Teté Coustarot: “No hay que pelearse con la edad, hay que acompañarla”
La periodista y modelo recuerda sus inicios como modelo y reflexiona sobre el valor de la belleza, antes y en la actualidad. Una vida a la que no le faltó glamour, pero también estudio, esfuerzo y disciplina
Su belleza, elegancia y distinción la convirtieron en una de las modelos más destacadas hacia finales de los años 60. Stella Maris Coustarot ya era conocida como Teté cuando en 1966 fue elegida Reina de Belleza de la Manzana en Río Negro (su provincia natal), y en 1969 obtuvo el célebre concurso Miss Siete Días. “Sentí que yo le gustaba a la gente, pero creía que estaban exagerando, no fue algo que me moviera la estantería”, recuerda Teté de aquellos reconocimientos.
La belleza no es un valor en sí mismo para ella. Nunca lo fue: “En mi familia lo importante era estudiar, tener una carrera, tener un objetivo en la vida, una formación. No había un espejo entero en casa, yo no tenía ni siquiera conciencia de cómo era físicamente; a los 12 años pegué este estirón, ya tenía esta altura y no me daba cuenta; era muy torpe porque de golpe tener unos brazos tan largos y unas piernas tan largas también tiene lo suyo, aunque empecé a sentir que era linda por lo que me decían los otros, lo que me decía la gente”.
La mirada de los otros, en ocasiones, puede confundir, alimentar, desmedidamente el ego. No fue el caso de Teté, quien desde siempre supo que sin una carrera detrás, el mundo se mostraría menos ancho o generoso: “Yo estudié primero, en la Universidad de La Plata, Periodismo, y después fui modelo. Sentía que mi vocación era el Periodismo, lo otro apareció y fue tan increíble que dije sí. Siempre hay que honrar lo que llega, nunca hay que renegar de lo que aparece. Lo hice y eso me hizo viajar por el mundo, convertirme en profesional. Aprendí lo que era ser una profesional, respetuosa de horarios, de lo que tenía que hacer, entender cómo era todo. También un valor enorme que aprendí es la disciplina. La función nuestra era mostrar y vender lo que había que vender”.
Eran otras épocas, en un mundo sin redes sociales, sin esa necesidad de exhibirse permanentemente. Así lo recuerda y lo analiza Teté: “Nosotras no fuimos mediáticas, no teníamos la mirada de una cámara, que agranda tanto y que hace que la opinión de la gente sea enorme. Y tampoco teníamos redes, entonces era como un circuito mucho más pequeño en el que estábamos. Teníamos nuestro mundo. Después, hay ciertas inseguridades que también se ponen en el cuerpo y en la belleza, yo no las he tenido”.
Detrás de las noticias
Teté Coustarot, cuando comenzó a trabajar como conductora en el noticiero del viejo Canal 11, le daban para difundir las noticias “blandas”. Luchó por su lugar y dejaron de darle noticias en apariencia menos trascendentes. ¿Sintió que la belleza, su pasado como modelo, jugaban un rol discriminador, prejuicioso? ¿Cómo trabajó en ese sentido? Responde: “Haciendo, sin pelearse. Yo siempre sentía que tenía que demostrar que leía el diario todos los días, que sabía todo. Un día dije: ‘¿Por qué voy a tener que demostrar esto si yo soy así’? Entonces, es bueno que me descubran, y yo voy a hacer mi trabajo muy bien y lo voy a cumplir. Y ahí aprendí también una cosa que después la fui respetando en la vida: Yo creo que hoy no hay trabajos menores, ni más importantes. Lo que te toca hacer, si vos lo hacés bien y a conciencia y conectado, va a posibilitar que tu futuro sea de crecimiento. Ahora, si vos estás renegando todo el tiempo, diciéndote ‘yo estoy para más, estoy acá, pero en realidad yo me merezco más’, no funciona”.
Y cuando a Teté comenzó a irle bien también en el periodismo o en el ámbito de la conducción tampoco se la creyó: “No está bueno estar pensando que sos el centro del mundo. Las luces, los reflectores, no siempre te enfocan todo el tiempo, por suerte, si no sería insoportable”.
Una de las cualidades de Teté es su introspección, brindarse un tiempo para el estudio, para el autoconocimiento, para parar la pelota o, siguiendo con el ejemplo que ella misma dio, apagar los reflectores. “Eso me da un espacio para no sentir vergüenza de hablar de cualquier tema y poder divertirme”, comenta, “yo detesto la gente que califica, por ejemplo, de grasa a alguien o que decreta que una música es espantosa. Me hace acordar cuando yo era chica y aparecieron Los Beatles y todo el mundo decían ‘esos melenudos’. Yo en cambio digo qué interesante. Tengo un programa de radio de música los sábados. Entonces paso mucha música de gente nueva, porque a mí me parece que ahí hay un mensaje que es interesante escuchar. Hay una forma de contar lo que les pasa también, ya sea trap o algún tipo de ritmo novedoso. A lo mejor hay que empezar a acostumbrarnos y a abrir, porque ese es el sonido de esta época también”.
Aceptación en vez de frustración
“Yo he visto muchas chicas que insisten en querer ser modelos o querer ser algo que tenga que ver con la estética y no tienen esas cualidades. Entonces es muy difícil luchar contra todo eso, si no tenés una determinada altura para desfilar o no podés hacerlo aparecen grandes frustraciones. Creo que no hay un prototipo, que en todo caso hay que seguir buscando otro rumbo”, expresa Teté con la sabiduría que le dan los años vividos. Y agrega: “Hay gente que se pelea con el paso del tiempo, y no hay que pelearse con la edad, hay que acompañarla. Mi teoría es que si alguien está a gusto conmigo o está feliz conmigo porque cree que tengo diez años menos, que siga su camino. Los argentinos tenemos una especie de obsesión con la edad y con el peso. Y realmente a mí son temas que no me interesan. Nunca sé la edad de nadie. ¿A quién le importa?”
Teté surgió mediáticamente en una época en la que las mujeres estaban en espacios más limitados y hoy tienen una búsqueda del empoderamiento muy fuerte. ¿Cómo vivió esos cambios? “Me gustaría que hubiera más cambios en las mentes masculinas, porque a veces siento que hay un discurso, pero que en realidad cuando se toman dos cervezas dicen otras cosas. Me parece que sería mucho mejor también para ellos si realmente pudieran tener profundamente una charla, un convencimiento de lo que pasa, de lo que es la mujer, lo importante que es tener un compañero que no sea competitivo, que no sea alguien que te maltrate o que te ningunee, que no te permita hacer tu vida, que te limite, que no le gusten tus amigas, que no le guste tu familia, que no le guste como te vestís, o diga que te reís muy fuerte. Son pequeñas cosas que van pasando en el día y a mí me da pena que el hombre se pierda un universo femenino que es extraordinario, poder disfrutar de ese mundo. Las que son madres de hijos varones deberían hablar de esos temas. Tenemos, ahora, una pátina progre, que no va con lo que en realidad pasa.
Teté es madre de Josefina y no duda en reconocer todo lo que aprendió de su propia hija: “Ella me ha enseñado muchísimo, a eso vienen los hijos. Uno cree, con soberbia que les va a enseñar y los que vienen a mostrarnos son ellos. Yo tengo una nieta y es muy valioso todo lo que me posibilita. Me he dado cuenta de que lo interesante es escucharlos, porque a veces los adultos cometemos el error con los hijos o con los nietos de dictar cátedra todo el tiempo”.
La sonrisa de Teté
“Yo divido al mundo entre los que se ofenden y los que no. Hay gente que se ofende por todo, todos son de una sensibilidad a flor de piel impresionante. Y la ofensa en realidad es inseguridad”, sentencia Teté. Y continúa: “Es lindo llegar a un lugar y que la gente con la que estás se alegre de que llegues. La sonrisa es fundamental. Yo hago siempre esta prueba: si vos durante una semana sonreís todo el tiempo a toda la gente con la que te encontrás vas a ver cómo cambia todo. Hay un ida y vuelta. A mí me resulta mucho más placentera la vida si soy amable, si sonrío, si no atropello, si no descalifico y si valoro.
Y así va por el mundo, Teté, con su sonrisa a flor de labios, haciendo más llevadera y disfrutable la vida: “A mí me gusta vivir, me encanta trabajar, estar activa. Si yo no estoy activa no tengo tiempo para nada. Cuando trabajo soy puntual, llego a todos los lugares, me organizo, si no trabajo, me quedo tiraba en casa y se me pasó el día y no hice nada. Hay algo que me impulsa, una energía vital a hacer lo que gusta. También disfrutar es viajar, me fascina. Yo creo que trabajo para después pagarme un viaje”.
Esta filosofía con la que emprende la vida hace que también se vea reflejada en sus seres queridos. Teté transmite alegría en quienes la rodean: “Estoy en pareja con Carlos, hace 20 años. La pareja es para mí con mucha independencia, libertad y mucho respeto uno por el otro. También creo en el cuidado. A mí me gusta la idea del cuidado, que te cuiden y cuidar”.
¿Cuál es el nuevo paradigma de belleza? “Reírte mucho”, responde Teté, si dudar, “la risa es un atributo de la belleza. Y si te querés hacer 15 cirugías, hacételas, no preguntes, hacé lo que tengas ganas. Si querés teñirte el pelo, si querés tener el pelo largo, ¿Y dónde está escrito que hay que tener una edad para tener el pelo largo? Así que, eso es lo que viene. Hacé lo que quieras y no pidas permiso”.