El futuro llegó hace rato. Un siglo, exactamente, porque en 1919 se fundó Bauhaus, la escuela de arte en la ciudad de Weimar, centro de Alemania, que en pocos años de existencia dejó un legado fundamental para la arquitectura y el diseño industrial y gráfico.
Desde enero, Alemania viene celebrando este centenario con un calendario de eventos que Walter Gropius, fundador y director de la Bauhaus, difícilmente hubiera imaginado. La inauguración de un gran museo temático en Weimar fue apenas el comienzo. Hay exposiciones y actividades en instituciones culturales de todo el país, además de tours, documentales, publicaciones y hasta una ficción cinematográfica sobre el rol de la mujer en la escuela, Lotte am Bauhaus, que vale la pena rastrear.
ESSEN: RASTROS DE CARBÓN
El notable Museo Folkwang, de la ciudad de Essen, presenta estos días la segunda de tres exposiciones consecutivas sobre la escuela. Se enfoca en los aportes de la Bauhaus al arte de la escenografía y la puesta en escena, con fotos, bocetos y pinturas. Incluye, además, una muy curiosa partitura-guión de Lothar Schreyer, personaje clave en la Bauhaus, con indicaciones en colores y signos para la interpretación del poema Memoria, con llamativas reminiscencias a planteos de Xul Solar. El Folkwang atesora, además, el original del manifiesto de la Bauhaus fechado por Gropius en abril de 1919.
Bauhaus articula las palabras bau, construir, y haus, casa, en un concepto ambicioso: edificar algo nuevo, mucho más allá de la arquitectura y el arte, una nueva sociedad. Gropius y sus colegas no pretendían actualizar preceptos arquitectónicos o imponer la próxima moda; ansiaban propiciar el advenimiento de un nuevo ser.
"Ver toda la arquitectura relacionada con la Bauhaus nos llevaría un día completo. El problema es que hoy, lo que queda está mezclado con edificios de los años cincuenta y sesenta, cuando algunos de sus criterios estaban mucho más instalados. Entonces se pierde de vista lo revolucionaria que era esa arquitectura en la década del veinte", explica Lars Büttner, guía en la ciudad de Essen, durante una pausa para chequear la Iglesia de la Resurrección. El templo protestante diseñado por Otto Bartning, en 1929, es cilíndrico como un silo o un cohete espacial, lo más alejado de una iglesia europea clásica.
La joya arquitectónica y turística de Essen, sin embargo, es el complejo industrial minero carbonífero de Zollverein. Desactivado en 1986, se lo podría haber aprovechado como escenografía de un film post apocalíptico tipo Mad Max, pero fue reconvertido en un monumental predio con museos, espacios para eventos, universidades, restaurantes y hasta una pista de patinaje sobre hielo entre cañerías, rieles, calderas, vagones, tanques y fierros rojizos . El reciclado sigue aún en curso, hace apenas dos semanas se inauguró un hotel boutique con 67 habitaciones por más de 500 euros la noche.
Zollverein es considerado un modelo global de cómo recuperar viejas instalaciones industriales. Y si bien no se lo puede catalogar como Bauhaus, en algunos de sus edificios resuenan ecos de Weimar, particularmente en el actual museo de diseño Dot Museum (imperdible, el Audi colgando de "cabeza" en la nave principal, todo un hit instagramero).
Da la sensación de caminar entre los restos arqueológicos de una civilización perdida, asediados por el verde, que no deja de avanzar sobre el concreto. A la principal mole de ladrillo a la vista se accede por unas extensas escaleras mecánicas. Arriba aparecen un café trendy, la tienda de regalos y el Museo del Ruhr, con otras escaleras iluminadas hacia las entrañas de la planta.
Proyecciones superpuestas y sonidos de ambiente parecen devolverle vida a todas esas máquinas muertas, alguna vez fundamentales en el procesamiento del carbón para la industria metalúrgica. Hasta que se aceptó que resultaba más económico importar esa materia prima y no sólo Essen sino toda la región del Ruhr ingresó en una crisis de desempleo que aún perdura.
"Sólo en esta zona había 200 de estas minas de carbón, Zollverein ni siquiera era la más grande –asegura Peter Reuter, guía experto en la planta fantasma–. La última de ellas acaba de cerrar. Essen todavía busca cómo reinventarse, algo que al menos Zollverein consiguió, como testimonio de aquella era de desarrollo industrial que comenzó en el siglo XIX."
MIES EN KREFELD
A Krefeld, 37 kilómetros desde Essen, la ola Bauhaus llegó aún más fuerte. Ahí, Ludwig Mies van der Rohe, último director de la escuela, dejó varias obras, como la planta y edificio corporativo de la textil Verseidag, de 1931, actualmente en plena recuperación como complejo de oficinas. Edificios geométricos, pero asimétricos, con espacios amplios, luminosos e inspiradores, contrastantes con la faceta más gris y opresiva de la revolución industrial.
Van der Rohe diseñó también las casas vecinas de los dueños de Verseidag, Hermann Lange y Josef Esters. Dos joyas modernistas que hoy se visitan como galerías de arte, donde las principales obras son los muros libres, los techos planos y esas magníficas ventanas para integrar plenamente interior y exterior.
"Los nazis las odiaban. Querían agregarles techos a dos aguas para que volvieran a ser verdaderamente alemanas", recuerda la guía francesa Marie-Hélène Miodek, apasionada por la Haus Lange y la Haus Esters, que siguen luciendo ultra modernas en su barrio residencial de Krefeld.
El nazismo, efectivamente, detestó a la Bauhaus, donde llegaron a trabajar y convivir Paul Klee, Wassily Kandinsky y Laszlo Moholy-Nagy. Primero la cercó política y financieramente, después forzó su mudanza de Weimar a Dessau y, en 1933, la cerró de manera definitiva. Muchos de sus referentes intelectuales se exiliaron, sobre todo en Estados Unidos. La persecución, lejos de eliminarla, proyectó a la Bauhaus internacionalmente.
"La casa se donó a la ciudad con la condición de que se utilizara para exhibir arte contemporáneo. En la Alemania de los años cuarenta la vida social había cambiado, para mi familia ya no tenía sentido una residencia de estas dimensiones, concebida para recibir gente y compartir obras de arte", dice Christiane Lange. Además de bisnieta de Hermann Lange, Christiane es la mentora del Pavillion, una especie de pagoda octagonal de madera, del artista Thomas Schütte, frente al lago con cisnes del apacible Kaiserpark, a una caminata corta y arbolada desde Lange Haus. Ella la define como una "escultura" y en su interior se puede ver una expo multimedia sobre la relación de la Bauhaus con la industria de la seda y Krefeld.
LA COCINA FRANKFURT
Uno de los rascacielos más imponentes de Frankfurt conduce directamente a la Bauhaus. El edificio en sí, sede del Banco Central Europeo, no tiene nada que ver con esa arquitectura, pero... la atraviesa, literalmente. La mole vidriada de 45 pisos y 187 metros se construyó en 2014 como si hubiera emergido de las entrañas del antiguo Mercado Central de alimentos de Frankfurt, en la ribera este del Meno, a un kilómetro del centro. La nave principal del mercado de abasto vintage quedó dividida en dos a cada lado del megabanco.
Obra del arquiecto Martin Elsaessere, de 1928, el gran hall, flanqueado a cada extremo por dos edificios gemelos, se dejó de utilizar como mercado en 2004. Originalmente formó parte del proyecto integral Neues Frankfurt, propiciado entre 1925 y 1930 por el alcalde Ludwig Landman con los servicios del arquitecto Ernst May, Elsaesser y el propio Walter Gropius. El plan concretó la construcción de 12 mil casas, que hasta hoy la alcaldía alquila a trabajadores de clase media. Eran obras rápidas y sistematizadas: con 18 operarios se terminaba en dos jornadas una vivienda de 80 metros cuadrados.
Los nazis tampoco aprobaron en este caso. Joseph Goebbels dijo que las casas eran "cuchas" y que May era el "Lenin de la arquitectura alemana". Pero sobrevivieron y en la década del setenta se las catalogó como patrimonio cultural. Un grupo de historiadores recuperó una de ellas, con todas sus señas particulares, muebles, revestimientos y colores originales, y hoy se la puede explorar en visitas guiadas.
"El proyecto de la Nueva Berlín no era sólo construir casas sino cambiar a las personas, en línea con lo que proponía Bauhaus", dice el guía que conduce las visitas a la Casa Ernst May, nacido y criado en el vecindario ya que sus padres se mudaron allí en 1927. "Se diseñó una serie de muebles inteligentes, con medidas y movimientos perfectamente funcionales, los edificios de las escuelas se repensaron para estimular la curiosidad de los chicos, con grandes ventanas y jardines, hasta se distribuía una revista con contenido de divulgación seleccionado para los inquilinos".
Lo más curioso en la Casa Ernst May es la cocina, ideada por la austríaca Margarete Schütte-Lihotzky, una unidad compacta y eficiente con gabinetes, superficies de apoyo y otros detalles útiles y atractivos. Tan novedosa entonces que estableció un estándar reconocido como la "Cocina Frankfurt".
"Schütte-Lihotzky no quiso aislar a la mujer sino darle su espacio privado, como un laboratorio. El resultado es notable, salvo por un pequeño problema: ella era una mujer extraordinariamente moderna para la época, pero jamás había hecho ningún tipo de tarea doméstica. ¡Por eso las mesadas son bajas como un escritorio. Si hasta incluyó un banquito, creyendo que se podía cocinar sentado!" Ahí va otra lección para aprender de este Grand Tour de la Bauhaus por Alemania: también la vanguardia puede fallar.
WEIMAR Y DESSAU
El evento de mayor impacto en el calendario de celebraciones por el centenario Bauhaus fue la apertura de tres nuevos museos. En Weimar, ciudad de origen de la escuela, el edificio alberga una gran colección de la década del veinte, pero presenta también muestras de otros temas y períodos. También se inauguraron museos temáticos en Berlín y Dessau, donde está la segunda sede de la escuela, diseñada por Gropius y en funciones hasta 1932. De los edificios más icónicos de siglo XX en Alemania, es la síntesis material de los principios estéticos y funcionales de Bauhaus. Más información, en www.bauhaus100.com
Datos útiles
Dónde dormir
En Essen:InterCity Hotel., un hotel de los llamados "smart", compacto, sin lujos, pero con lo necesario, muy bien ubicado a metros de la estación central de ferrocarril de la ciudad. Desde 50 euros la habitación, por noche.
En Krefeld: Mercure Parkhotel Krefelder Hof Categoría cuatro estrellas, con muy buen restaurante y mejor desayuno, desde 66 euros la habitación.
En Frankfurt: Motel One Frankfurt-Römer Un novedoso modelo de alojamiento, con acento en el diseño, inspirado en la hotelería boutique, pero con habitaciones ultra compactas y algunas características de servicio "low cost" para ofrecer tarifas más económicas (considerando ubicación y propuesta). Hay que decirlo: es un hit. A pasos de los principales atractivos de Frankfurt, habitaciones desde 75 euros.
Dónde comer
En Essen:Restaurant Hülsmannshof Cocina tradicional de distintas regiones de Alemania y patio cervecero en una casona antigua del barrio más particular en esta ciudad: el distrito histórico de Margarethenhöhe.
Kokerei Café Restaurant. La visita a la antigua mina de carbón de Zollverein merece un día completo, entre sus museos y la propia planta industrial y los alrededores. Esta cafetería es una buena alternativa para el almuerzo.
En Krefeld:Restaurant Sonnenhof Menú tradicional de la región en una parada estratégica después de visitar las casas de Mies van der Rohe en la ciudad.
En Frankfurt:Paulaner Wirtshaus am Dom, sucursal local de una cadena cervecera muy conocida, para una pausa en pleno centro histórico de la ciudad.
Restaurant Main Nizza. Para cenar con vista al río (y algo de presupuesto...), uno de los clásicos de Frankfurt.