Palacete francés: Tiene 85 años, fue dependencia del Registro Civil y ahora lo van a demoler
Muchos porteños se casaron ahí, otros tantos hicieron trámites cuando fue sede de la comuna N°1 y, en breve, ya no quedará nada: el bello edificio de la calle Uruguay 740, justo frente a la sede central del Registro Civil, está a punto de desaparecer.
Se trata de un palacete de estilo francés y tres pisos, de aproximadamente 85 años de edad, que hasta 2018 albergó a la sede de la Comuna 1 (que comprende a los barrios de Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Montserrat y Constitución).
Según confirmó a LA NACION la Dirección General de Fiscalización y Control de Obras de la Agencia Gubernamental de Control, la obra de la exsede comunal tiene planos autorizados para “demolición total y obra nueva”. El 9 de diciembre pasado se realizó la inspección que habilita a demoler el predio. Todavía se pueden ver las viejas puertas de madera por detrás de los andamios.
¿El destino? Un local de gastronomía de 50 metros cuadrados en planta baja.
Ya unos años antes, el edificio había comenzado a sufrir daños por una obra en el lote de al lado, que corresponde a la numeración Uruguay 722. Según consignó el diario Perfil en su edición del 7 de octubre de 2014, aquella obra corresponde a un “edificio inteligente” para el fuero civil de la Justicia que al día de hoy no se ha construido y por el que hubo una denuncia penal. El motivo: “Los costos fueron millonarios pero nunca se construyó”. Aquello no cambió demasiado desde entonces.
En la misma cuadra, en la esquina de Uruguay y Viamonte, está el actual edificio de Tribunales nacionales civiles —más conocido como Uruguay 714—, una espectacular construcción monumental de la década del 20 que antes de pertenecer al Poder Judicial fue originalmente el Sanatorio Podestá. Es el motivo por el que algunos viejos abogados llamaban “Podestá” a ese espacio de tribunales.
“Se llevan mi historia”, dice Silvia Saldías, que se casó en ese edificio, en noviembre de 1984. Apenada, aún recuerda la escalera de roble y las fotos que se sacó con su familia en la puerta aquel día. “Estábamos felices de que nos habían asignado esa sede que era mucho más linda que la sede central de enfrente, que tiene aspecto administrativo. Daba otro entorno”, cuenta. Después de esas fotos hubo festejo en la casa familiar de la calle Junín.
El deterioro
Las crónicas periodísticas de hace unos años dan cuenta de las grietas y fisuras profundas que produjeron en el palacete los trabajos de la obra de Uruguay 722. El periódico local VAS, de San Nicolás, relataba que hubo un temblor tan grande que los trabajadores del centro comunal pensaron que era un sismo.
En 2011, la Dirección general de guardia de auxilio y emergencias porteña constató el daño. “Se inspeccionó el terreno lindero debido a que los problemas de rajaduras y fisuras eran producto de la obra en construcción en donde se había submurado la medianera”, recuerda Walter Gómez Diz, director de la DGGAYE. En ese informe se determinó que durante las etapas de excavación y movimiento del suelo en el muro contiguo se produjeron rajaduras en el edificio de la Sede Comunal.
En el 2017, y en medio de una evacuación, los trabajadores denunciaban que “se movían el piso y las columnas”.
Con el correr de los años se sucedieron las obras de refacción, las nuevas grietas y las eventuales evacuaciones. Hasta hubo un cierre total del edificio y un pedido formal de explicaciones en la Legislatura porteña: lo elevaron Paula Penacca, actual Diputada nacional por la ciudad de Bs As y Gabriel Fuks, Defensor Adjunto de la Defensoría de CABA.
Mudanza y puesta en venta
En el 2018, la sede de la comuna 1 se mudó al edificio de lo que fue el Patronato de la Infancia (Padelai) en San Telmo. En ese entonces, y según consignó LA NACION, desde el Gobierno porteño habían informado que el inmueble de Uruguay 740 no tenía destino definido, pero que había quedado a disposición de la Dirección General de Administración de Bienes de la ciudad. Al año siguiente fue subastado públicamente.
Por la edad del edificio, podría estar protegido por la ley 3056 de la Ciudad, que instrumenta protección patrimonial para inmuebles en cualquier parte del territorio de la Ciudad que hayan sido construidos antes de 1941. Sin embargo, la Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico confirmó a LA NACION que el edificio está “desestimado”. Es decir, que tuvo la protección y la perdió.
Según explica Martin Capeluto, Gerente Operativo de Patrimonio de la Ciudad, hay múltiples motivos que pueden producir que un edificio pierda su protección. “Puede ser que, por ejemplo, haya daño estructural muy avanzado y no se puede obligar a mantener un inmueble que está en estado de ruina (en todo caso se investiga que no se haya forzado adrede ese deterioro). Luego puede suceder que un edificio pese a ser antiguo no tenga ningún valor estético, ni urbanístico ni histórico. En esos casos se desestima”, explica.
Según dice, la ley 3056 es tan amplia que hasta contempla terrenos con galpones con protección solo por edad.
El Consejo Asesor de Asuntos Patrimoniales (CAAP) está integrado por 13 instituciones (el Ministerio de Cultura, la Facultad de Diseño y Urbanismo de la UBA y la Sociedad Central de Arquitectos son apenas algunos de ellos) y es el encargado de confirmar o desestimar la protección de los edificios de la ciudad.
Según explica Capeluto, si alguien desea derribar un edificio antiguo puede pedir a la CAAP que desestime la protección. En el sentido opuesto, se puede reafirmar la protección de un inmueble si, por ejemplo, se descubre que allí vivió un personaje importante de la cultura.
La CAAP desestimó la protección de la sede comunal en 2018. Junto a otros 506 inmuebles, luego de ser evaluado, alegaron que no demostró que acreditara “valores patrimoniales que ameriten su protección a través de la catalogación”.
Para Sebastián Córdoba Andrada, un periodista que vivió toda su vida en Recoleta antes de emigrar a Estados Unidos, ver el aviso de obra en la sede comunal fue como “recibir una trompada”. Viaja a la Argentina todos los años y, cada vez que vuelve, observa con tristeza que van desapareciendo edificios emblemáticos de su amado barrio.
Este año la sorpresa se la dio Uruguay 740. “Pasé por la puerta, vi los andamios y me ilusioné con una reparación o restauración de la fachada. Cuando supe que se trataba de una demolición total fue como si me hubieran dado una trompada: ¿cómo van a tirar abajo esa joya arquitectónica así nomás?”, se pregunta.
Andrada lamenta que ni siquiera se haya vendido el edificio con la condición de mantener la fachada, como se ha hecho con otros petit hoteles de la zona o llamado a un concurso para salvar el inmueble. Y que así sigan desapareciendo “joyas centenarias”.