Cumbio: “Venía el New York Times a entrevistarme como la primera influencer del mundo y acá solo les importaba si era lesbiana”
En una conversación con Entre Nos, la experta en redes sociales Agustina Vivero, recuerda sus comienzos como asistente en el programa de Mirtha Legrand, su salto a la fama con el seudónimo de Cumbio y la manera en que Internet le cambió la vida para siempre
Le gusta que la presenten como la primera influencer de Argentina, aunque fue hace poco que se dio cuenta de que cuando abrió su Fotolog, esa palabra ni siquiera existía y más de 100 mil usuarios la tenían entre sus favoritos con 30 millones de visitas. “Era una plataforma, una red social en la que podías subir fotos y hacer amigos, hoy sería el equivalente a Instagram”, cuenta Agustina Vivero, más conocida como Cumbio, comunicadora digital que abrió su propia empresa.
No olvida cómo empezó todo, sus ganas de evolucionar la llevaron a colaborar en el programa de Mirtha Legrand: “Me tocaba servir café, era la última asistente de producción, yo quería hacer más y le ofrecí a Nacho Viale empezar a manejar el Twitter de ML y me dio la oportunidad, fue la primera puerta que se abrió. Tuve mucha suerte, fue un nuevo despertar”.
En 2008 la apodaron “La Reina de los Floggers”, por haber llevado a la fama a una tribu urbana en aquellos encuentros que organizaba en un shopping de la ciudad de Buenos Aires. Fue tanta la popularidad que alcanzó, que hasta fue entrevistada por el New York Times.
Comunicar en tiempo de redes
En épocas de redes sociales, ¿cómo cambió la forma de comunicar? Responde Agustina o Cumbio: “Antes, si te quedaba tiempo, subías lo que había que comunicar en Twitter, hoy es lo primero que hacés. Las redes son mucho más relevantes. Hoy la producción de contenidos digitales se convirtió en una carrera”.
Ella sostiene que para que una red social perdure en el tiempo, “tiene que actualizarse constantemente, por eso sobrevive Facebook, que no murió como dicen algunos, y es la que más usuarios tiene en el mundo, lo mismo está haciendo Twitter, Instagram y Tik Tok y hasta WhatsApp. Para consolidarse tiene que pasar que la gente las use, estar disponible en todas las plataformas, tener accesibilidad, ser fácil de usar.”
Agustina sostiene que las redes generan ansiedad: “Saber qué está pasando en todos lados a la vez, si no lo veo, me lo pierdo. Aparecen notificaciones, saber quién me etiquetó y al mismo tiempo es una herramienta que brinda información, tiene un lado positivo y uno negativo”.
Asimismo, es consciente que en ese mundo virtual, la agresividad es una moneda constante: “El anonimato en Twitter es tremendo, es donde más se sufre la violencia y la agresividad, pero hay que tener claro que eso no representa la realidad, es un microclima. Pensá que sólo mil usuarios pueden generar una tendencia”.
“A mí me gustan las chicas”
A los 16 años, Agustina se sentó frente a miles de personas y dijo: “A mí me gustan las chicas”. Ahora, recuerda: “Era otra Argentina, yo iba a comprar algo y me daba miedo que me dijeran algo feo, cinco años después pasé a ser una visionaria, no hay lugar para ir contra las minorías, peleo mucho por el orgullo de la comunidad LGBTQI+ porque es importante seguir trabajando; falta mucho todavía. Lo que pasó conmigo es muy importante, sirvió para que se visibilice y se hable del tema”.
Eran épocas donde costaba aceptar los cambios sociales: “Fue increíble, venía el New York Times a entrevistarme como la primera influencer del mundo en traspasar la pantalla y acá solo les importaba si era o no lesbiana”. Y agrega: “A la Argentina le falta un montón, las redes sociales apoyan este progreso y ayudaron porque no hay tolerancia para la discriminación, la gente piensa dos veces antes de tirar una piedra. Los que sí damos la cara trabajamos para la inclusión”.
Amor e Internet
Le pregunto a Agustina: ¿Cómo es el amor en tu generación hoy? “Vivo con mi novia a hace dos años en una relación cerrada pero libre, no hay celos, sí hay mucho amor. A mí me ayuda mi pareja a bajar en el trabajo, soy workaholic, para mí es muy importante mi trabajo y la educación que me pagué con mi trabajo. Sé lo que es no tener nada y el trabajo me dio mucho. Éramos pobres, todo lo que me pasa este año en mi vida es un logro, paro y pienso: cuanto hice con lo poco que me tocó. No tener nada, todo lo que pasé me ayudó a ser más creativa, me motivó pensar que no quiero que esto sea así toda la vida. Pensaba cuando mis viejos sean grandes dónde van a vivir. La llegada de Internet me abrió la cabeza, las redes me ayudaron a evolucionar”.
Una tele sin atractivos
¿Sigue siendo importante la televisión para estos jóvenes educados en otro tipo de pantallas? “La TV, para mí, ya fue, pero hay mucha gente que todavía la ve, y para esa gente está muy activa. No están los contenidos que atraigan a los que no la ven. Yo miro Gran Hermano, noticias para informarme, me interesa la actualidad y la política. Me cuesta que haya quince minutos de publicidad. Lo que veo es que el contenido de la mañana sigue siendo el mismo a la noche, todo se repite y con la inmediatez que existe es difícil que eso atraiga a la gente más joven”.