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Agustín Canapino: “No descubro una exigencia mayor a las 500 Millas de Indianápolis”
El arrecifeño, que largará 22° en la legendaria carrera de IndyCar, analiza su progreso y las dificultades en la categoría, la relación con Romain Grosjean y la sensación única de correr en un óvalo
- 13 minutos de lectura'
Primer piloto argentino en repetir de modo consecutivo en las 500 Millas de Indianápolis, la legendaria carrera que será el quinto episodio puntuable del calendario de IndyCar es un carrousel de emociones para Agustín Canapino. La tranquilidad por asegurarse la clasificación con el tiempo en la primera salida, el sábado 18 de mayo, contrastó con la gigantesca frustración que lo envolvió al tener que abortar el tercer intento por una falla del motor Chevrolet. Los parciales de dos giros, de los cuatro giros que se computan para promediar la marca, reflejaban que el arrecifeño del Juncos Hollinger Racing tenía posibilidades de clasificarse con holgura entre los 12 mejores que batallaron al día siguiente por la pole que firmó el neozelandés Scott McLaughlin, del poderoso Team Penske.
El clasificador final lo enseña a Canapino en el puesto 22°; el domingo, desde las 13.45 y si el clima acompaña, largará desde la séptima fila junto a Sting Ray Robb y el rokkie Christian Rasmussen. Completar las 200 vueltas será el primer reto, ese que quedó inconcluso en el estreno, en 2023, con el accidente que lo arrolló cuando restaban siete giros. “Es una carrera única, difícil de explicar. No hay nada que se le parezca: la adrenalina, el peligro, la exigencia, todo es extremo. Cada detalle a 390km/h se magnifica, porque a esa velocidad todo puede pasar. Estás jugando hasta tu pellejo, mirá si no será algo especial”, relata el Titán, en diálogo con LA NACION, desde el mítico Indianápolis Motor Speedway.
-¿Cuánto tiempo te llevó superar la frustración por interrumpir la vuelta cuando los parciales señalaban tiempos para estar entre los 12 mejores?
-Todavía no lo puedo creer, no puedo creer que haya pasado lo que pasó: es surrealista. Recuperamos el auto del viernes, cuando terminé en el octavo lugar; una posición increíble. El sábado en las dos salidas no tuvimos la velocidad del día anterior, si bien nos fue bien, porque en la primera hice un tiempo para quedar 15° y terminamos clasificándonos con ese tiempo, de modo holgado y en un equipo chico, porque seguimos siendo un equipo chico. Es un montón lo que logramos, pero la realidad es que estábamos para mucho más y en esa última salida lo estábamos demostrando: en las dos vueltas llevábamos tiempos para terminar cuarto o quinto y falló el motor. Las vueltas habían sido perfectas y en la tercera transité de manera muy buena la Curva 1, el auto respondía y todo eso a 390 km/h… Una adrenalina tremenda y se me vino el mundo abajo. Estábamos logrando algo histórico y por una situación ajena a nosotros nos quedamos sin eso. Estamos clasificados a la carrera en el puesto 22°, que no es malo, y tenemos un montón de cosas positivas, pero fue tan grande lo que se perdió que sinceramente me costó un poco asimilar esa frustración.
-La explosión tuya por la radio fue sincera, pero ¿por qué falló el motor?
-Por suerte por la radio no dije ninguna mala palabra. Cuando bajé de sexta a quinta velocidad el motor tuvo un exceso de temperatura, inesperado. Es una falla que estuvo todo el día y lamentamos que no estuviéramos informados, porque podíamos haberlo evitado como hizo Arrow-McLaren, que tuvo el problema en la salida de Kyle Larson y lo solucionó para los restantes tres autos y después Larson marcó el quinto mejor tiempo. Ya está, ahora hay que mirar para adelante y la recuperación llegó al día siguiente. La práctica del lunes fue clave para empezar a armar el auto para la carrera y nos metimos entre los mejores cuatro. El coche de la carrera es totalmente diferente al de la clasificación. Es otro auto y es otra historia.
-¿Chevrolet garantiza que esta situación no se repita en la carrera?
-No debería suceder. Hay que mirar también la parte positiva: Chevrolet estuvo más rápido que Honda en la clasificación y en gran parte de nuestra performance tiene es importante el motor. Apretaron tanto que estas cosas pueden pasar: duele que nos haya pasado a nosotros y en el momento que no tenía pasar. Tuvimos esa porción de infortunio, que es parte de las carreras. Yo sé que es así, aunque meterme quinto en una clasificación de las 500 Millas de Indianápolis con un equipo nuevo y chico era una bomba tremenda. Era un antes y un después en mi carrera deportiva.
-¿Es totalmente distinto el auto con el que se clasifica al auto de la carrera?
-En la clasificación tenemos aire limpio y el motor tiene 100 caballos más de potencia. El turbo se reduce para correr, porque si no los motores no resistirían tanta exigencia. El 90 por ciento de la carrera la transitas bajo el motor y el alerón del que viene adelante, es otra historia. La turbulencia cambia la forma de andar, la puesta a punto, las formas de administrar el neumático para que se degrade lo menos posible, el combustible cambia las alturas… No es lo mismo rodar con aire libre, con cinco autos, o con 15 o 20. Es todo muy fino, muy difícil: rodar con aire sucio para seguir al grupo o ensayar sobrepasos es muy difícil. Por eso la práctica del lunes era tan importante y esperamos con la misma expectativa la del viernes.
-Los pilotos del Team Penske marcaron favoritismo en la clasificación al marcar los tres mejores tiempos, ¿la carrera tiene múltiples candidatos?
-Es la magia que tiene esta categoría, que es la más competitiva del mundo. Nunca vas a saber quién va a ganar: siempre hay muchos candidatos y todos buenos. La paridad del reglamento hace que los equipos chicos pueden dar pelea ante las estructuras gigantes. Los autos del equipo Penske no tuvieron ningún problema y estuvieron en otra dimensión: más de media milla por encima de cualquiera. Pero del cuarto para atrás estábamos para pelearles a todos: ser el mejor del resto es estar muy bien.
-Con la experiencia de 2023, ¿en qué sentís en que avanzaste como piloto?
-En todo, pero de verdad. En lo físico soy otra persona: al comienzo del año pasado no podía soportar la exigencia, terminaba con dolores insoportables porque el auto y los circuitos son absolutamente demandantes. Mejoré por el entrenamiento, pero principalmente por el acostumbramiento. Nunca había hecho algo parecido. En un monoplaza estás sentado de un modo diferente a un auto de turismo: vas con las rodillas casi en la pera, al lado de las ruedas delanteras. Manejás un auto de 800 caballos, con muchísima carga aerodinámica y frenos de carbono. Los neumáticos entran en temperatura o se enfrían de una manera totalmente distinta a los de un auto de turismo… Para mí fue prácticamente arrancar desde cero: en lo personal siento que logré buenos resultados y que cada vez estamos mejor, por lo que se puede ver el progreso. Haber estado más rápido que pilotos como Callum Ilott, subcampeón de la Fórmula 2 y piloto de reserva de Ferrari, en varios momentos del año pasado, en especial en el final, o venir de dos clasificaciones seguidas por encima de Romain Grosjean, un piloto de nivel mundial… Pensá que hace un año y medio apenas me había subido al auto de F.3 de Omar El Bacha para una prueba, todo esto que fui consiguiendo es una motivación, porque en los papeles parecía que estaba enfrentando un imposible.
-¿Qué pensás que está faltando para completar un resultado?
-Falta el detalle, que parece poco, pero es lo que marca la diferencia entre el ganador y el cuarto. Para mí, ser 15° o 12° es muy bueno, pero creo que estamos para más. El año recién empieza, van cuatro carreras, y tenemos que seguir metiéndole con todo, porque claramente demostramos que podemos ser protagonistas.
-¿Cuál es la medida para analizar que un puesto 15° o 12° es la referencia a la que le apuntas?
-El año pasado mi posición real era el puesto 26°, después tuve varios resultados mejores y también abandonos, pero ese era el lugar de un rookie que no conocía ni los autos ni los circuitos. Ahora el análisis es que hay cinco equipos muy grandes, con mucho poder económico, experiencia en la categoría y desarrollo. Esos cinco equipos meten en conjunto entre 15 y 18 autos en una carrera, porque lo que estar 15° ya empieza a ser difícil. Están los autos de Penske, Chip Ganassi, Andretti, McLaren y Rahal; después hay equipos también muy buenos como Foyt, Carpenter y Meyer, pero como los otros son tan grandes estos no lo parecen, aunque lo son. Y Juncos Hollinger Racing lo que logró no sé si tiene precedentes en el automovilismo mundial: estar en tan poco tiempo en el nivel en que se puso, tener a un piloto en sus filas como Grosjean, las performances ante estos monstruos del automovilismo estadounidense… Es para sacarse el sombrero lo que hizo Ricardo [Juncos]: es una serie de Netflix que todavía no tiene final. Porque no se conforma: quiere estar entre los mejores 15, en el top ten y por qué no pelear dentro de un tiempo por una victoria… Con los pies sobre la tierra, porque nadie puede salir de un día para el otro a querer ganarle a los cinco grandes: es todo un proceso. Ahora estamos en el tiempo de molestarlos un poco y generarles competencia.
-¿La llegada de Grosjean, con 11 temporadas en la Fórmula 1 y tres en una estructura poderosa como Andretti, ofrece un salto de calidad al equipo?
-Para el equipo es un gran paso hacia adelante. Es un piloto top que quizás a un equipo grande no le mueve la aguja, pero a nosotros sí. En lo deportivo, con él tenemos más velocidad de la que mostramos en 2023 y una experiencia que no teníamos. Y en marketing dimos un salto, porque antes tampoco teníamos la repercusión de ahora y eso también suma. Es por lejos el piloto al que la gente le pide más fotos y autógrafos, y a nosotros como equipo nos marca el camino. Para mí compartir el equipo con él es algo que jamás hubiera imaginado en mi vida. Una satisfacción poder vivir esta experiencia.
-Para vos es un combo de aprendizaje y tener que rendir siempre al máximo para no quedar alejado de sus tiempos.
-Andar más rápido que él me significa un tremendo progreso, porque él es un piloto muy rápido. El automovilismo es dinámico y que yo ande mejor ahora no quiere decir que vaya a ganar o que él no se recupere y vuelva a marcar el camino en los tiempos dentro del equipo. Pero esa competencia es lo que nos sirve a los dos para avanzar y al equipo para descubrir mejoras. Mi meta es estar a su altura, ganando y perdiendo. No ganó en IndyCar, pero tiene poles, once años en la F.1 y los pergaminos en la escalera para llegar a la F.1.
-El caso Grosjean, ¿es una referencia de lo difícil que es ganar en IndyCar?
-Podemos ganar y casi lo logramos en Laguna Seca el año pasado. Quizás la historia diga que no se ganó nunca, pero lo vamos a intentar. McLaren ganó la primera carrera del año, con Pato O’Ward, después que desclasificaron a los autos de Penske, pero en la pista no lo hacen desde 2022, en Iowa. Y es McLaren, con un presupuesto muchísimo mayor que el nuestro y experiencia de un equipo de F.1 atrás, y así y todo en la pista le cuesta ganar.
-¿La dificultad entre IndyCar y la F.1 para los pilotos podría ejemplificarse con las situaciones que desandan Theo Pourchaire y Oliver Bearman?
-Si Pourchaire se hubiera subido a la Ferrari en el lugar de Bearman en Arabia Saudita su desempeño imagino que hubiera sido igual o mejor, porque los antecedentes lo avalan. Es un tremendo talento y en IndyCar le cuesta un montón. Es más difícil porque los autos son más exigentes y la categoría es ultra competitiva. Los que estamos en esto sabemos que es así, pero para el que no sabe es un muy buen ejemplo de cómo se le dificulta, a pesar de estar haciéndolo muy bien, a un campeón de F.2 y subcampeón de F.3 como Pourchaire. Bearman debutó de emergencia y lo hizo casi al nivel de Sainz Jr. En la F.1 tenés una ventana de puestos, en especial si estás en Red Bull, Ferrari, McLaren y Mercedes, y acá es una competencia entre varios.
-¿El óvalo es el dibujo más dramático del automovilismo?
-No tiene comparación con nada. El de Texas y éste de Indianápolis, en particular. Los otros son extremos y difíciles, pero como vas más despacio y con mayor carga aerodinámica no se sienten tanto. Pensá que los alerones parecen una feta de queso cuando vas a 390km/h. Exigencia y adrenalina que solo a los americanos se les ocurrió explotar. Al principio le tenés miedo y respeto, porque el riesgo es real y te jugás la vida. Yo lo disfruto: es tan difícil, tan complicado, tan técnico, que te genera fascinación. Ganar una décima o media milla es un detalle mínimo, pero a la velocidad que se viaja, entre paredes, no te podés equivocar porque un error te puede costar muy caro y lastimar tu cuerpo. Ese fino no existe en otro lugar del mundo en una carrera de autos, creo que solo es peor si vas a competir en moto a la Isla de Man. ¿Por qué lo elegís? Simplemente porque amo lo que hago: amo la adrenalina, la velocidad, es lo que me apasiona y es para lo que nací. Más que esto para mí no hay: no descubro una exigencia mayor a la de las 500 Millas de Indianápolis.
-¿Qué recordás de tu primera visita al óvalo de Indianápolis?
-La primera vez que lo visité, en 2018, no fue durante una carrera. Fue el año en que vine a preparar al taller de Ricardo [Juncos] las 24 Horas de Daytona y le pedía por favor que me llevara al circuito, porque me desesperaba por conocerlo. Me paré en el medio de la pista, donde están los ladrillos en el piso, miré hacia la derecha y hacia la izquierda y al ver esos curvones de 90 grados dije ‘si acá corren a 390km/h están totalmente locos, no tienen nada en la cabeza’. Y mirá donde estoy ahora, ante la segunda oportunidad de correr en las 500 Millas de Indianápolis. Una cosa de locos.
-El presente son las 500 Millas de Indianápolis, después estará lo que resta del calendario, ¿proyectas o hay alguna idea de lo que será el 2025 para Canapino?
-Cero. En mi cabeza, y es un acuerdo que tenemos con Ricardo, es que se trata de un día a día. Recién el 15 de septiembre, cuando termina el campeonato, veremos. No tengo ningún apuro ni nada que confirmar, porque esto es una aventura en la que tengo que dar siempre el 100%. Lo que logré es muchísimo más de lo que imaginé cuando hice el primer contacto, en eso estoy muy satisfecho, pero obviamente quiero más, porque eso está en mi naturaleza: un podio, una pole, ganar una carrera… Es el sueño que persigo, pero si no me sale miro desde donde vine y a dónde llegué. Obviamente que me gustaría quedarme cinco o diez años más corriendo en IndyCar, porque con tiempo y experiencia podría pensar en ganar carreras y pelear un campeonato, que es lo que hice siempre en Argentina.
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