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A 30 años del debut de Michael Schumacher en la Fórmula 1: el piloto preso que le abrió un lugar y un vistazo del circuito en bicicleta
La temporada se reanuda este fin de semana con el Gran Premio de Bélgica, allí donde el astro alemán debutó en 1991 con Jordan Grand Prix y obtuvo un año después su primera victoria con Benetton
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La Fórmula 1 vuelve a la acción este domingo con la disputa del Gran Premio de Bélgica, que responde a la 12ª prueba del año. La temporada viene exhibiendo una batalla sin cuartel entre Mercedes y Red Bull Racing; en ese mano a mano, el británico Lewis Hamilton volvió a treparse a la cima del campeonato de pilotos con 195 puntos, escoltado de cerca por Max Verstappen (187). Pero más allá de la puja entre las dos principales escuderías, esta semana se cumplen 30 años del debut de Michael Schumacher en la F1, el astro alemán ganador de 7 títulos, 91 carreras, 155 podios y 68 pole positions.
30 years ago today... a star was born ✨
— Formula 1 (@F1) August 25, 2021
Michael Schumacher made his F1 debut at Spa 🙌#BelgianGP 🇧🇪 #F1 pic.twitter.com/CtYQlDMLWX
Como reflejo de la huella que dejó aquel crack en el Gran Circo, en la próxima cita volverá a intentarlo su hijo Mick (22 años), que con su monoplaza de la escudería Haas buscará mejorar su 12º puesto conseguido en la alocada carrera en Hungaroring, hasta ahora su posición más destacada del año.
Bélgica: primera estación de gloria para Schumy
El trazado de Spa-Francorchamps, con las veloces variantes Eau Rouge y Raidillon o la temida horquilla La Source son retos que descubrieron a Michael Schumacher como el piloto con más éxitos en las 51 visitas que ensayó la F1. El alemán celebró con Benetton, en Bélgica, en 1992, su primera de las 91 victorias en el Gran Circo; 371 después de ejecutar su sorpresivo estreno con Jordan Grand Prix. También en ese escenario, en 2004, firmó con Ferrari su séptima corona.
Aunque con seguridad los caminos de la F1 y de Schumacher estaban predestinados para reescribir la historia del automovilismo mundial, las razones que desataron el debut del alemán podrían inspirar una novela. En la temporada de 1991, Eddie Jordan –el hombre que exigió con alegría y compasión que los trabajadores de las estructuras de la F1 tuvieran vacaciones en agosto, aunque luego se descubrió que tanta bondad se debía a que el irlandés había comprado un yate y tenía planeado navegar durante ese mes–, estrenó su escudería, con el italiano Andrea de Cesaris y el belga Bertrand Gachot como espadas.
El romano, que en 14 temporadas participó de 214 Grandes Premios, marcó los mejores resultados del equipo, con los 4tos puestos en Canadá y en México, mientras que un incidente que protagonizó Gachot con un taxista en las calles de Londres resultó la puerta de acceso para que Schumacher cautivara al paddock.
La pelea callejera que cambió el rumbo
El domingo 18 de agosto, una semana antes del Gran Premio de Bélgica de 1991, Gachot fue detenido y encarcelado por tomarse a golpes de puño y lanzarle gas paralizante a Eric Court. La noticia llegó a oídos de Willi Weber, un agente de pilotos que estaba en Nurburgring, donde se desarrollaba una fecha del campeonato Mundial de Sport Prototipo. Un pensamiento veloz y un movimiento certero del representante alemán desencadenó que Schumacher tuviera su oportunidad: llamó por teléfono de manera insistente a Jordan, a quien conocía porque había negociado la compra de un equipo de Fórmula 3000, propiedad del británico. Primero, lo convenció de darle la chance, aunque Jordan tenía reparos: su idea era sentar a Keke Rosberg, de quien olvidaba que ya tenía 43 años. Fue el team manager Trevor Foster el que recomendó que se inclinara por Schumacher, un piloto con habilidad, aunque inexperto: tenía 22 años.
Un test en el circuito de Silverstone, con un costo de 150 mil dólares, fue el paso siguiente, aunque para reunir ese dinero Weber hizo contacto con Jochen Neerpasch, que dirigía el Team Junior de Mercedes Benz. Cinco días antes de la carrera en Spa-Francorchamps, Schumacher tomó contacto con el Jordan 191. Serían 30 giros al trazado chico, con una advertencia: debía manejar con suavidad, porque ese era el auto con el que participaría en Bélgica y no tenían repuestos. La contestación del piloto fue pulverizar los cronómetros al batir el récord del circuito. Foster, que supervisó la prueba, quedó paralizado y se apresuró en llamar a Jordan, que a esa altura recibía también la noticia que el tribunal de Londres no liberaría a Gachot, quien más tarde sería trasladado a la prisión de Ford.
Cuando arribaron a Spa, Weber le advirtió a Schumacher que para seducir a Jordan había manifestado que el piloto tenía experiencia y conocía la pista, algo totalmente falso. “Tenemos que decirle la verdad”, replicó el joven. “Eddie, me equivoqué: no era Spa, era Zolder”, le anunció el agente al dueño de la estructura y desató la furia del irlandés, según la reconstrucción de la conversación que se publicó en el libro Fierro Líquido, del periodista Pablo Vignone. Nuevamente, Foster sorteó la situación, aunque un enredo conducía a otro: De Cesaris llevaría a Schumacher a recorrer el circuito, aunque el italiano dio muestras de no querer enseñarle los secretos al novato y armaba y aplazaba reuniones con Jordan para resolver cuestiones contractuales. Cansado de esperar, Schumacher tomó una bicicleta y desanduvo los 7.004 metros.
Schumacher vuela en la clasificación
La firma del contrato que uniría a Schumacher con Jordan fue otro punto de conflicto, ya que el equipo pretendía que fuera por el resto de la temporada, a la que le quedaban otras cinco carreras, más tres años. Weber no quería esa relación, porque el team manager de Benetton, Tom Walkinshaw, lo había advertido sobre el cambio de motores que ensayaría Jordan para 1992, dejando los Cosworth para inclinarse por Yamaha, verdaderos desconocidos para el Gran Circo. En su interior, Walkinshaw ya trazaba una estrategia: conocía de las virtudes de Schumacher y el siguiente movimiento era llevarlo a Benetton.
Los papeles viajaban por fax desde Bélgica a Alemania y regresaban con enmiendas, aunque la situación no inmutó al piloto, que aprovechó el tiempo para realizar otra vuelta al circuito, antes de marcharse a descansar a un pequeño cuarto en un albergue de la Juventud, con un costo de ocho dólares la noche, debido a que Jordan no le reservó alojamiento.
La pista desconocida para el piloto desconocido
Undécimo en la primera tanda de entrenamientos, antes de clasificar el Jordan N°32 sufrió una pérdida de agua, por lo que los mecánicos debían quitar el motor y cambiar la bomba de agua. La novedad para Schumacher no terminaba en ese anuncio: De Cesaris utilizaría el auto muletto, ya que no se sentía cómodo con la puesta a punto que tenía el suyo, por lo que el alemán se sentaría en el coche N°33 del italiano.
El novato pulverizó a su compañero de escuadra y más tarde, en la reunión con los ingenieros de pista, enseñó su enorme talento: ante las quejas del romano sobre el comportamiento del auto en el sector Bus Stop, respondió: “Durante un par de vueltas tuve ese problema, cuando las transité a fondo desaparecieron”. El rostro de De Cesaris se desarmó ante la lección de manejo que le brindaba Schumacher, que se sostuvo entre los destacados en los entrenamientos libres del sábado y con neumáticos nuevos bajó su registro en dos segundos. La pantalla de la qualy lo posicionó séptimo: era la segunda vez en 11 carreras que Jordan clasificaba a un auto en el top ten.
El mejor cuarto tiempo en la prueba de tanque llenos, un puesto por encima que su compañero, aceleraba el pulso en Jordan sobre lo que podía ser el estreno de Schumacher, aunque el encanto se deshizo a los 25 segundos de iniciada la carrera. El único fallo desde que se subió a la butaca en la prueba de Silverstone lo dejó a pie: el embrague explotó a los 500 metros de la largada. La inexperiencia lo empujó a ensayar una maniobra que desde la lógica se ofrecía deslumbrante. Se marchó con discreción, junto con Weber, mientras el equipo animaba a De Cesaris que, tras partir 14to, estaba detrás del puntero Ayrton Senna, aunque el motor dejó vacío al piloto romano a tres giros de la bandera a cuadros.
“Mi futuro es competir en la Fórmula 1, nada más”, le dijo ese fin de semana Schumacher al periodista inglés Adam Cooper, cuando lo consultó sobre si su ambición era ganar un título. Senna, vencedor en Spa-Francorchamps en 1991, en cambio, aseveró: “Este chico puede ser algo especial”. Dos semanas más tarde, en el GP de Italia, en Monza, Schumacher debutaba en Benetton, que había despedido al brasileño Roberto Moreno para alumbrar con la nueva estrella.
Jordan y Spa-Francorchamps, pequeñas satisfacciones
Quince temporadas protagonizó la escudería Jordan Grand Prix en la Fórmula 1. Un total de 250 Grandes Premios, desde la presentación en Phoenix, en los Estados Unidos, en 1991, a China 2005; cuatro victorias y dos poles position como resultados de máxima resonancia; el tercer puesto del alemán Heinz-Harald Frentzen en el campeonato mundial de Pilotos de 1999, por detrás del monarca Mika Hakkinen (McLaren-Mercedes) y de Eddie Irvine (Ferrari), y la misma posición del equipo en la Copa de Constructores, las campañas destacadas del recorrido.
El circuito de Spa-Francorchamps se ofreció como una parada particular para la estructura que fundó el expiloto irlandés: en Bélgica 1994 logró con Rubens Barrichello el primer cajón de la grilla; cuatro años después, se estrenó en victorias, cuando Damon Hill se impuso en una carrera que tuvo una de las partidas más accidentadas de la historia, con 13 pilotos involucrados.
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