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Después de 50 años: la ruta de los Torino de la Misión Argentina en Nürburgring
No fue un campeonato, tampoco se trató de una victoria en la pista. La participación de la Misión Argentina en las 84 Horas de Nürburgring, en 1969, tuvo una repercusión que superó las expectativas y se convirtió en un hecho que marcó la historia del automovilismo nacional. La carrera, un desafío que terminó en gesta. Una competencia irrepetible que se desarrolló del 19 al 23 de agosto, de la que se cumple medio siglo y que tuvo el pasado fin de semana un emotivo y anticipado festejo en Alta Gracia. La Fortaleza de Oreste Berta, uno de los artífices principales de aquel logro, junto a Juan Manuel Fangio, fue el eje de una celebración de la que participaron 500 Torino y alrededor de 5 mil personas. Los fanáticos de la marca observaron rodar a los tres autos modelo 380W-TC que participaron en Alemania y deslumbraron al mundo. Pero detrás de la proeza se tejieron decenas de historias, episodios que enriquecieron el logro, anécdotas que dibujaron cómo se vivió y se preparó el reto para medirse con Mercedes Benz, Porsche, BMW, Ford, Mazda, Alfa Romeo, Fiat…
El derrotero de los tres autos resultó un capítulo adicional, porque el destino de los Torino 380W-TC, números de serie 000047, 000048 y 000049, con patentes de la ciudad de Córdoba N°172.027, 172.028 y 172.029, fue muy diferente y recién en 2014 se produjo el reencuentro. Las 1000 Millas Sport de aquel año, que tuvo como partida el hotel Llao Llao, en Bariloche, fue el escenario que propició la reaparición pública de los autos que preparó Berta y que fueron conducidos por una selección de pilotos que realizó el Chueco Fangio. El auto N°3, el único que terminó las 84 Horas, ocupando el cuarto lugar en el clasificador, permaneció desde siempre en exhibición en el Museo Fangio de Balcarce y sin dudas es el emblema de la Misión Argentina. El auto que tripularon Eduardo Copello, Oscar Franco y Alberto Larry Rodríguez Larreta fue el que más giros dio al circuito de 22.835 metros: 334 vueltas, superando por 12 al Lancia vencedor. Pero una penalización –por cada minuto en boxes por reparación se le descontaba un giro– hizo que se le contabilizaran 315.
Al regreso, la delegación tuvo un recibimiento multitudinario en el aeropuerto internacional de Ezeiza, por las calles de Buenos Aires y por último con una caravana en Córdoba que terminó en la planta IKA-Renault de Santa Isabel. Pero desde entonces, el paradero de los Torino N°1 y N°2 fue una incógnita, como si la tierra se los hubiera tragado. Poco se conoció de esos dos autos, que recuperaron la identidad después del empeño y la pasión que enseñaron particulares como Mario y Francisco Suárez y el coleccionista Daniel van Lierde, quienes se resistían a que el paso del tiempo esmerilara la historia del automovilismo deportivo argentino y quedara incompleta la epopeya de la Maratón de la Route, el nombre oficial de la carrera que se desarrolló en territorio alemán, pero que fue organizada por el Royal Motor Unión de Lieja, de Bélgica.
El Torino N°2 fue el primero en abandonar la aventura y el único que durante algunos años siguió ligado a las competencias, ya que participó en carreras en San Juan: Grupo 2 del Anexo J, categoría Turismo Nacional; sin embargo, su última morada fue en Santa Fe. Medio siglo atrás, en medio de una lluvia torrencial y cuando se cumplían 42 horas de competencia, el Torino N°2, al comando de Jorge Cupeiro, se despistó y debió abandonar. "El auto no tenía grandes daños –afirmó Berta–, pero quedó encajado en un sector del que no podía salir por sus propios medios. Luego comprobamos que el auto era ingobernable sobre el piso mojado a causa de un golpe anterior, que lo había desaliñado". Así, también quedaron truncas las ilusiones de Gastón Perkins y el Chino Eduardo Rodríguez Canedo.
La búsqueda se inició en 2009 y reconstruir el auto fue prácticamente como armar un rompecabezas, debido a que los esfuerzos de Suárez descubrieron que el Torino N°2 pasó por varias manos, en su mayoría descuidadas o que no tenían conocimiento de la reliquia que tenían en su poder. La carrocería apareció en las cercanías de Rafaela, donde estuvo durante 22 años; el tanque de nafta de 140 litros –así los armaba Heriberto Pronello, preparador junto a Berta de Torino en Turismo Carretera–, en Chaco… El resto fue una tarea de orfebre, ya que ese auto, después de protagonizar un accidente de tránsito, fue desmantelado en un taller mecánico y se vendieron las piezas. Un dato del desguace: la caja de velocidades y los frenos fueron instalados en camionetas.
La restauración duró dos años y se realizó a la par del Torino N°1, que en 2003 fue descubierto en Moreno. El auto estaba prácticamente destruido y constatar que era la unidad original –por entonces ya habían aparecido varias réplicas– le demandó aproximadamente 36 meses a Van Lierde, que comenzó los trámites de compra –se presume que pagó alrededor de 50 mil dólares– y de transferencia de dominio, luego de que supiera de manera fehaciente que se trataba del coche que tripularon Luis Rubén Di Plama, Oscar Cacho Fangio y Perkins, que pasó al Torino N°1, después que el N°2 quedara fuera de carrera.
El coleccionista se reunió con Berta para que certificara que no era un "auto trucho" y uno de los mecánicos que viajó a Nürburgring le suministró una información: al revisar el tablero de instrumentos descubrió un relay que él mismo colocó en 1969 para solucionar inconvenientes eléctricos. Berta, por su parte, se concentró en mirar el diferencial, porque en las pruebas anteriores a la carrera y chocó al Torino N°1 y se le debió modificar la suspensión. Por ese motivo la bautizaron Bananita, como la denominó con humor el Loco Di Palma, ya que la carrocería quedó torcida al enderezar la suspensión. "En la recta no lo puedo llevar, pero no sabés cómo dobla", comentaba entre risas. Fue al volante del arrecifeño que el Torino N°1 quedó fuera de competencia en Nürburgring: las luces empezaron a fallar y aunque entró a boxes a reparar, el problema reapareció. De madrugada, conduciendo a ciegas, Di Palma erró el cálculo en el ingreso a una curva y rompió el cárter… Volvió llorando y con ayuda de los asistentes de pista.
Después de la reconstrucción de sus historias y a puro brillo, los tres Torino de Nürburgring tuvieron su homenaje el pasado fin de semana, en los festejos de los 50 años de la llamada Misión Argentina. Una celebración que desde ahora se repetirá cada 365 días, una manera de mantener viva la historia de una carrera icónica para el automovilismo nacional.
Un destino impensado
Del Rally de Montecarlo al infierno verde alemán. Cuando Oreste Berta y Héctor Pirín Gradassi viajaron a Mónaco, la idea era participar con Torino en el Rally de Montecarlo. Pero la francesa Lucette Pointet, piloto de Citröen, diagnosticó que la Maratón de la Route se ajustaba mejor a las características del Toro.?De regreso en la Argentina, Berta no encontró respaldo en Ivonne Lavaud, presidente de IKA-Renault, por lo que el Mago recurrió a Juan Manuel Fangio para reactivar el proyecto.?De la lista inicial de pilotos que seleccionó el quintuple campeón de la F.1, Carlos Reutemann y Juan Manuel Bordeau fueron bajas, por motivos diferentes: Lole pretendía un resarcimiento económico, aunque durante el anunció Fangio sostuvo que ningún de los participantes cobraría. Por ese motivo fue convocado Oscar Cacho Fangio; Bordeau sufrió un accidente en una carrera, fracturándose una pierna, por lo que Oscar Franco pasó de suplente a titular y fue quien terminó la carrera al manejo del Torino N°3.?Gradassi, el piloto que viajó con Berta a Mónaco no fue parte de la lista y fue el propio prepadaror el que dio el motivo: "Gradassi de noche no ve", sentenció.
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