Ushuaia: cinco razones para esquiar hasta el fin del mundo
USHUAIA.- El estremecimiento que produce el encuentro a solas con un paisaje retirado, embebido en nieve y espejismos que refractan en un crisol de variables, sin civilización a la redonda, paga con propina cualquier chucho de frío.
Esta ciudad oferta sus coordenadas como la más austral del mapa para que sus difusores repitan con entusiasmo de abanderados el mantra de poblado del fin del mundo. Así y todo, Ushuaia tiene historia y méritos topográficos suficientes para desertar de cualquier marca, trascender los récords y abrigar a viajeros curiosos, sin ñañas, con espíritu de pioneros y ávidos de rememorar las delicias del mundo unplugged.
En el mismo paquete, el destino cuenta con el cerro Castor, un centro de esquí cuyos atributos tientan a amateurs y federados. Como está recostado en la ladera sur de la montaña, el sol no pega de frente en las pistas, la calidad de la nieve es superior -mantiene temperaturas entre -5 y 5 grados promedio- y con una extraordinaria capacidad de remonte elude el peligro de congestión en los medios de elevación.
Turistas, locales y equipos de competición europeos de esquí alpino vienen a entrenar o disfrutar de su infraestructura sin tiempos muertos. Abierto al público en 1999 y a solo 26 km del aeropuerto, Castor mantiene la esencia hogareña de sus primeras temporadas mechada con la actualización periódica de su infraestructura.
Este año renovó el sistema de pases y molinetes para agilizar el ingreso y ofrece al soberano 32 pistas, 5 telesillas, 3 telesquíes, 3 magic carpets para principiantes. Una flota que se complementa con los servicios encargados de inocularles la pasión a churumbeles y veteranos mediante el jardín de nieve, guardería y clases individuales o colectivas.
El viajero, entonces, puede alternar el calendario de un fin de semana entre la altura y el llano con los múltiples paseos alrededor de la ciudad que está, como mucho, a 20 minutos de cualquier liturgia. Ir al monte, al canal, agenciarse una cerveza local o perder el tiempo. Del traqueteo a paso firme al eslalon barranca abajo. Aquí un compilado de alternativas aptas para todos los públicos.
1. Día de esquí
El cerro Castor compite en calidad de servicio con los mejores centros de esquí de la Argentina, aunque sus mentores se jactan de su plusvalía en varios frentes. Más allá de los alcances míticos de la ciudad, con un poso histórico complejo y una estética imposible de emular en otras comarcas, el centro de esquí posee el snow park más grande de Sudamérica y una red de nieve artificial de 23 cañones que cubre desde intermedia hasta la base, garantizando una gran cantidad de nieve durante toda la temporada -en el spring break de septiembre sigue la fiesta- con mayor prevalencia de sol que otras competidoras.
Del conglomerado hay unos clásicos que siempre vale la pena revisitar. Para expertos, la pista El Cóndor, para zarandear el cuerpo de cumbre a base en un solo sprint de mil metros. Una pista negra, difícil, para empoderadas o baqueanos con espuela, cuya osadía tiene como recompensa una vista del valle que quita el aliento. También reluce La Brecha, una pista roja en la cota 870. Emerge de un cerro, entre dos piedras, con la vista de la montaña nevada. Una postal para guardar bajo la almohada.
Los que recién se arriman al asunto pueden despuntar conocimientos en la pista Castores. Con un par de clases y algunos deberes hechos es suficiente para largarse al redil. Ideal para eternos principiantes que basculan entre el apego a la cuña y el miedo escénico al paralelo.
2. Una panzada con altura
Este año, el cerro Castor le pone el mantel al octavo punto gastronómico de su oferta culinaria, que incluye opciones para celíacos. El Alpino Sport Bar ofrece comida al paso, minutas bien servidas y nutritivas, que se suman a un menú para saciar cualquier necesidad.
La Morada del Águila vuelve a derramar canilla libre de cordero fueguino a la estaca con papas. El Viejo Castor, con estampa retro ochentosa, estimula el paladar con guisos de postín y hamburguesas de lomo. Terrazas del Castor se pone el esmoquin para servir sushi en la cota 420, con salmón, centolla y todos los sacramentos. La Barra, mentada como la Barra 600, es el punto de reunión de la juvenilia, con sus códigos y gustos flamantes. Los mejores de la lista.
El Castor Ski Lodge, complejo de 15 cabañas de piedra y madera de lenga con reminiscencias de aldea austríaca, en medio de un bosque centenario, ofrece a los huéspedes menús gourmet de mandíbulas batientes incluidos en su paquete.
3. Caminar el Alarkén
La Reserva Natural Cerro Alarkén, a doce minutos del centro, oficia de mirador natural para atisbar en el horizonte la Bahía de Ushuaia y las cadenas montañosas del Martial y Vinciguerra. La vegetación achaparrada convive con diversas especies de flora y fauna fueguinas, bosques de lengas, ñires y coihues, y más de un kilómetro de costa sobre el arroyo Grande.
Un circuito guiado de trekking apunta hacia el turbal, abono ideal para dejar huellas, hacer angelitos, tomar mates y contemplar escenas a las que el viajero solo está acostumbrado en las películas de Navidad.
Desde las puertas del Hotel Arakur parten los senderos que recorren, sinuosos, los caminos de árboles taladrados por pájaros carpinteros que le ponen un groove sincopado, que nunca cae a tierra, a su fuente de alimentación.
4. Salida en 4x4
Un tour clásico por la ruta 3 hacia el norte de la isla permite cotejar un paisaje que convoca la imponencia del bosque patagónico en crudo en su faceta de terruño de ficción.
De hecho, a la altura de la curva del río Oliva, el paraje fue protagonista fundamental, junto a un reparto en el que fulgura Leonardo DiCaprio, de una escena clave del final de la película El renacido (The Revenant). El director mexicano Alejandro González Iñárritu no dudó en suplantar las condiciones extremas de Canadá por el sur argentino para asegurarse remanentes de nieve ilimitados.
La aventura atraviesa el lago Escondido y su vecino Fagnano para sondear con doble tracción el terreno natural agresivo, sin domesticar, multicolor y librado al oropel de propio cuño. A tiro de la costa, la caminata conduce a un viejo refugio de montaña para homenajear a los adentros con una picada en toda regla y el asado de rigor, amparados por el calor de hogar.
5. Holidays on ice
Desde hace dos años, una pista de patinaje sobre hielo se encaramó como otro clásico instantáneo del cerro Castor. Este año vuelve perimetrada y se suma a una lista de pasatiempos que reinciden para toda la familia. Carreras de running sobre nieve, rugby, golf, esquí de fondo, mountain do, test drives y bajada de antorchas. Acá nadie se queda afuera.
Datos útiles
Cómo llegar: desde el Aeroparque de Buenos Aires, Aerolíneas Argentinas programa vuelos diarios, con una duración de 3 horas y media. Desde 3362 pesos.
Dónde dormir: Arakur Ushuaia Resort &Spa, en un balcón natural a 250 metros sobre el nivel del mar, dentro de la Reserva Natural Cerro Alarkén, con vista privilegiada de Ushuaia y el canal Beagle, el hotel está diseñado con una arquitectura sustentable para mimetizarse con el entorno. A pocos minutos del centro de la ciudad y el puerto, y a 20 del aeropuerto y el cerro Castor, cuenta con más de 100 habitaciones y suites cálidas, de una sofisticación que resalta la sensación de remanso gracias a maderas macizas, piedras, cueros artesanales y el omnipresente hogar a leña. Tarifas en habitación Standard Base Doble desde AR$7960 por noche. Incluye desayuno buffet, shuttle sin cargo al centro, wifi libre, acceso al spa, área de piscinas y fitness center, caminatas autoguiadas por la Reserva Natural Cerro Alarkén, acceso al microcine y sala de juegos.Informes: reservas@arakur.com; www.arakur.com
Qué hacer: las principales excursiones del destino se pueden gestionar a través de operadores como Tierra Turismo (www.tierraturismo.com) y Tours y Design (www.toursbydesign.tur.ar). Excursión 4x4 Hielo &Nieve, desde AR$ 2800.