Santiago Bilinkis: “Si la inteligencia artificial llega a ser más inteligente que nosotros, nos va a engañar con facilidad”
La inteligencia artificial, de a poco, aún sin tener tanta conciencia del fenómeno, se introduce en cada intersticio de nuestra vida cotidiana. Santiago Bilinks explica las ventajas y los riesgos de este revolucionario avance tecnológico en un mundo compartido definitivamente por humanos y máquinas
Experto en inteligencia artificial, economista, tecnólogo y emprendedor, Santiago Bilinkis plantea que la IA “es el cambio tecnológico más importante de la historia de la humanidad”. ¿Pero se trata de un cambio bueno o malo? ¿Positivo o negativo? “De la misma manera que en su momento lo fue Internet, todo gran cambio trae cosas luminosas y cosas un poco más oscuras”.
Autor con Mariano Sigman del libro Artificial, la nueva inteligencia y el contorno de lo humano, Bilinkis vaticina que “las personas y organizaciones que en los próximos 5 a 10 años no puedan incorporar IA en su manera de trabajar, de educar, en su manera de vivir, van a encontrarse con problemas serios”. La inteligencia artificial llegó para quedarse y, sin dudas, revolucionará al mundo.
“Hace unas semanas se cumplió un año del lanzamiento de ChatGPT, que fue la primera forma, muy visible, de inteligencia artificial, presente en nuestras vidas. Pasó un año y todavía el 80 por ciento de la gente nunca lo usó”, dice Bilinkis, en referencia a este programa que, sostiene, “entiende increíblemente bien todo lo que le decís, mejor incluso que muchas personas, no solo te entiende, entiende sutilezas. Te deja perplejo de lo bien que capta la sutileza del lenguaje. Después, aparte de entenderte, te contesta de manera increíblemente interesante. Aunque esta no es una herramienta para buscar datos fácticos. Si vos querés saber cuál es la población de Sri Lanka, búscalo en Google o en Wikipedia. No le podés preguntar a GPT”.
¿Pero cómo funciona realmente el ChatGPT? Responde Bilinkis: “Te voy a poner un ejemplo real de cómo yo preparo los episodios de mi podcast y de mis columnas de radio. Para usar ChatGPT le tenés que escribir algo que por ahora se llama Prompt. Escribir qué quiero me toma media hora. Le digo sobre qué tema será, las características de la audiencia, cómo quiero armarlo. Le voy explicando cuál es la estructura narrativa que yo quiero para mi episodio. Después de media hora de explicar lo que quiero, aprieto Enter. Si se lo encargaras a un compañero de trabajo, a un productor, por ahí le tomaría una tarde o tres días, GPT Lo contesta en cuatro segundos. La respuesta no es perfecta, pero le podés pedir un cambio y lo resuelve, tiene memoria. En cuatro segundos hizo todo de nuevo. Un episodio del podcast a mí me tomaba seis horas, ahora me toma 40 minutos y después el producto que me entrega no es mi columna, es una columna, pero no es la mía. Luego tengo que apropiarme de este material y hacer con eso lo que me represente a mí. Ahí es donde yo me hago autor”.
Amenazas inteligentes
El historiador israelí Yuval Noah Harari había advertido: “No sé si los humanos podrán sobrevivir a la Inteligencia Artificial”, y planteó una serie de peligros para las democracias del mundo. ¿Qué opina Bilinkis al respecto? “No quiero decir peligros, problemas hay un montón. ¿Qué es lo que está diciendo Harari cuando dice que es un riesgo para la democracia? Las inteligencias artificiales son muy buenas logrando aquello que les pidas. Si vos le pedís que diseñe una noticia capaz de engañar a una amplia franja de la población, lo hace muy bien. Hasta acá teníamos un problema de proliferación de noticias falsas y desinformación; con la inteligencia artificial se eleva a cinco escalones más. También podemos ver como un peligro la tentación de no pensar. Si vos a los chicos que están en la escuela les permitís utilizar el GPT para responder cualquier pregunta de examen sin estudiar, sin pensar. Las personas somos muy perezosas en general. Ahora se abre una nueva puerta a la pereza, que es básicamente poder resolver cualquier problema complejo sin pensar; de la misma manera que tener herramientas de locomoción, autos, aviones hizo que seamos mucho más sedentarios. Uno de los peligros que identificamos con Mariano Sigman es el sedentarismo cognitivo, el que cada vez más nos vayamos apoyando en las máquinas”.
Como en la novela Yo, Robot, de Isaac Asimov, en donde se planteaba un mundo amenazado por máquinas que propiciaban una rebelión hacia los seres humanos que las crearon, Bilinkis señala que “cuando hicimos por primera vez máquinas que pudieran volar, sabíamos los principios de la física. Cuando hicimos el avión, sabíamos no sólo que iba a volar, sino cuánto iba a volar, cuánto combustible iba a consumir, a qué altura. Acá estamos tratando de replicar un fenómeno que no entendemos, que es el de la inteligencia humana. Estamos tratando de hacer máquinas que piensan sin haber terminado de entender por qué o cómo pensamos nosotros y lo loco es que lo estamos pudiendo hacer. Aún con un entendimiento muy limitado de nuestro propio cerebro. Por eso es más riesgoso. Y ese es el otro peligro que plantea Harari. Estamos haciendo máquinas que no entendemos cómo funcionan”.
¿Puede una máquina construida por su ser humano superar en inteligencia a su creador? “Somos la especie más inteligente en este planeta”, opina Bilinkis, “pero no llegamos al máximo de inteligencia posible, llegamos a donde llegamos. Es perfectamente concebible hacer una máquina más inteligente que nosotros. Hay mucha discusión respecto de cómo hacemos para que, si sale una máquina más inteligente que nosotros, no se nos vuelve en contra”. Y continúa: “Si la inteligencia artificial llegara a ser más inteligente que nosotros, nos va a engañar con facilidad. Entonces, el peligro de crear una máquina más inteligente que nosotros es que dejemos de ser los que marcan el rumbo de los acontecimientos”.
Máquinas que sienten
¿Pueden las máquinas que creamos llegar a tener sentimientos, emociones? Bilinkis sorprende cuando responde, lisa y tajantemente: “Sí”. Y explica: “Obviamente, cuanto más inteligentes, más sofisticados los sentimientos. Un gato no siente vergüenza o remordimiento por haber hecho algo malo. El perro, que es un poco más inteligente, muchas veces cuando se manda una macana te esquiva la mirada. Nosotros tenemos emociones mucho más sofisticadas que un perro. Una máquina más inteligente que nosotros también va a acceder a emociones de un orden superior que nosotros ni siquiera podemos imaginar”.
Además de los sentimientos, con la IA entra en debate también el factor económico, un nuevo paradigma en la historia del capitalismo. “En un anticuario en San Telmo el valor de los objetos no es por su valor económico, es por la historia que encierra. Vos comprás la historia de ese objeto. Con la sociedad industrial y la sociedad de consumo esto se fue perdiendo. La mayoría usamos ropa hecha en una máquina, no tejida a mano por una tía. Conviven las dos cosas. Va a haber gente que va a querer cosas hechas por humanos y otras que no, pero si la máquina lo hace más barato, lo hace mejor. Dame lo que haga la máquina”, dice Bilinkis.
Otro elemento clave para discutir es la relación entre la educación y la IA: “Lo que se viene en educación es un sacudón monumental. Tenemos ahora una herramienta que le permite a cualquier chico o cualquier chica responder cualquier pregunta de examen sin saber nada. Todo el mecanismo de cómo armamos hasta acá la transmisión de conocimiento y sobre todo la evaluación está en riesgo. Si el examen está hecho de una manera que vos lo aprobaste sin saber nada utilizando el ChatGPT estamos fritos. Pero a la vez, no podés quitarlo de la escuela, porque saber manejar herramientas de inteligencia artificial va a ser crucial para ellos. Tenemos un desafío enorme, el desafío de reinventar la educación de manera muy profunda”.
¿Qué importancia le dan nuestros gobernantes a este profundo cambio tecnológico que pone en duda todo aquello que nos define como humanos? “Una de las cosas que más me preocupan es que acabamos de salir de una campaña electoral y ninguno de los candidatos habló del tema. Hay urgencias grandes, cómo hacer para que no se caigan los techos en las escuelas. Hay escuelas que no tienen gas y en invierno los chicos tienen frío. Pero la inteligencia artificial va a llegar igual. La tecnología tiene un efecto democratizador muy fuerte. Hoy el teléfono celular de un chico o una chica de un barrio humilde de las afueras de Buenos Aires no es significativamente peor que el teléfono celular que tienen los tipos más ricos del mundo. El ChatGPT es gratis, cualquier chico o chica, en el lugar del mundo que esté, en la circunstancia en la que esté, tiene acceso. Si usamos esto bien, más que ser una fuerza generadora de brechas, puede ser algo que nos ayude a achicar las brechas”.
Como conclusión, Bilinkis sostiene que el nuevo paradigma es “la cooperación entre humanos y máquinas. Casi siempre se nos presenta la cosa como una rivalidad, a lo que vamos es camino a una inteligencia expandida, una inteligencia que combina la inteligencia humana con la inteligencia artificial. Para mí, ahora la fórmula es inteligencia humana más inteligencia artificial, más inteligencia humana de nuevo. Y eso es la apropiación de lo que la máquina hizo para convertirnos en los autores de nuestras propias ideas, nuestros propios trabajos, los decisores de nuestra vida”.