Cinco senderos legendarios para grandes caminantes, de Perú a Japón
1. Japón. Kumano Kodo
El país del Sol Naciente tiene su propio Camino de Santiago. O caminos, porque tal como ocurre con el famoso itinerario para llegar al santuario compostelano, también aquí hay una red que abarca mucho más que una sola vía. Pero no desemboca en un solo templo, sino en tres: el Hongu Taisha, en Hongu; el Hatayama Taisha de Shingu y el Nachi Taisha de Nachi.
La tradición de recorrer este camino tiene ya un milenio y no conoce de condiciones sociales: incluso emperadores retirados y nobles han emprendido esta ardua peregrinación que atraviesa la montañosa península Kii. Una peregrinación que va más allá de la caminata y el esfuerzo físico, que debe entenderse como un ritual de purificación que incluye ritos sagrados.
Quienes tengan previsto hacerlo tendrán que tener en cuenta que los tifones del último verano boreal causaron varios daños y por lo tanto no todos los caminos están abiertos: hay que consultar la web oficial. El Kumano Kodo se puede comenzar en sus distintos puntos de acceso (que a su vez están casi enteramente conectados entre sí con transporte público) y está bien señalizado (en inglés y japonés).
La península de Kii cuenta con aeropuertos (aterrizar en el de Nanki-Shirahama es una de las mejores opciones), buses y trenes. El Kansai WIDE Area Pass soluciona gran parte de la movilidad en la región. En www.tb-kumano.jp/en/ se pueden descargar gratuitamente mapas y audioguías (en inglés).
2. Gran Bretaña. La Muralla de Adriano
El dominio de los romanos en Europa se extendió hasta la antigua isla de Britania, donde el emperador Adriano mandó a construir entre los años 122 y 132 un muro que defendiera el territorio frente a las tribus que luego conformarían Escocia.
Aquella antigua frontera imperial, que tenía unos 120 kilómetros de largo -entre el estuario del río Tyne al este y el golfo de Solway al oeste- y una altura de casi cinco metros en algunos tramos, perduró hasta fines del siglo IV de nuestra era: y aunque luego quedaría abandonada, y fuera en parte desmontada para que sus piedras sirvieran en nuevas construcciones, aún se la puede recorrer.
Realizar el trayecto entero lleva alrededor de una semana: quienes se propongan este objetivo pueden conseguir un Pasaporte (entre mayo y octubre) que será sellado y permitirá conseguir un escudo y un certificado. De todos modos, no es la única opción: muchos eligen tramos más breves para explorarlos con detenimiento. Además porque la Muralla de Adriano -Hadrian's Wall- aún está en proceso de excavación. Es por eso que se pide a los caminantes que sean cuidadosos en su paso, ya que podrían dar con objetos de valor arqueológico.
Abarca numerosas atracciones en distintos puntos del recorrido, como el fuerte de Housesteads y el tramo de muralla de Heddon-on-the-Wall, así como las ruinas del puente romano en Newcastle. El sitio web hadrianswallcountry.co.uk concentra todo lo que hay que saber.
3. Israel. Shvil Ysra’el
No hay caminata más épica que la que se puede hacer por las tierras bíblicas. El Camino Nacional de Israel cruza el país de norte a sur, bordea el lago de Tiberíades, llega hasta la costa del Mediterráneo, pasa por Jerusalén y se adentra en el desierto del Neguev para concluir a orillas del Mar Rojo.
Desde Dan, sobre la frontera con el Líbano, hasta Eilat, el balneario del Mar Rojo, se camina a lo largo de mil kilómetros y varios milenios. Los pasos de los caminantes se superponen con los de figuras bíblicas, y tropas que pasaron por Tierra Santa.
El shvil (camino en hebreo) está en muy buen estado y balizado con mojones tricolores (blanco, azul y naranja). El punto culminante del recorrido es el Monte Merón (1208 metros) en el norte de Israel.
No ingresa en ningún momento en territorios en disputa y de hecho fue modificado levemente hace varios años para alejarlo de la Línea Verde. Es un trekking que tiene su clon virtual: para los 20 años de su creación, en 2015, fue filmado por equipos Trekker de Google Street View y desde entonces se puede seguir desde Google Maps.
Los mejores momentos del año para caminar por el Shvil Israel es la primavera (de febrero a abril) y el otoño (de octubre a diciembre). Tiene un nivel entre mediano y difícil. Es particularmente peligroso en el desierto del Neguev y se necesita preparación para cruzarlo. Hacen falta entre 45 y 60 días para recorrerlo. www.israeltrail.net
4. Francia & Suiza. La Haute Route
Une Chamonix y Zermatt por la parte más elevada de los Alpes. Es una caminata épica y exigente a la vez, que transita por encima de las nubes, sobre el techo de Europa.
El recorrido cambia según las temporadas, pero sea en invierno con esquíes o en verano con borceguíes, se tarda siempre entre una y dos semanas. Además de estar bien entrenado y tener una larga experiencia en trekkings de montaña, hay que contratar un guía para emprender la Haute Route, que fue relevada por primera vez durante el siglo XIX, cuando el alpinismo se convirtió en una fiebre y se emprendieron carreras para hacer cumbre en los picos más altos de los Alpes.
Fueron los ingleses del Alpine Club quienes unieron por primera vez los 180 kilómetros entre la localidad francesa de Chamonix y la suiza de Zermatt por la Alta Ruta, en el verano de 1861.
El sendero se tutea con las dos cumbres más emblemáticas de la cadena; el Monte Blanco (el más alto en Europa Occidental) y el Matterhorn (o Cervino). En camino se bordean varios glaciares. Hay refugios de montaña para pernoctar, ubicados para realizar tramos de 8 horas de caminata para trekkers que pueden caminar 20 kilómetros por día.
Pasa por pueblos en los cuales es posible pernoctar en hoteles y albergues. En invierno la Haute Route se recorre en cinco o seis días, solo para esquiadores muy entrenados. Compañía de los guías de Chamonix: www.chamonix-guides.com
5. Perú. El Camino del Inca
Se trata probablemente de la ruta iniciática más popular entre los jóvenes latinoamericanos, aunque atrae a viajeros de todo el mundo. No hay que confundirlo con una excursión tradicional a Machu Picchu, ya que este camino –que suele recorrerse en cuatro días– abarca 43 kilómetros que formaban parte de los varios miles trazados por los incas en Sudamérica.
La ruta pedestre lleva hacia la ciudadela de Machu Picchu partiendo de kilómetro 82 de la línea ferroviaria Cusco-Quillabamba, donde los viajeros se registran y en muchos casos contratan un porteador. Luego, habrá que internarse en el corazón de los Andes, entrando y saliendo de cañones, divisando fortalezas, asomándose a miradores y pernoctando en campamentos de altura.
Más allá del interés geográfico-cultural de la ruta, que transita las terrazas de cultivo, divisa lagunas, supera pasos de 4200 metros y atraviesa ruinas, hacer el Camino del Inca es una experiencia que reúne a gente llegada de diversos países para compartir un desafío del que siempre se vuelve transformado. Los amaneceres brumosos, la lucha contra el mal del altura, los nevados que rodean el paisaje, todo prepara para la emoción que representa la primera vista de Machu Picchu desde la Puerta del Sol.
Se abrió al trekking en 1970 y es ideal recorrerlo entre mayo y diciembre (la estación seca). Existe un cupo de 500 personas por día y un permiso oficial. La caminata contratada (requisito obligado) ronda los 480 dólares por pasajero.