Raíces italianas: el viaje al pueblo de los abuelos puede estar más cerca
Que es el país más italiano fuera de Italia. Que fue el segundo, después de Estados Unidos, que más italianos recibió entre 1885 y las primeras décadas del siglo XX, con la gran oleada inmigratoria mundial. Que para 1895 los italianos constituían el 50% de los inmigrantes que había y que contribuyeron de forma decisiva en la construcción de su identidad y de su cultura. Que la nona, los spaguetti o el colifato. Que la pizza, el moscato y la fainá. Que actualmente tiene 20 millones de descendientes italianos. Y que, según Borges, los argentinos somos italianos que hablamos español.
Todo eso -y tanto más- une a nuestro país con la península itálica, esa tierra con forma de bota alta que se ubica entre los mares Adriático, Tirreno y Mediterráneo. De allí provienen muchas de nuestras costumbres y, según se dice, otro tanto de nuestra idiosincrasia. La unión es basal y se puede confirmar en cada pueblo donde siempre hay una sociedad italiana que nucleaba inmigrantes para "socorrerlos" ante el desarraigo. Hoy los lazos entre los nietos y bisnietos de aquella generación y la tierra de origen vuelve a intentar fortalecerse, por ejemplo, a través del turismo.
Nuevos arraigos
Marina Gabrieli, que nació en Puglia, Italia, estaba en Buenos Aires junto a Attilio Ardito y Mariana Bobadilla realizando estudios de doctorado. A partir de una investigación sobre la demanda turística de los descendientes de italianos que vivían en nuestro país realizada en colaboración con el ENIT Buenos Aires (Organismo Oficial Italiano para el Turismo) y promocionada por la mayoría de las instituciones y asociaciones italianas de Buenos Aires, surgió la idea de (re)conectar a esas nuevas generaciones con sus orígenes.
Según cuenta, "desde el primer día sentí una conexión muy fuerte con esta tierra y el gran fenómeno que significa la colectividad italiana por lo que decidí trabajar en proyectos que favorezcan el lazo entre los descendientes de italianos y su tierra de origen, con la idea de que todos tienen el derecho de conocer su historia, identificar sus raíces y encontrar su propio rol en el mundo".
Así nació la Fundación Raíz Italiana, una asociación de promoción social financiada por la Región de Puglia, a través de un proyecto: PIN -Pugliesi Innovativi, que financia emprendimientos de jóvenes locales.
Dedicada a los descendientes de italianos y a todos los "Itálicos" interesados en la cultura, su misión es ayudar a reconectar a las personas del mundo con sus orígenes italianos a través de asistencia para viajes, trámites consulares, divulgación cultural, búsqueda de documentos, generación de árboles genealógicos y producción de contenidos que ayuden a difundir sus acciones.
Si bien algunos de los viajes tienen como finalidad el trámite de la ciudadanía, muchos otros se dedican solo al turismo de las raíces. Organizados en contingentes, trabajan con operadores que llevan a los viajeros durante once días a Italia, tres de los cuales son en Roma para recorrer sitios emblemáticos, además de la Roma migrante y la Roma gastronómica; cuatro en la Región de Puglia, donde se genera el intercambio con la cultura italiana a través de clases de cocina, música popular y de la lengua; y una última parte en el pueblo de origen, enlazando todas las actividades a la memoria familiar.
En primera persona
Federico Ciccioli Viotti tiene 42 años y vive en Oncativo, en el interior de Córdoba. A mediados del año pasado tenía programado su viaje: como quería pasar unos meses en Italia necesitaba alquilar una casa y en el momento en el que estaba buscando alojamiento, un amigo le recomendó Raíz Italiana. "Me pareció interesante, si bien yo tenía ya todo el expediente listo para hacer la ciudadanía, me resultó atractivo el proyecto. Básicamente era lo que quería hacer".
Antes del viaje no sabía mucho sobre sus orígenes: "Conocía el nombre de los lugares donde nacieron mis abuelos, crecí con un poco de sus costumbres y siempre fue una especie de intriga que llevaba por dentro". Justamente, para saldar esas dudas decidió viajar y descubrió que "tenemos mucho en común a pesar de las distancias y el tiempo que pasó".
Su itinerario comenzó en Lecce donde se encontró con Atilio y Mari, de Raíz Italiana. Allí iniciaron los primeros trámites y luego fueron a Gallipoli, ciudad donde haría la residencia. "¡Fue la que más me gustó! Su centro histórico, sus playas, parecía interminable de conocer... A través de la Fundación conseguí hacer un voluntariado en la Mensa dei poveri como ayudante en la cocina. Fue una experiencia que va a perdurar por siempre, pasé un mes muy lindo conociendo gente. Durante los fines de semana visitaba las ciudades aledañas porque está todo muy cerca, se puede recorrer en bicicleta. Recorrí la península salentina: Matera, Leuca, Galatina, Lecce y más. Después de finalizar la ciudadanía partí para el centro de Italia comenzando por Roma y continúe visitando las ciudades donde nacieron mis abuelos: primero la zona de Macerata de donde era mi abuela, y luego de Francavilla d'Ete, el pueblo natal de mi abuelo".
Pasta casera
Aunque nació en Posadas, Romina Belén Marzoratti estaba viviendo en Buenos Aires cuando decidió viajar para tramitar la ciudadanía.
"Hice el viaje con Raíz Italiana porque necesitaba de su ayuda: información de familiares italianos, cuestiones burocráticas, localizaciones, apostillas. Con tantas cosas a tener en cuenta y pasos a seguir, ellos son una buena guía".
Lo que más le impactó del viaje fue conocer el pueblito de su tatarabuelo. "Se llama Aieta, está en la provincia de Cosenza, región de Calabria. Es un sitio que parece haber quedado en el tiempo: las casitas, las calles, la gente..." Allí visitó el centro histórico, el registro civil y una Hacienda Agroturística donde le enseñaron a preparar pasta casera.
"Luego nos aproximamos a Praia a Mare, de cara al Mar Tirreno. Fui a tramitar la ciudadanía, pero también a conocer mis raíces. Me encontré con mucho más. No era un simple trámite", explica. Para ella "es muy bueno que las personas puedan insertarse durante el período que duran los trámites (generalmente tres meses)". Para ella, lo mejor fue conocer a la gente y su modo de vida. "Fui viviendo la italianidad", sintetiza.
Jessica Giliberti tenía planeado viajar a México cuando Mariana, su amiga y vicepresidente de Raíz Italiana, la convenció de que fuera a Italia. "Hice este viaje con mi novio. Llegamos a Corigliano d'Otranto, un pueblo de 6000 habitantes en la provincia de Lecce, que nos recibió para hacer nuestra ciudadanía. Allí nos instalamos, pero aprovechando que era verano recorrimos toda la región de El Salento, que tiene playas muy bonitas".
Jessica recomienda el viaje, no solo por sus paisajes sino también por la oportunidad de reconectar con la cultura italiana, esa punta del ovillo que para 20 millones de nosotros puede empezar a explicar de dónde venimos.