Sede del gobierno federal, esta ciudad elegante, de amplios espacios verdes, museos nuevos, viejos e imperdibles –la mayoría gratis–, es el lugar perfecto para explorar las raíces de la población afroamericana en Estados Unidos.
Martin Luther King Jr. mira hacia el horizonte. Aunque el monumento es de piedra blanca se siente la mirada negra del líder del Movimiento por los Derechos Civiles. Una mirada profunda, como fue su lucha. Mirada negra. Como la de gran parte de los habitantes de Washington DC. Históricamente, la mayoría de la población fue afroamericana (llegó a un 70%); la llamaban Chocolate City. En los últimos años, la gentrificación ha modificado algo su composición, pero el número todavía es mayoría. Una mirada negra. Igual a la de muchos de los visitantes que ahora sacan fotos, rodean la estatua y leen las citas grabadas en las paredes. "La oscuridad no puede deshacer la oscuridad, sólo la luz puede hacer eso. El odio no puede terminar con el odio, sólo el amor puede hacerlo". La escena ocurre muchos años después de esa lucha, ahí nomás de la Casa Blanca, donde gobierna un presidente que no se muestra precisamente como un modelo de tolerancia.
Washington es la sede del gobierno nacional y de la mayoría de los edificios oficiales, embajadas, ONG y organismos internacionales (Banco Mundial, BID, OEA, FMI, entre otros). El lugar donde se imprimen los dólares –unos 560 millones por día–, una ciudad política en la que todo el tiempo hay señales que se leen en ese sentido. Un lugar de retórica, ambición, conspiraciones, chismes y traición, perfecto para la trama de House of Cards y también para que exista un Museo del Espionaje, que recibe tantos visitantes que pronto se mudará a una sede más grande.
Hoy es un día resplandeciente y el monumento de Martin Luther King está lleno de visitantes. Hay un anciano negro de pelo blanco en silla de ruedas, niños que escuchan las explicaciones de sus padres, mujeres negras de culos enormes y trenzas finitas y turistas con palos de selfies que esperan su turno para posar sonrientes bajo la estatua de más de nueve metros de altura. De repente, se escucha un motor muy fuerte y todos miramos hacia arriba. Tres helicópteros de la fuerza aérea vuelan sobre nuestras cabezas. Le pregunto a un guía si será Trump.
–Jaja, no. Si fuera Trump, los que ahora miran para arriba estarían abucheando.
El Memorial de Martin Luther King se inauguró en 2011. Está frente al reservorio Tidal Basin, donde ahora dos chicas pasean en un cisne-bote, y a pocos metros del memorial de Lincoln. Allí, el líder negro pronunció su célebre discurso: "Tengo un sueño", el 28 de agosto de 1963, en La Marcha de Washington por el trabajo y la libertad.
El Memorial de Lincoln, un templo clásico rodeado de columnas, alberga la estatua del expresidente. Lincoln firmó el documento que proclamaba la emancipación de los esclavos. Con él comenzó un cambio de mentalidad que tardó muchas décadas en asentarse, y todavía falta. La tensión racial se siente en las calles de muchos barrios. Más aún en el interior del estado de Virginia, donde ocurrieron los recientes hechos de violencia de Charlottesville.
Escaleras abajo, reparo en un manifestante con anteojos espejados. Sostiene un cartel con un texto larguísimo donde explica por qué Trump es un tonto (sic). Lo que está escrito de puño y letra, con marcador azul tiene que ver con el anuncio del presidente de retirarse del Acuerdo de París sobre Cambio Climático. Los turistas le sacan fotos, él permanece inmutable como una estatua viviente que proclama su mensaje en silencio.
Escaleras arriba hay buenas panorámicas de uno de los símbolos de la ciudad: el obelisco (Washington Monument). Antes se podía subir en ascensor hasta la punta –a 169 metros– pero después del daño que sufrió durante el terremoto de 2011 está en reparaciones.
Para llegar al obelisco hay que caminar a orillas de la Reflecting Pool, un kilómetro aproximadamente. Ayer vi una foto en blanco y negro del día del discurso de Martin Luther King, justamente en este sitio. No había ni un espacio libre: fueron más de 250.000 personas que pedían libertad. Cinco años después de ese día lo asesinaron.
PARQUE TEMÁTICO DE MUSEOS GRATUITOS
Washington es una ciudad chica, de menos de un millón de habitantes. Y elegante. Fue la primera ciudad planificada del país: la construcción comenzó en el siglo XVIII y lleva el apellido del primer presidente de Estados Unidos, electo en 1798. La cruza el río Potomac, que recorre el estado de Virginia y desemboca en el Océano Atlántico, más de 600 km después.
En la misma línea que el Memorial de Lincoln y el obelisco, unos dos kilómetros más adelante, está el Capitolio. La zona se llama The National Mall y parece un parque temático de museos gratuitos. Es una extensa área verde que concentra monumentos, memoriales de guerra –Vietnam (se llena de veteranos en cada aniversario), Corea, II Guerra Mundial–, y las sedes de museos espectaculares, dependientes del Instituto Smithsoniano, un centro de investigación y educación fundado por el científico inglés James Smithson que, curiosamente, nunca visitó Estados Unidos. Los museos smithosonianos de Washington son más de diez, entre otros, el de Historia Natural con el icónico elefante Rotunda –de reciente restauración– en el hall de entrada; el Museo Nacional del Aire y el Espacio, con una increíble colección de aviones y naves espaciales; la Galería Nacional de Arte, que reabrió el año pasado luego de una renovación de 70 millones de dólares para reciclar el edificio original.
El más nuevo, el que está en boca de todos, es el Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana. Fue inaugurado por Obama antes de terminar su mandato. Es una mole de hierro plantada a metros del obelisco. Cuatro pisos que comienzan en el sótano, en un ambiente de penumbra, donde apenas se ve. Ahí se conocen los horrores que sufrió la raza negra desde el momento en que los hombres africanos esclavizados se transformaron en el primer "commodity" en el intercambio comercial entre Europa, Estados Unidos y África. Miles de barcos cargados de hombres cautivos cruzaban el Atlántico hacia América. Como era tan difícil rebelarse, muchos preferían tirarse al océano plagado de tiburones. Esto sucedió hace 500 años, a partir de 1600, duró más de 200 y dejó cicatrices en un pueblo y en un continente. En ese contexto se creó Estados Unidos, forjado por la esclavitud y por un concepto nuevo que creció en las plantaciones: la libertad.
A medida que se sube en el museo, aparece la luz y la efervescencia y luminosidad de la cultura negra. La música, la actuación, los cómicos y los políticos con el triunfo electoral de Barak Obama como punto culminante.
Igual que el resto de los museos del Smithsonian, este museo es gratuito, pero hay una diferencia: la demanda de entradas es grande y se necesita reservar por internet.
Lamentablemente, desde la apertura, se encontraron tres horcas (la última hace dos meses) en distintas galerías del museo. El director declaró que el episodio es un símbolo de extrema violencia para los afroamericanos y un recordatorio de la discriminación y los desafíos que todavía deben afrontar.
Apenas retirado de The Mall, el Museo del Periodismo (Newseum) retoma la política ya desde su ubicación: está en la mítica Avenida Pensilvania –las avenidas de Washington llevan los nombres de los estados del país–, a la que llaman la calle principal de Estados Unidos porque conecta la Casa Blanca con el Capitolio. Por acá desfilaron Kennedy y Trump, marcharon las manifestaciones, desfiles inaugurales y el cortejo fúnebre de John F. Kennedy.
En siete pisos –preciosas vistas del Capitolio desde la terraza–, el museo repasa la historia del periodismo a través de 15 galerías interactivas (pantallas táctiles, 3D, películas cortas, estudios de radio, juegos). Hay una exhibición del Muro de Berlín y otra del 11-S con portadas de diarios de ese día, La Nación y Clarín incluidas. Cada día, se pueden ver las tapas –¡en papel!– de más de 600 diarios del mundo.
En el gift shop venden pelotas antiestrés, de esas que se aprietan con mano, con la cara de Trump y en varias salas lo ridiculizan en apariciones televisivas cómicas. Hay una donde un conductor de programa de noticias anuncia que Trump visitó al papa. Se ve a los dos mandatarios acercándose para estrecharse las manos. "Es una buena oportunidad para preguntarle qué es eso que lleva en la cabeza", dice el papa. Jajaja. Al Newseum lo llaman el AntiTrump Museum.
LA HISTORIA NEGRA
El asesinato de Martin Luther King en Memphis en 1968 abrió un capítulo nefasto en la ciudad. Inmediatamente, se desató una rebelión negra. El centro se convirtió en un lugar peligroso al que era mejor no ir de noche. Hubo disturbios con incendios tan grandes que dicen que el olor a humo se sintió hasta tres años después. Cientos de negros fueron presos, había desempleo y no mucho tiempo después comenzaron los años de la cocaína y el crack. En los 90 arrancó la construcción del metro en el barrio negro de Shaw y la zona parecía detonada. Recién con el cambio de milenio, la comunidad se recuperó de los años duros.
"La historia de la cultura afroamericana es larga, corajuda y a veces triste", dice Bernard Demeczuk, historiador del restaurante Ben’s Chili Bowl, mucho más que un lugar para comer salchichas, un verdadero centro de la comunidad negra, fundado en 1958. Tan es así que, por lo menos una vez por semestre, Demeczuk lleva a su curso a Ben’s y da la clase ahí. En Ben’s comió el Dr. King, como lo llaman acá, y el día en que cayó Obama sin avisar, poco después de las elecciones de 2008, fue memorable. De repente, la seguridad clausuró la calle y cinco minutos después abrió la puerta Obama. "Creo que después de eso di entrevistas a todos los países del mundo", dice Nizam Ben Ali, el propietario, hijo del hombre que un día decidió ponerle picante (chili) a las tradicionales salchichas asadas. Obama comió el clásico half smoked y pagó con un billete de 20 dólares que está enmarcado en una pared del local.
"Es simple: Si querés entender la historia americana estudiá la historia negra y si querés entender la historia negra estudiá la cultura negra", agrega Demeczuk, que en pocas palabras y con mucha claridad repasa los acontecimientos pasados desde 1862, año de la emancipación de los esclavos, hasta hoy que Washington figura entre las ciudades del país mejor rankeadas para vivir.
Sarkozy y Carla Bruni, el futbolista Danny Simpson y Bono… ¿quién no fue a Ben’s? Otro aficionado del local donde se asan salchichas de la mañana a la noche, era el famoso comediante Bill Cosby, que por estos días afronta un juicio por abuso sexual. A un costado del restaurante hay un callejón, recientemente pintado con graffitis de iconos de la cultura negra. Se hizo una votación en Facebook para ver quiénes irían: Obama y Michelle ganaron un espacio protagónico. También se ven varios personajes del gogo, un género musical que nació en Washington y, si bien no cruzó muchas fronteras (ni siquiera estatales), por acá todavía se escucha.
El barrio de Ben’s se llama Shaw. En la zona está la Howard University (le dicen la Black Harvard) y el Howard Theatre, el primero donde pudieron actuar los afroamericanos. Frente al teatro, una estatua de Duke Ellington, el compositor, pianista y referente del jazz que nació en la ciudad. No muy lejos, en otro teatro, el Ford, fue asesinado Abraham Lincoln en medio de una obra, en 1865.
A un par de cuadras se puede visitar el museo que conmemora a los soldados negros –alrededor de 200.000– que participaron en la Guerra Civil entre el Norte y el Sur. Para muchos, Shaw es la meca negra de Estados Unidos, más incluso que los barrios negros de Nueva York y que Treme, en Nueva Orleans.
LOS UNOS Y LOS OTROS
No me importa de dónde eres, me gusta que seas mi vecino, dice el cartel, primero en español, abajo en inglés y más abajo en árabe. Veo por lo menos siete carteles de éstos en una caminata por un barrio residencial.
"Los pusieron en muchas casas luego de que ganara Trump. Hay una gran resistencia contra el presidente", cuenta Claudia O’Connor, una vecina de 50 años que por primera vez en la vida, este año, fue a una marcha. La marcha de mujeres en contra de Trump.
Mientras estoy en la ciudad se desarrolla el IPW, el mayor encuentro de la industria de viajes en el país. Después de presenciar varias conferencias, quedó clara la preocupación del sector turístico por la Travel Ban a siete países árabes, disparada por la administración Trump, y la amenaza de extenderla. Acaso para distanciarse del presidente, los directivos del evento prefirieron un slogan inclusivo: One Big Welcome (Una Gran Bienvenida).
Más allá de los humores de Trump, uno se siente bienvenido en Washington. Esta tarde paseo por Georgetown, el barrio que llega al río Potomac. Es una zona de mansiones antiguas, embajadas, la universidad de Georgetown y un área baja que recuerda a Holanda. Se están dragando los canales y mejorando las orillas. Me imagino que cuando vuelva podré recorrerlos en bote o en góndola.
Las calles M y Wisconsin concentran la movida y las tiendas de diseño, cafés, restaurantes tradicionales, por ejemplo J. Paul’s, el lugar para comer frutos de mar: ostras frescas y langostas vivas al alcance de la mano. Me llama la atención una librería chica y muy nutrida. Tiene mesas de saldos en la vereda y una excelente curaduría de libros de arte, política, novelas gráficas y poesía. Se llama Bridge Street Books y es una de las más antiguas y una sobreviviente, ya que varias, incluso una sucursal de Barnes & Noble, cerraron.
"Como estamos en Washington se vende mucho de política", apunta Philip Levy, el propietario, y cuenta sobre el éxito del libro On Bullshit (Sobre la manipulación de la verdad), de Harry G. Frankfurt. Se publicó hace una década, pero tuvo un revival después de Trump porque habla del rol, la sustancia y la teoría de la charlatanería. Otro que se ve bastante en esta y otras librerías es el primer libro de Trump para niños, en el que el comediante Michael Ian Black les explica a los chicos –con guiños a sus padres– los orígenes de una curiosa criatura de piel naranja que enloquece por las cámaras de televisión, llamada Americus Trumpus.
Por momentos da la impresión de que nadie lo quiere. Pero más tarde, cuando vuelva a caminar por The Mall veré a un adolescente con un buzo con inscripción: Make America Great Again (Que América vuelva a ser grande), el lema de campaña de Donald Trump.
Cuando Georgetown llega al río hay una lindísima costanera para caminar, comer o sentarse a mirar el Potomac de aguas pesadas y oscuras. Eso hago: pasa un barco turístico cerca de la otra orilla, un hombre musculoso corre con unas zapatillas Asics plateadas que parecen recién aterrizadas del futuro, y unas chicas de 17 con vestidos de fiesta se ríen y se sacan fotos antes de ir a su festejo de Prom (promoción). Terminaron la secundaria, integran la nueva generación de votantes. Dan ganas de ir corriendo y rogarles que, en unos años, cuando les toque votar para presidente, por favor lo piensen bien. Justo se acerca una de ellas a pedirme que les saque una foto. Las miro por la pantalla del teléfono, todas tan blancas y rubias y sonrientes. Les saco la foto y, sin verbalizar ningún ruego, vuelvo a mi asiento a mirar el río.
Si pensás viajar...
Cómo moverse
La mejor forma de moverse en la ciudad es el metro. Para usarlo hay que comprar la tarjeta SmarTrip. El precio de los viajes varía según la distancia, entre u$s 2 y u$s 5. Otra opción es el bus circular que recorre los principales barrios y permite ver la ciudad por las ventanillas. Se puede usar la misma tarjeta de metro.
Dónde dormir
Omni Shoreham. 2500 Calvert St. T: (001) 202 234 0700. Amplio, señorial y extendido, el Shoreham es una institución en Washington. Fue sede de las recepciones presidenciales desde Franklin Roosevelt hasta Barack Obama. Y suele haber bailes de promoción o fiestas de casamiento todas las semanas. Siempre hay hombres y mujeres con vestidos de fiesta que van o vienen del salón. Dobles desde u$s 250 sin desayuno.
The Georgetown Inn. 1310 Wisconsin Ave. T: (001) 202 333 8900. Si bien el metro no llega a Georgetown, es una linda zona para hospedarse, arbolada, tranquila y con una costanera llena de bares y restaurantes. Dobles desde u$s 150.
Dónde comer
Ben’s Chili Bowl. 1213 U Street. T: (001) 202 667 0909. El clásico, el que pide Obama cuando va, es el chili half smoke (la salsa está levemente ahumada). Cuesta u$s 6 y se hace desde 1958. Hay opciones vegetarianas. Para tener en cuenta: cierran tarde.
Occidental Grill & Seafood. 1475 Pennsilvania Ave. T: (001) 202 783 1475. Elegante y clásico, el Occidental fue inaugurado en 1906. Está justo frente a la Trump Tower y a pasos de la Casa Blanca. Iconico lugar de reunión de políticos, un lugar para ver y ser visto, con grandes salones con pinturas de los presidentes de estados Unidos y fotos de artistas que pasaron por ahí. Para probar a mediodía: ostras frescas, u$s 16 la media docena; pastel de cangrejo, u$s 20 y hamburguesa grillada, u$s 18. De postre, tarta de nueces pecan y cerezas, u$s 9.
J. Paul’s. 3218 M NW. T: (001) 202 333 3450. Un dinning o salón comedor icónico de la ciudad, en un edificio de más de cien años. Especializado en frutos de mar tiene deliciosas ostras fritas (u$s 12) y buenísimas ensaladas con langostinos (u$s 18) y cóctel de camarones (u$s 15). Una especialidad de la casa es el pastel de cangrejo de Maryland (u$s 25). Vale pedir la cerveza de la casa, tirada y premiada: 1889 Amber Ale (u$s 5).
Paseos y excursiones
Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana. 1400 Constitution Ave. T: (001) 844 750 3012. Igual que en todos los museos que pertenecen al instituto Smithsonian, la entrada es libre y se reserva online. Sin embargo, como fue el último en inaugurarse, está en la mirada de muchos, no es fácil conseguir entrada. Horario: todos los días, de 10 a 17.30.
Museo Nacional del Aire y el Espacio. Independence Ave. T: (001) 202 633 2214. Desde el aeroplano usado por los hermanos Wright en 1903 hasta el Apollo 11 CM "Columbia", la nave que tripulada por Neil Armstrong, Michael Collins y Elwin Aldrin durante el alunizaje de 1969, la cantidad y variedad de objetos expuestos es amplia y muy interesante. Hay 22 galerías a través de las que se cuenta la historia de la aviación, la carrera espacial, además de conceptos de astronomía y ciencia planetaria. También hay un observatorio público con un telescopio que se puede usar de día y un cine Imax (consultar la programación). Entrada gratis. Todos los días, de 9 a 17.30.
Museo Nacional de Historia Natural. 10th St. y Constitution Ave. T: (001) 202 633 1000. Uno podría pasarse horas en este lugar, por eso conviene explorarlo antes en la web y saber cuáles son sus hits. El enorme elefante Rotunda –restaurado hace poco– se ve ni bien se ingresa con sus 4 metros de altura, en el hall. Algunos objetos para tener en cuenta: el diamante más grande del mundo, que perteneció al rey Luis XIV y pesa 45 kilates y una reconstrucción del hombre de Neardental y un cuerpo momificado del antiguo Egipto. También, jirafas, osos polares y un precioso mariposario. Entrada: gratis (sólo se paga el mariposario, u$s 6 salvo los martes, que es con entrada libre). Todos los días, de 10 a 17.30.
Galería Nacional de Retratos. 8th y calle F. T: (001) 202 633 8300. En un precioso edificio de del siglo pasado cuenta la historia de Estados Unidos a través de retratos –fotos y pinturas– de líderes, rebeldes, artistas y representantes y otras personalidades que definieron la cultura. Muy buen café para descansar un rato y almorzar. norteamericana. Entrada: gratis. Horario: todos los días, de 11.30 a 19.
Museo del Periodismo (Newseum). 555 Pensylvania Ave. T: (001) 202 292 6100.Siete pisos de exhibiciones interactivas que recuerdan la importancia y la fragilidad del derecho de expresarse libremente y exploran el significado de libertad en la era de la innovación tecnológica. Desde el último piso, las mejores vistas del Capitolio. u$s 25 (suele haber descuentos online). De lunes a sábado, de 9 a 17; domingo, de 10 a 17.
Galería Nacional de Arte. 6th y Constitution Ave. NW. T: (001) 202 737 4215. Con un edificio renovado recientemente, uno de los grandes museos de arte del país. Consta de dos edificios, East y West. Hay tours autoguiados y otros guiados por docentes. Son gratuitos y, en general, por la mañana (consultar horario en la web). Entre los higlights del museo se destacan las obras de Raphael, El Greco, Leonardo Da Vinci, Vermeer, Rembrandt y William Turner. Hay impresionistas y expresionistas, un museo para quedarse un buen rato. Cafés, dos gift shops muy surtidos y un jardín de esculturas con obras de Louise Bourgeois y Roy Lichtenstein, entre otros.Gratis. De lunes a sábado, de 10 a 17 y domingo, de 11 a 16.
Museo del Espionaje. Calle 800 F. T: (001) 202 654 2844. Asesorados por antiguos agentes de inteligencia y espías, el museo explora el rol del espionaje en el mundo y alberga la colección más grande de artefactos, desde Matahari a James Bond. Salas interactivas donde cada uno puede probar sus habilidades como espía. Por estos días se construye la nueva sede del museo, que será mucho más grande que la actual. u$s 22. Todos los días, de 10 a 18.
Museo de la Comunidad de Anacostia. 1901 Fort Place. Las exhibiciones hacen foco en la producción artística actual de la comunidad. Entrada gratis.
Casa Museo de Frederick Douglass. La única forma de visitar la casa es con un tour que dura media hora. u$s 1,50. Imprescindible reservar.
Visitas guiadas
USA Guided Tours. T: (001) 202 733 7376. Excelente tour que explora la historia afroamericana en la ciudad. Dura cuatro horas y recorre en bus los principales sitios. u$s 79.
Un barrio para conocer
Adam’s Morgan. Entre las calles Columbia y 18, originalmente fue un barrio de inmigrantes etíopes y latinoamericanos con alquileres baratos. Hoy fue colonizado por los hipsters y hoy es uno de los barrios de moda, con buenos restaurantes étnicos, coffee shops y tiendas deco y vintage. Es un buen lugar para salir de noche. Con 20 años de tradición en el barrio, Madam’s Organ es el mejor club y bar de blues con shows de música en vivo.
Compras
Tyson’s Corner Center. 1861 International Drive. A unos 30 minutos de metro desde el centro, un lindo viaje en metro-tren (Silver Line) hasta la estación Tyson’s Corner, donde está el centro comercial con más de 300 tiendas. Los fines de semana de primavera y verano suelen tocar bandas en el área de comidas de la entrada.
Bridge Street Books. T: (001) 202 965 5200. Muy linda librería para hojear novedades y clásicos. Excelente selección de poesía y novela gráfica.
Más información
Nota publicada en Revista Lugares 267.