"La naturaleza nos está hablando y nadie la quiere escuchar". Las palabras de Irina, una joven artesana de Tulum son contundentes y se parecen bastante a las de Raúl, guía local que lleva a los viajeros a hacer snorkel cerca de la barrera de coral que se extiende frente a la Riviera Maya. "Si el sargazo viene es por algo, no hay que combatirlo, sacarlo o esconderlo… hay que prestarle atención".
Si bien comenzó a llegar hacia 2015, la aglomeración de estas algas amarronadas es el gran tema de este año en las costas de la península de Yucatán y en gran parte de las islas del Caribe.
"Siempre hubo sargazo, pero era de tipo estacional y no duraba en las playas mucho más de un mes, pero hace tres años que su presencia se ha ido intensificando", comenta el guía, quien se hace eco de lo que piensan la mayor parte de los locales: se trata de una amenaza ecológica y económica.
El fenómeno no sólo se da en la península de Yucatán sino también en casi todo el Caribe, desde Barbados y Guadalupe hasta Puerto Rico, Cuba y Jamaica. Es cierto que al ser islas, casi todas ellas tienen alguno de sus márgenes despejada y a salvo. En Yucatán, Cozumel (en parte), Isla Mujeres y, sobre todo, Holbox, son las que llevan las de ganar.
Este arribo incontrolable de algas preocupa muchísimo a las autoridades y a los empresarios turísticos de la región que ya han visto mermar sus reservas hoteleras en casi un 10 por ciento del año pasado a este.
Para tratar de contrarrestar el tema se abocan a la limpieza de las playas cada mañana. Apenas despunta el sol, cientos de empleados rastrillan la arena para tratar de recuperar el tan preciado color blanco. Es casi querer tapar el sol con una mano, pero no dejan de intentarlo, y el hecho de que se vean obligados a limpiar cada mañana, como si no se hubiesen hecho limpiado el día anterior, no los desanima. Se estima que sólo en Yucatán recogen 100 toneladas diarias.
Por eso, la Universidad Autónoma creó un grupo integrado por oceanógrafos, botánicos e ingenieros que buscan resolver el problema. Los especialistas no se han puesto de acuerdo todavía en las razones de la proliferación del alga. Se habla de que el cambio climático y el aumento de la temperatura del agua de los océanos han modificado la dirección de las corrientes marinas y están acercando al Caribe grandes islas de sargazo que se forman en el Atlántico Sur, entre Brasil y África.
El arribo incontrolable de algas preocupa a las autoridades y a los empresarios turísticos de la región que ya han visto mermar sus reservas hoteleras un 10 por ciento.
Otra de las teorías es la sobrefertilización de los océanos, es decir que los desechos vertidos por la industria y la agricultura han creado las condiciones ideales para el crecimiento del alga mar adentro. Se sabe que el sargazo tiene un rápido crecimiento: en sólo 20 días puede duplicar su tamaño.
Para los especialistas la solución es muy a largo plazo y depende de la concientización que tengamos todos los seres humanos en prácticas más amigables con el medio ambiente. La primera es evitar contaminar el agua, para lo que hay que poner en marcha micro y macro cambios que van desde tener en claro qué tipo de detergentes utilizamos, hasta qué se hace con los residuos orgánicos que se vierten al mar.
Hasta entonces, los intentos por desviar estas islas de sargazo en altamar o poner barreras para que no lleguen hasta las costas, serán inútiles. Para muchos es un problema que recién está empezando y tiene correlatos menos estéticos. La densidad de estas islas de algas que se acercan a las costas es tal que impide que la luz llegue hacia aguas más profundas, lo que dificulta que otras plantas marinas realicen la fotosíntesis. Esto se traduce en menor cantidad de oxígeno y en la mortandad de otras especies.
Las tortugas marinas son otra víctima del fenómeno. Depositan sus huevos en la playa y, pasados los 30 días, nacen las tortuguitas que deben recorrer varios metros sobre la arena para llegar al mar. El sargazo resulta un obstáculo insalvable, por una parte, pero a su vez, muchos de estos huevos no llegan a término porque las máquinas que limpian los resorts, los aplastan o levantan sin miramientos.