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24 Horas de Le Mans: cien años, dos triunfos argentinos y la más grande tragedia del automovilismo
Del peor accidente de la historia a las victorias de Froilán González y Pechito López; este sábado, desde las 11, la carrera
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La carrera estelar del Mundial de Resistencia. La prueba que tiene vida propia dentro del calendario, con una duración que prácticamente equipara al resto de las fechas de la temporada. Una competencia que fue llevada al cine, con actores de la talla de Steve McQueen, Matt Damon y Christian Bale. Un escenario que atizó la rivalidad entre Ford y Ferrari, aunque Porsche es la marca que más triunfos posee. Las 24 Horas de Le Mans cumplen 100 años y las historias se reproducen entre vencedores, vencidos, hitos, hombres que se convirtieron en leyenda, éxitos, fracasos...
Cuatro pilotos argentinos tomarán parte de la carrera del centenario, pero apenas dos compatriotas saborearon en las diez décadas de acción la victoria: José Froilán González, con la Scuderia, en 1954, y José María Pechito López, que festejó en 2021 con Toyota e intentará repetir junto a la fábrica japonesa. La gloria, la habilidad, la estrategia y también la suerte estarán una vez más en el autódromo de La Sarthe, en un desafío que resultó esquivo para Juan Manuel Fangio, que lideraba en 1955 y fue llamado a desertar después de la tragedia que se cobró 83 muertes y sigue siendo el peor accidente de la historia del automovilismo.
Cien años de las 24 Horas de Le Mans, que tuvo su estreno en 1923 con el triunfo de los franceses André Lagache y René Leonard a bordo de un Chenard-Walcker. Sin embargo, se tratará de la prueba número 91: la huelga de la industria automotriz en 1936 y la pausa por la Segunda Guerra Mundial entre 1940 y 1948 desarticularon la carrera en aquellos años. El astro del básquetbol LeBron James será el encargado de dar el pistoletazo de largada para los 61 autos, que se dividen en tres categorías: Hypercar, LMP2 y LMGTE. Pechito López y Esteban Guerrieri (Vanwall) serán los representantes nacionales en Hypercar, y Nicolás Varrone (Corvette) y Luis Perez Companc (Ferrari) tomarán parte de la prueba en LMGTE, en un capítulo particular de su extraordinaria historia.
Porsche es el máximo ganador, con 19 triunfos, y también la fábrica que más autos presentó en la historia: 850. El centenario de Le Mans coincide con una doble motivación para la terminal alemana: cumple 75 años y regresa para enriquecer la historia. Toyota, el favorito, acumula cinco éxitos consecutivos; el retorno de Ferrari, con el modelo 499P, es la vuelta más esperada, tras medio siglo de ausencia, y genera expectativa porque se anotó los dos mejores registros en la Hyperpole. Con Peugeot, Cadillac y Vanwall se suman atractivos para una carrera que resalta el misticismo y que han ganado 25 marcas.
El circuito tuvo 13 versiones y el piloto danés Tom Krinstensen es el máximo ganador, con nueve triunfos. Los logró entre 1997 y 2013 y con tres fábricas: Porsche, Audi y Bentley. Un piloto puede manejar durante un máximo de cuatro horas seguidas y en total no puede superar las 14; en 1950, Edward Hall, que tenía como piloto de reserva a Tom Clarke, completó el total de horas, dio 236 giros, recorrió más de 3200 kilómetros y se clasificó 8º. Hall es el único en la historia en desandar en solitario toda la carrera. Eran tiempos en que los pilotos enseñaban resistencia y tenacidad ante un riesgo mayúsculo que ahora se evita.
Al conquistar las 24 Horas de Le Mans en 1954, el arrecifeño Froilán González y Ferrari fortalecieron el idilio que había nacido en Silverstone en 1951, cuando Pepe le brindó el primer triunfo a la Scuderia en la Fórmula 1. El modelo 375 Plus, con un motor V12 al que alistó el ingeniero Aurelio Lampredi –el chasis fue obra del exitoso diseñador Sergio Pininfarina– tuvo a Froilán y al francés Maurice Trintignant como conductores. Al argentino le cupo el protagonismo principal: manejó 17 horas.
El triunfo de Froilán, en 1954
Su victoria estuvo envuelta en la épica de los éxitos de aquellos años, en los que el piloto debía resolver sobre la marcha los imponderables y las situaciones climáticas adversas. Lluvia y niebla le brindaron el halo místico a aquel triunfo, el segundo de la Scuderia en el circuito de La Sarthe. El semanario alemán Motorsport apuntó que se había tratado de la batalla entre la fuerza bruta y la ciencia, comparando la potencia del motor Ferrari con el diseño elegante de su rival Jaguar. El virtuosismo del impulsor tenía una contrariedad: cada dos horas necesitaba repostar combustible.
Con una ventaja de dos vueltas para Ferrari, la oscuridad de la madrugada sacudió al equipo italiano. El francés Trintignant olvidó cerrar la toma aerodinámica cuando hizo el relevo y la lluvia mojó y saturó los cables del encendido. Cuando se detuvo para que Froilán retomara la conducción, el auto no arrancó. La desesperación se expresó en los rostros de los mecánicos, que demoraron siete minutos en resolver el problema: la diferencia en la vanguardia se redujo a 48 segundos cuando el arrecifeño fue devuelto a la pista.
La jerarquía y el temperamento de Pepe relucieron como en tantas ocasiones para sostenerse al frente aun cuando el británico Duncan Hamilton reemplazó al volante a su compatriota Tony Rolt. Al borde del agotamiento, tras manejar casi dos tercios de la carrera sin alimentarse ni descansar, Froilán cruzó la meta en la vuelta 302 y con una distancia de 31 segundos sobre los perseguidores. “¿El secreto? Pusieron una bolsa de arena mojada para que en la lluvia el auto tuviera más agarre”, comentó, exhibiendo su sonrisa pícara y quitándose el mérito de haber resuelto con maestría la complejidad de una carrera que aún hoy se erige en uno de los hitos del automovilismo argentino.
Sesenta y siete años después, en 2021, Pechito López repitió la hazaña, con Toyota –junto al japonés Kamui Kobayashi y el inglés Mike Conway–, bajo la lluvia –como Froilán– y en una carrera accidentada desde el comienzo. La condición de pista mojada provocó que el Auto de Seguridad transitara durante dos giros, para que las tripulaciones evaluaran con precisión el estado del asfalto. De la tensión por la neutralización al caos del lanzamiento y a la pericia para administrar desde la cabeza de la carrera.
A diferencia del arrecifeño, el cordobés fue el que menor tiempo estuvo al volante, aunque desarrolló su tarea en las horas que la cátedra considera críticas: la noche, la madrugada y el amanecer. La oscuridad alimenta el sueño y la fatiga produce desconcentración, mientras que cuando el cielo empieza a aclararse el cambio de luz repercute en la visión. “Le Mans tiene mística, pero puede ser muy cruel: por más que esté todo perfecto siempre puede pasar algo. Cuando la perdimos en 2020 entendí por qué existe la frase «Le Mans te elige a vos y no sos vos el que elige a Le Mans»”, resaltó Pechito en una charla con medios latinoamericanos este lunes, vía Toyota Gazoo Racing.
La victoria de Pechito López, en 2021
Dos años atrás, Kobayashi –clasificador por excelencia– cerró el círculo, pero fue el argentino quien prácticamente definió la competencia: recuperó el liderazgo, que estaba en manos del restante auto de Toyota (Sébastien Buemi, Brendon Hartley y Kazuki Nakajima) y abrumó con su manejo hasta marcar un giro de distancia. Conway tuvo la capacidad de gestionar los pasajes de zozobra, cuando en los stints iniciales los pinchazos generaban contratiempos difíciles de remontar.
“Ésta será especial: el centenario; la presencia de marcas muy importantes e históricas, que generó mucha expectativa... En las prácticas hubo cerca de 100.000 personas. Habrá que dar un poquito más que lo que siempre se da”, manifestó López, que intentará convertirse en el primer argentino en ganar dos veces las 24 Horas de Le Mans, una de las estaciones de la Triple Corona del automovilismo, a la par del Gran Premio de Mónaco de Fórmula 1 y las 500 Millas de Indianápolis.
Fangio y el desastre de 1955
Era la cuarta participación en las 24 Horas. Fue también la última. Juan Manuel Fangio no regresó a la mítica competencia después de que el 11 de junio de 1955 esquivara milagrosamente la tragedia que se desencadenó delante de sus ojos, en la recta del circuito de La Sarthe. “Atrás mío dejo el infierno”, recordó el Chueco la maniobra con la que por unos centímetros evitó ser parte del desastre. A los 83 muertos se sumaron 120 heridos. Fueron el saldo del peor accidente de carreras de todos los tiempos.
La más grave tragedia de la historia
Camino a consagrarse tricampeón del mundo de Fórmula 1, Fangio compartió con Stirling Moss el Mercedes 300 SLR del equipo Daimler Benz AG. La falta de seguridad de los autos y los autódromos se combinó con una maniobra que muchos calificaron como temeraria por parte de Mike Hawthorn (Jaguar), y que desató el caos. El inglés frenó para ingresar a los boxes y, aunque nunca lo reconoció y algunos especialistas señalan que el movimiento fue anunciado 300 metros antes, generó un choque en cadena. Lance Macklin (Austin) logró evitar la colisión, corriéndose hacia la izquierda de la pista. Detrás, Karl Kling (Mercedes) siguió el camino de Hawthorn y Pierre Levegh (Mercedes) eligió el lateral opuesto, donde se encontró con que a menor velocidad transitaba Macklin: lo impactó, como si ingresara a una rampa de lanzamiento levantó vuelo, explotó en el aire y aterrizó sobre las tribunas colmadas. El auto se desintegró y el motor y sus diversas piezas se desprendieron, dejando a su paso un camino de muertes y daños humanos.
Fangio conducía detrás de todos ellos a 250 kilómetros por hora y habría advertido un movimiento de mano del francés Levegh –gesto nunca comprobado– para sugerirle que redujera la velocidad. El Quíntuple ensayó una maniobra de zigzag y por pocos centímetros eludió a todos, incluida la muerte. Pedazos del auto del galo rompieron una óptica y abollaron la carrocería de su Mercedes. Increíblemente, la carrera no fue cancelada, y a la fórmula Fangio-Moss le ordenaron desde los boxes desertar, tras largas horas de deliberación en comunicación con Stuttgart, donde estaba la directiva de la empresa alemana. El argentino y el londinense vencían con comodidad y se les auguraba la victoria, que finalmente recayó en Hawthorn.
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