Sérguiev Posad, una ciudad medieval dorada cerca de Moscú y llena de historia
A pocos minutos del centro de Moscú se encuentra uno de los principales centros espirituales del cristianismo ortodoxo. Aún activo, el monasterio de la Trinidad y San Sergio es un viaje en el tiempo a la historia rusa.
Como toda gran capital, Moscú es una ciudad ilimitada para conocerla y se puede pasar meses descubriendo su legado arquitectónico, museos, parques, teatros y todo lo que hace sobresalir a esta urbe por su vida histórica, social y cultural.
Pero hay que racionalizar el tiempo (sobre todo si la visita es para el Mundial Rusia 2018 ), y hay que poner algunos límites para invertir un día en alguna de las ocho ciudades que forman el Anillo de Oro de Rusia, como se conoce al circuito de poblaciones al noroeste de Moscú.
Esta región está integrada por un grupo de valles fértiles conectados por las vías pluviales de la región central de Rusia, donde proliferaron los monasterios, catedrales y fortalezas que fueron testigos de la vida del país.
Hacer el recorrido completo para conocer estas ciudades medievales puede llevar unos ocho o nueve días, y se puede hacer viajando en tren.
Pero si se dispone de poco tiempo, la joya de este circuito está a apenas una hora y media del centro de Moscú.
Desde la estación Yaroslavsky parten varios servicios por hora y el pasaje cuesta menos de diez dólares. El precio varía según la cantidad de paradas.
El anillo de oro
Sérguiev Posad es una de esas ciudades rurales que sobresalió como centro religioso. Actualmente tiene poco más de 110 mil habitantes, muchos de los cuales trabajan en Moscú.
Para llegar al centro histórico hay que caminar unos diez minutos desde la estación de tren, aunque también hay buses y taxis. Siglos atrás, los zares acudían a rezar a las iglesias de este monasterio y aún hoy llegan peregrinos que hacen el camino a pié desde Moscú.
La primera vista del monasterio de la Trinidad de San Sergio es impactante. Detrás de una colosal muralla blanca crecen las cúpulas en forma de cebolla de sus iglesias y catedrales que se recortan del cielo por su color.
No hay que pagar entrada a ninguno de los templos, y cruzar la puerta de la fortaleza comienza a ser un estímulo visual a cada paso.
Como el monasterio sigue activo, la gran cantidad monjes que caminan por sus claustros redondean un ambiente de otro tiempo.
Este monasterio, considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1993, comenzó con una iglesia de madera construida por el monje Sergio de Radonezh, en 1337, y pronto tuvo en sus claustros a cientos de seguidores. Siete décadas más tarde todo esto se perdió en un incendio provocado por los tártaros de la Horda de Oro que asolaron la región.
En 1422 Sergio fue santificado y un grupo de monjes serbios, refugiados de la invasión de los turcos otomanos en los Balcanes, comenzó la reconstrucción del monasterio, que se convirtió en símbolo más importante de la resistencia del mundo ortodoxo.
El monasterio, considerado "el Vaticano ortodoxo", contó con el apoyo de príncipes, zares y nobles, patrocinado con cuantiosas donaciones que se reflejan en el arte de sus templos.
Este complejo de cincuenta edificios levantados a lo largo de la historia, es el máximo exponente de la arquitectura religiosa de Rusia. De hecho, junto al de la Sagrada Trinidad de San Alexander Nevsky en San Petersburgo, son los únicos monasterios que recibieron el título de Lavra, por su importancia histórica y espiritual.
La Catedral de la Trinidad es el centro del monasterio, y su simpleza la evidencia como el edificio más antiguo. Fue construido sobre los restos de la iglesia de madera original, y en su interior hay unos cuarenta íconos pintados por maestros de la época y que se encuentran perfectamente preservados. En la Galería Tretyakov de Moscú puede verse el ícono de la Trinidad, que coronaba el icnostasio de la catedral, venerado por infinidad de fieles que aún acuden a rezarle a los restos de San Sergio.
El edificio más grande del monasterio es la Catedral de la Asunción, cuyo modelo fue tomado de la catedral homónima del kremlin de Moscú. Su construcción fue ordenada en el siglo 16 por el zar Iván el Terrible para celebrar la anexión del kanato de Kazán.
Se distingue por su domo dorado, rodeado por cuatro cúpulas azules pobladas de estrellas laminadas en oro, que son un clásico en las iglesias eslavas, y que en Buenos Aires las encontramos en la Iglesia Ortodoxa Rusa del barrio de San Telmo.
Esta catedral guarda los restos de varios patriarcas ortodoxos, dos zares, deslumbrantes íconos, y unos frescos que cubren cada centímetro de los seis pilares del edificio, que sirvió como refugio del propio Pedro el Grande cuando escapó de un intento de asesinato durante su juventud.
El campanario fue ordenado por la emperatriz Isabel en el siglo 18 y es el edificio más alto del monasterio. Sus 88 metros en estilo barroco, lo hacen visible kilómetros de distancia.
Es una estructura intrincada, con distintos niveles que alojan 42 campanas, la mayor, de 64 toneladas.
En la plaza que se forma entre estos edificios hay una fuente, donde es común ver a los visitantes cargar botellas de agua bendita para llevar a sus casas y regalar entre familiares.
En los edificios anexos hay tiendas de souvenirs, y son imperdibles los íconos que pintan los propios monjes del monasterio. Como Sérguiev Posad es el pueblo que dio nacimiento a la matrioshka, también se venden las típicas muñecas rusas.
Las reglas del monasterio
Pero a los ojos, el mejor recuerdo es la experiencia de cruzar la Puerta Sacra. En el interior de su arco hay una serie de frescos de colores vivos, que relatan la vida de San Sergio. Y apenas terminado este auténtico túnel del tiempo, está la iglesia de San Juan Bautista. No es la más importante del monasterio, pero sus motivos geométricos y el efecto visual de sus colores, la hacen la más llamativa.
Si bien el complejo es un destino turístico muy popular, es importante recordar que sigue siendo un espacio muy importante para los cristianos ortodoxos. Aunque no hay una vigilancia estricta, es recomendable no usar shorts, polleras cortas, ni musculosas. Las mujeres deben cubrirse el cabello.
El monasterio está abierto de 5 a 21 horas, y lo único que se abona es una permiso para sacar fotografías por casi 2 dólares. Desde el 5 de julio y durante 10 días, se conmemora a San Sergio y permanece abierto las 24 horas, lo que es una excelente oportunidad para vivenciar la vida monástica de la Rusia profunda, a minutos de Moscú.