los juegos de palabras continuaron en el paddock, durante la rueda con los medios. Desafiante, la estrella de la escudería de Brackley admitió el error, pero no pidió disculpas al ovetense, que no retrocedió y apeló a la ironía para establecer las diferencias.
Para descubrir el origen del distanciamiento, sin embargo, hay que retroceder 15 años, cuando fueron compañeros en McLaren. La escalada de desencuentros y la desconfianza desembocó en la pérdida del campeonato de 2007, cuando Hamilton y Alonso arribaron como favoritos a la corona al circuito de Interlagos, pero fue Kimi Raikkonen quien abrazó el título junto con Ferrari.
“¡Qué idiota! Me cerró la puerta desde el exterior. Hice una megasalida, pero este chico solo sabe manejar cuando es primero”, explotó Alonso, después que Hamilton intentara superarlo, aunque el británico no hizo más que activar un incidente en la primera vuelta de la carrera. El auto N°44 de Mercedes, que tomó vuelo después de que el neumático trasero derecho se montara sobre el delantero izquierdo del Alpine del español, continuó unos metros hasta que desde el box el ingeniero Peter Bonnington ordenó la inmediata detención en la pista para no elevar los daños. Alonso, mientras rodaba con el Auto de Seguridad, le hizo señas al británico, que esperaba la asistencia y luego se retiraría, cabizbajo, caminando rumbo al garaje.
Fernando with a finger wave to Lewis after their tangle 👀#BelgianGP #F1 pic.twitter.com/sLfsNrkGPP
— Formula 1 (@F1) August 29, 2022
Los comisarios deportivos de la FIA determinaron que la maniobra no merecía una investigación y la calificaron como incidente de carrera. También Hamilton apuntó en esa dirección: “Mirando de nuevo las imágenes estaba en mi punto ciego y no le dejé suficiente espacio y pagué por eso. No fue intencional”, relató. Lejos de esas argumentaciones asomó Alonso, de palabras punzantes: “Yo normalmente tengo más cuidado. Creo que pensó que no estaba ahí. No creo que sea un error: en el momento intentar tomar el rebufo, frenar tarde y doblar, a veces no se gestiona por completo la distancia con otros autos y dónde está el resto”.
Las batallas en la pista entre los campeones del mundo se multiplican. El Gran Premio de Hungría del año pasado fue el antecedente inmediato y posiblemente el más vibrante: Alonso, con un auto más lento, contuvo a Hamilton durante diez giros y así posibilitó la victoria a su compañero de equipo, Esteban Ocon. El asturiano regaló una clase magistral de manejo defensivo y por momento sacó de las casillas al británico. “Cuando compites contra un dos veces campeón del mundo, probablemente sea uno de los rivales más duros, pero también limpio. Aunque diría que estuvo un poco por encima del límite”, reclamó Hamilton, en Hungaroring. “Lewis siempre se queja. No escuché nada de la FIA, así que supongo que estuve bien”, respondió Alonso. En 2017, en el autódromo Hermanos Rodríguez de México; en 2013, en Nürburgring y en Montreal y en los múltiples episodios de 2007, el duelo recobró vigencia.
El nudo del desencuentro
El Gran Premio de Australia encendió la mecha y en las glamorosas calles del circuito de Mónaco se produjo el estallido. La temporada 2007 soltó una tempestad en McLaren. Con las coronas de 2005 y 2006 con Renault, Alonso se incorporó a la escudería de Woking, que presentaría una nueva pareja de pilotos, porque Hamilton también se unía desde el GP2: juntos tomaban las butacas del colombiano Juan Pablo Montoya y el finlandés Raikkonen. El primer episodio de la temporada graficó la rivalidad que expondría la aventura. El circuito de Melbourne ofreció la chispa: el ovetense, el piloto que destronó a Michael Schumacher, era el rey indiscutido del Gran Circo y McLaren se presentaba como el espacio para extender el reinado, aunque la casa de Woking sentó a la promesa británica a su lado, al joven al que Ron Dennis venía apoyando desde niño y por quien el equipo y Mercedes invirtieron millones de euros.
La primera curva de Albert Park, la que lleva de nombre Jack Brabham, reflejó que el novato no respetaría los títulos del campeón. Hamilton partió desde el cuarto lugar y en metros superó a Nick Heidfeld (Sauber) y a Alonso, que había largado desde el segundo cajón. La maniobra generó un griterío de aliento en el box, lo que hizo que el manager del español se marchara al garaje de Renault a mirar la carrera. La victoria la firmó Raikkonen, con Alonso en el segundo lugar –estiró el primer stint y recuperó el puesto con el último suspiro- y el rookie completó el podio. “Parece que en Australia siempre me tengo que pelear con mi compañero, como me pasó con [Giancarlo] Fisichella en Renault”, fue el mensaje que el asturiano le envió al equipo para imponer su condición de piloto estrella.
Llegaron a la cuarta estación, el GP de España, igualados en puntos -22-, los mismos que presentaba Raikkonen; Alonso con un triunfo –en Malasia- y Hamilton con podios en las tres carreras. En Montmeló se observó que la dinámica en McLaren no era la misma con la que se inició el curso. “Hamilton hablaba por la radio de otra manera, más seguro. Preguntaba de todo y cuando terminó la carrera su equipo lo miró de otro modo, era algo más que un segundo piloto”, contó el mecánico Marc Priestley, que trabajó entre 2000 y 2009 en la escudería británica, en el libro The Mechanic. Pero Hamilton venía ofreciendo señales desde el estreno, cuando disparó por la ausencia de apoyo para pelear por el segundo puesto con Alonso. “Fui puntero de la carrera en mi debut [entre las vueltas 19 y 22], alcancé el podio y… no sé qué pasó en la segunda parada en los boxes. Pero estoy muy feliz”, expuso, con una sonrisa que desbordaba felicidad, pero también escondía disconformidad.
Consumado el éxito de Alonso en Mónaco, con una ceremonia de premiación en la que las risas estallaron y Lewis vació la botella de champagne en la espalda de su compañero, el caos. Porque el desenfado del podio tuvo como preludio un duelo en las radios. En las últimas 20 vueltas, Alonso debió gestionar los frenos, porque la refrigeración era un inconveniente que sufría la mayoría de los equipos en un dibujo con curvas lentas. Manejó a velocidad crucero, frenando mucho antes de cada curva. Detrás, Hamilton volaba, le recortó de modo salvaje la diferencia y criticó que el equipo no le permitiera atacar la posición de su compañero. “Soy más veloz, estoy aquí para correr, no para ser segundo”, se quejó a su ingeniero; “¿Qué diablos está haciendo? ¿Nadie habla en su radio? Esto es una locura”, apuraba Alonso, dando un contrapunto. Ron Dennis intervino, porque el patrón quería asegurarse la victoria de McLaren en Mónaco: “Lewis, soy Ron: retrasa y asegura el 1-2: ¿entiendes el mensaje?”.
El tester de McLaren de aquella campaña, Pedro De la Rosa, expuso que terminada la ceremonia del podio le insinuaron a Alonso que la victoria debió ser para Hamilton, que fue más rápido que el español. Los modos del intercambio enojaron al bicampeón, que sintió desprotección de su equipo y entendió que de compañero tenía a un áspero rival. “Creo que fue el principio del fin, desgraciadamente, porque Lewis mejoró de manera incesante y Fernando observó que la velocidad y la consistencia lo presentaban con más potencial del que se esperaba para pelearle el liderazgo”, comentó el catalán, que considera que trabajó con la mejor pareja de pilotos de la historia: “Miraba los datos y decía, son de otro planeta. Tenían un nivel increíble. Se tenían mucho respeto, fue una dura pero justa batalla entre dos gladiadores, sin roces ni rotura de alerones”.
No existieron demasiados duelos directos en la pista en 2007, pero el de Indianápolis fue otro capítulo extremo. Alonso presionó a Hamilton, que supo defenderse y ganó la carrera. Los autos, en la recta del tradicional óvalo estadounidense, estuvieron a escasos centímetros cuando rodaban a 330km/h. El festejo del británico contrastó con los gestos del español contra el muro de boxes, una señal de protesta a McLaren.
La interna feroz también se trasladó a las pruebas de clasificación y el Gran Premio de Hungría resultó una explosión dentro del garaje. Al comienzo de la Q3, Hamilton lideraba y se desató el caos: Alonso estaba en boxes para cambiar neumáticos y el equipo lo mantuvo estático durante unos 20 segundos, antes de que lo habilitaran a salir de nuevo. Pero el español no aceptó la invitación de forma inmediata y tardó otros 10 segundos más antes de ponerse en marcha... Mientras, Hamilton, desesperado, estaba esperando su turno, justo detrás. El tiempo era tan ajustado que una vez que salió de los boxes, el británico no pudo llegar a la línea de meta lo suficientemente rápido como para completar otra vuelta. Alonso lo logró por apenas dos segundos, y se hizo con la pole position. Las imágenes de Ron Denis lanzando los auriculares y pidiéndole explicaciones al fisioterapeuta del español y la rueda de prensa que diseñó McLaren en la que los pilotos expusieron con gestos la gigantesca rivalidad, marcaron definitivamente la fractura.
El desenlace de la aventura 2007 fue insospechado: Raikkonen les birló la corona en la última cita, en Brasil, para consagrarse campeón por apenas un punto (110 sobre 109 de Hamilton y Alonso). El finlandés casi que no figuraba en la pelea, porque había arribado a Interlagos con una cosecha de 100 unidades, contra las 107 del británico –máximo favorito- y las 103 del asturiano. La pelea interna, el error en el GP de China –con los neumáticos desgastados Hamilton siguió de largo en la entrada al pitlane y quedó atascado en la grava- y el Spygate –caso de espionaje entre McLaren y Ferrari- derrumbaron al novato, que tendría desquite al año siguiente para iniciar una cosecha de siete coronas.
Para Alonso nada fue igual: retornó a Renault, fue piloto de Ferrari por cinco temporadas y se hundió nuevamente en McLaren entre 2015 y 2018. Hizo un impasse y volvió en 2021, con 39 años, con la ilusión de repetir los éxitos del pasado con Alpine. El año próximo lo intentará con Aston Martin. Mientras, reflota las viejas batallas con Hamilton.
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