Día Mundial de la Obesidad: “Los alimentos están más preparados para vender que para comer”
En el Día Mundial de la Obesidad, Jorge Tartaglione, médico cardiólogo y presidente de la Fundación Cardiológica Argentina, hace un llamado a la reflexión para tomar conciencia sobre nuestra mirada de las personas obesas, y explica los cambios necesarios para combatir una enfermedad que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta a más de 1.900.000.000 de adultos en el mundo. "Hoy en día, los alimentos están más preparados para vender que para comer. La industria los vende porque primero les pone azúcar, después grasas y sal", advierte Tartaglione, para quien, "si no trabajamos en forma conjunta entre el Estado, las organizaciones no gubernamentales y la industria, no habrá avances".
–¿Por qué cree que hay más personas obesas?
–Históricamente, le echamos la culpa al gordo como si tuviera la culpa por ser obeso. Lo volvimos loco, lo torturamos con que tenía que bajar de peso y moverse más. Tenemos en la cabeza lo fisiopatológico, vinculado al balance de energía, que dice que si vos comés más y gastás menos, entonces tenés exceso de peso. Eso es entendible, pero no se es gordo porque se tengan ganas de serlo, sino porque hay un entorno que lleva a tener mayor peso. La culpa no la tiene solamente la persona que sufre obesidad, sino también la manipulación de alimentos que están hechos para que nos gusten más y los consumamos con más frecuencia.
–¿Considera alarmantes a las cifras de obesidad?
–En los últimos 100 años, la humanidad se volvió gorda. Es muy probable que recordemos este último siglo como el siglo en que la gente se volvió obesa. La cuarta Encuesta Nacional de Factores de Riesgo lo demuestra: seis de cada 10 argentinos no tiene su peso normal. Entonces, nosotros fallamos, torturamos a la gente para que viva a dieta, la dieta de la pera, de la manzana… ¿Y qué es lo que pasa? Nada, porque la causa no solo es el gasto calórico ni el balance energético. Comemos en exceso, pero no comemos de todo, comemos lo que quieren que comamos. Hoy en día, los alimentos están más preparados para vender que para comer.
"La industria vende alimentos porque primero les pone azúcar, después grasas y sal, entonces a vos te es prácticamente imposible comer una sola galletita o un alfajor".
–¿Y qué es eso que quieren que comamos?
–Especialmente, alimentos ricos en grasas, azúcares, carbohidratos. ¿Por qué? Porque hay un sistema de recompensa en la sociedad que hace que a vos, desde chiquito, te guste lo dulce. Imaginate en tu paladar un chocolate dulce que te encanta. Eso libera una gran cantidad de dopamina, que es la que te da la recompensa, y el azúcar es lo que manipula ese estímulo. Este problema impacta en todas las clases sociales, porque no es la cantidad de lo que se come, sino más bien a la calidad.
–¿Qué rol juega la industria de los alimentos?
–La industria vende alimentos porque primero les pone azúcar, después grasas y sal, entonces a vos te es prácticamente imposible comer una sola galletita o un alfajor. Además, hay una manipulación de la recompensa, eso la industria lo sabe. A su vez, existe un bombardeo de la publicidad de estos productos. Entonces, ¿cómo hacés para que la persona que tiene obesidad o genéticamente tiene mayor predisposición a ser obeso pueda tener control sobre esos alimentos que le encantan y que son sabrosos? Se trata de la palatibilidad, que es la sensación que otorga un alimento al actuar sobre el paladar.
–¿Cómo esto podría empezar a modificarse? ¿Cuáles deberían ser las medidas a tomar?
–Tenemos que generar leyes, como subsidiar la fruta, la verdura y las legumbres. Yo le puedo cambiar el rótulo a los alimentos, pero la gente que tiene bajos ingresos -que es la que más sufre obesidad- el único rótulo que mira es el del precio. Entonces, lo que tengo que hacer es subsidiar aquellos alimentos más saludables. Como presidente de la Fundación Cardiológica Argentina, tengo que ayudar a la industria a que genere alimentos de mejor calidad y al Estado para que promulgue leyes que mejoren este tipo de cosas. No está mal que la industria de la alimentación quiera ganar plata, pero el Estado tiene que arbitrar ahí, y si existe una elección irracional de los alimentos, debe intervenir. Si no trabajamos en forma conjunta entre el Estado, las organizaciones no gubernamentales y la industria, no habrá avances.
–¿Cuáles son las principales consecuencias de la obesidad?
–Hay dos tipos de consecuencias. Una tiene que ver con la salud, por ejemplo, el colesterol alto, la diabetes o la hipertensión, pero también hay consecuencias psíquicas. Se violenta la salud emocional de esta gente: el gordo va al arco en un partido de fútbol y le pedís que sea gracioso. Sienten hasta que no se pueden enamorar o que no se pueden meter en la cama desnudos con otros. Como sociedad, no tenemos que echarles la culpa, no tiene que ser así. Hubo una experiencia que viví en el consultorio que me hizo tomar conciencia. Una paciente entró por un cuadro bronquial y lo primero que yo le dije es que tenía que bajar de peso. Y ella me respondió: "Mirá, yo te vengo a ver porque tengo tos, no para bajar de peso". Y la verdad es que tenía razón, entonces sentí que la relación médico-paciente se había quebrado, que yo la había maltratado. Eso me hizo pensar más allá de las consecuencias médicas de la enfermedad. Hoy, ser gordo es un grave problema porque significa un rechazo constante de muchísima gente por no tener un cuerpo hegemónico: tienen dificultad para comprarse ropa, para encontrar trabajo, se sienten afuera de un montón de cosas. Le liquidamos el amor propio. De alguna forma, no se sienten valiosos. Ponete a pensar: ¿dónde hay una publicidad que los incluya?, ¿dónde hay una historia de una telenovela en que el protagonista que se enamora sea una persona gorda? No encontramos ninguna, al contrario, se muestra un show mediático donde se los humilla y la verdad es que la obesidad no debiera tratarse como un show televisivo.
"Tenemos que generar leyes, como subsidiar la fruta, la verdura y las legumbres".
–¿Qué consejos le daría a alguien con obesidad?
–Que no lo sufra y no se torture. Que no viva a dieta, que consulte con un profesional de la salud pero que no se la pase restringiéndose, porque eso no le hace bien. Los nutricionistas fallan, la gente baja de peso y vuelve a engordar. Solamente el 5% mantiene su peso. La persona obesa jamás se mantiene porque lo vuelven loco con dietas de 800 calorías y esa no es la solución.
Para más información
Fundación Cardiológica Argentina
Tel.: (011)4961-6520/9388
info@fundacioncardiologica.org
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