Elisa Carrió: “El único que puede manejar el poder es quien lo desprecia”
La dirigente de Juntos por el Cambio reflexionó acerca de la honestidad en la política y en la vida y sobre su relación con el poder.
Puede permanecer largas semanas sin hablar, pero, de pronto, su voz irrumpe en los medios de manera resonante, pronunciando un mensaje casi siempre vinculado a lo que ella entiende que deben ser las reglas del juego dentro de su propio espacio político. No importa si es un aliado, ella denuncia. Así es Elisa Carrió, la fundadora de Coalición Cívica ARI e integrante de Juntos por el Cambio, quien en un diálogo exclusivo con LA NACION habló sobre los desafíos del poder y sobre su carrera política.
“La honestidad no es una cuestión con el otro, la honestidad es con uno mismo, uno no puede mentirse a sí mismo y en consecuencia mentirle al otro. Tiene que ver con el sentido de la vida, en mi caso no tiene que ver con la política, nací franca”, sostiene Carrió y asegura que sabe cómo manejar los momentos adversos que se la van presentando: “Cuando fallecieron todos mis amigos en un accidente, al otro día rendí Penal 1 con un sobresaliente. Eso es porque tengo un cerebro disociado. Una neurocientífica me explicaba que hay un 10 por ciento de la población que nace resiliente genéticamente, personas que pueden manejar la adversidad. La adversidad siempre es una prueba maravillosa”.
Carrió suele tener una mirada retrospectiva, repasar su pasado para explicar sus características actuales como mujer y dirigente política: “Cuando era chica era cruel, pero eso se va regulando. La verdad sin caridad tampoco tiene sentido. Lo que atempera es el amor. Foucault tiene la figura de lo que él llama el parresiasta, que es el testigo, es el que pone el cuerpo, pone su vida, su amor en una causa que lo excede. El parresiasta ama más la verdad que lo que le pase. Esto para él es la gracia, no tiene costo. Para mi familia sí trae muchos costos, sobre todo para mis hijos. Algunos de mis hijos se enorgullecen, otros no se bancan que yo sea una persona pública. Ese es el costo más grande”. “Ahora ya estoy liberada de los deberes institucionales, pero el compromiso es más fuerte que antes. Más concentrado”, dice.
El poder como un ring de boxeo
“El único que puede manejar el poder es quien lo desprecia”, expresa. Y agrega: “Para lograr la excelencia, tenés que despreciar el poder, tomarlo sólo como un medio. Me gusta operar en los intersticios del poder, en las familias. Desde chica opero en la desobediencia y en el cumplimiento del deber moral al mismo tiempo”.
“Nosotras jugábamos a la rayuela y los hombres al boxeo. Cuando era chica me hacían hacer la cocina y me cansé, me convertí en réferi del boxeo. Ahora, si tengo que subir al ring, subo, pero no se combate con un derrotado, ni con un caído. Se combate con Goliat. Lo demás es demagogia pura. Uno es lo que es, no se puede cambiar al otro, se pueden mejorar las condiciones”, asegura.
¿Y en qué cambió Carrió? “Me resistí a cambiar, me transformo, pero sigo siendo fiel a mí misma. No participo de la mercadotecnia. Un candidato se construye, pero una persona, si es de verdad, para bien o para mal, para la aceptación o el rechazo, lo que gana es lo que es. Yo nunca tuve asesor de imagen”. “Uno tiene que saber cuál es el precio que uno puede pagar en la vida. Hay precios que no se pagan, el precio de no tener libertad frente al otro”, dice.
La humanidad que duele
A Carrió le “duele la humanidad”: “Hay que sentir la humanidad, sentir que somos uno. Que te duela adentro. El dolor de un hijo no es distinto del dolor de la humanidad. Lo que viene en el mundo es un antihumanismo brutal, es un sálvese quien pueda. Por ejemplo, la primera ministra de Italia profesa algo que no es cristianismo, aunque diga que la familia cristiana es de tal manera y yo creo que la familia cristiana, donde todos somos hermanos, es una familia ampliada donde todos somos iguales”.
Algo que iguala a todos los ciudadanos es su Constitución, de la cual Carrió dice: “La columna vertebral de una Nación es su Constitución. Es la médula espinal, sus derechos. Es lo único que evita la violencia. La Argentina va a vivir la violencia, el poder quiere destrozar esa columna. La estrategia es dinámica, la única salida es con contrato moral: ejemplos, templanza y perseverancia. Viene la prueba más difícil como Nación, los que se sostengan en la columna vertebral pasarán, lo que se quiebren no pasarán”.