Cinco pingüineras de aquí y allá
1. Islas Galápagos (Ecuador): los más septentrionales
El pingüino de las Galápagos es la única especie que vive fuera del sur del globo. Coloniza las costas de ciertas islas del archipiélago ecuatoriano, principalmente las de Fernandina e Isabela.
Es una de las especies más pequeñas porque su cuerpo no necesita la espesa capa de grasa que protege a sus primos habitantes de las aguas gélidas del hemisferio sur. Es también –desgraciadamente– la menos abundante. Aunque en la actualidad la población se recupera, se estima que hay menos de 2000 pingüinos en las Galápagos.
Se los suele ver durante los cruceros por las islas. Cuando las temperaturas todavía son frescas, por la mañana o al anochecer, están en sus nidos, en cavidades de las rocas costeras. Durante el día se refrescan en el agua, nadando y pescando. Es común verlos curiosear cerca de las embarcaciones y de quienes practican snorkel.
Lo más llamativo de la especie es que su ciclo reproductivo depende del fenómeno de El Niño. Cuando las temperaturas suben, la comida escasea: esos años los pingüinos no ponen huevos, lo que dificulta aún más su recuperación.
Morfológicamente alcanzan 50 cm y pesan hasta 2,5 kilogramos. Sus plumas son negras y blancas.
La mejor manera de conocer las Islas Galápagos y su fauna es a bordo de los pequeños cruceros que navegan el año entero en torno al archipiélago. Se va de isla en isla por la noche y durante el día se realizan excursiones. Fernandina e Isabela son dos islas contiguas en la parte occidental del archipiélago. Isabela es la mayor de todas, pero el aeropuerto está en la vecina Baltra.
2. Stewart Island (Nueva Zelanda): los más esquivos
El pingüino de ojo amarillo es una especie, actualmente amenazada, nativa de Nueva Zelanda. Y es también uno de los grandes atractivos de quienes visitan la península de Otago, en la Isla Sur, un auténtico paraíso salvaje de costas recortadas, anchas playas y acantilados. Verlos es difícil y para comprenderlo basta un dato: la población de la especie disminuyó 75% desde los años 20 y se teme una extinción total dentro de las próximas tres décadas.
El nombre viene del color de sus ojos, de un tono pálido que contrasta con las plumas negras del cuerpo y el pecho blanco. Para tener alguna oportunidad de avistarlo hay que viajar hasta la zona noreste de Stewart Island (Rakiura en lengua maorí), la remota isla en el sur del archipiélago neozelandés, o a la zona de los Catlins cerca de Dunedin.
Hay agencias que se especializan en salir a buscarlos, pero hay que tener en cuenta que son muy sensibles a la presencia humana y por lo tanto es preciso camuflarse en el ambiente para tener mejores oportunidades. En la reserva de Nugget Point –uno de los lugares más escénicos de Otago, con un faro levantado al borde del mar– también es posible verlos. Y si se quiere mucha más aventura, el destino es las Islas Auckland, un pequeño archipiélago subantártico al que solo llegan excursiones autorizadas.
La Isla Sur es el punto de partida para intentar conocerlos. La Península de Otago es accesible en el día desde Dunedin, donde varias agencias organizan circuitos. Para ir a Stewart Island hay que moverse más al sur y tomar un vuelo o un ferri desde Invercargill. A las Islas Auckland solo se accede en cruceros especiales.
3. Phillip Island (Australia): los más chicos
Cada día al anochecer se repite el mismo ritual sobre la playa de Summerlands, en la pequeña Phillip Island, dentro de la bahía de Melbourne: de repente, una multitud de pingüinos salen del agua tras una jornada de pesca y vuelven a sus nidos para pernoctar.
A la diferencia de los patagónicos, no migran y repiten la misma rutina cada día. Son los Pequeños Pingüinos, también conocidos como Pingüinos Hada (pero esa denominación en inglés –fairy penguins– fue juzgada demasiado discriminatoria y ahora se los llama little penguins).
La playa está equipada con pasarelas de madera y luces rojas para que los turistas puedan ver este espectáculo, que llaman Penguin Parade. Las mismas instalaciones permiten verlos sin molestarlos cuando se instalan en sus nidos y alimentan a sus pichones en temporada de cría. Esta actividad se realiza al anochecer y el resto del día se aprovecha para recorrer la isla.
Los pequeños pingüinos tienen plumas de un tono azul "metalizado", miden entre 35 y 42 cm, y pesan alrededor de un kilo. Se estima que hay 70.000 individuos en la isla. Es la mayor colonia de la especie, que también está presente en otros sectores de las costas australianas.
Para tener en cuenta: no se pueden sacar fotos con flash. En temporada alta, como el ingreso está limitado a 300 visitantes, es importante reservar o contratar una agencia que asegure el acceso. Se llega a Philipp Island por un puente desde San Remo, en los suburbios de Melbourne. La visita a la isla incluye el avistaje de una colonia de lobos marinos, varias reservas naturales y un centro de conservación de koalas. www.visitphillipisland.com
4. Isla Pingüino (Santa Cruz): dos por uno
En invierno es una isla salvaje y desierta… pero en primavera y verano es un lugar lleno de vida, donde hasta marzo conviven dos especies de pingüinos. Es un caso único en las costas de la Patagonia: los llamativos pingüinos de penacho amarillo crían a sus pichones junto a sus primos de Magallanes. Año tras año los "penachos" regresan para reencontrarse con su pareja e incubar.
La Isla Pingüino está a unos 20 km de las costas del continente, en la región de Puerto Deseado (300 km desde Comodoro Rivadavia) desde cuyo muelle parte una lancha que tarda 40 minutos en llegar. Durante la travesía se avistan loberías en la costa, vuelos de petreles gigantes por encima de las olas y el barco es acompañado por toninas overas que juegan con las olas.
En la isla, un sendero lleva hasta la pingüinera luego de pasar por un faro abandonado que divide los territorios de ambas especies: mientras los penachos amarillos viven entre las rocas de los acantilados (de ahí su nombre en inglés: rockhopper), los magallanes anidan al pie de las construcciones.
Los penachos amarillos son los más chicos de las subespecies de los pingüinos crestados. Pueden pesar hasta 4 kg y medir hasta 60 cm. Su población está estimada en varios millones de individuos.
La excursión a la Isla Pingüino cuesta AR$3000 por persona (con almuerzo incluido en la isla). Sale desde el muelle de Puerto Deseado a las 8 y regresa a las 15. Durante enero y febrero es mejor reservar ya que la capacidad de los botes es limitada. Dos empresas organizan la salida, de octubre a marzo: Darwin Expediciones y Los Vikingos.
5. Bahía Inútil (Tierra del Fuego chilena): los reyes
El pingüino rey es el segundo más grande, luego del emperador (que vive sobre el continente antártico). La especie coloniza islas subpolares y es muy difícil verla si no es durante un crucero al continente blanco o a las Islas Malvinas y Georgias del Sur.
Desde hace unos años, es posible ver algunos ejemplares en la incipiente colonia de Bahía Inútil, en la parte chilena de Tierra de Fuego. Para protegerla se creó allí el Parque Pinguïno Rey, sobre tierras de la estancia San Clemente. Es bastante complicado visitarla desde Chile, y un poco menos desde Ushuaia (unas cuatro horas por ruta).
Se trata de una colonia reciente. Los primeros adultos llegaron a principios de 2010 y tuvieron crías un par de años más tarde. Se trata, en realidad, de un regreso más que de una nueva colonización, porque los arqueólogos encontraron huesos de esas aves en los asentamientos de los pueblos fueguinos originarios. La cantidad de aves varía según la época del año, pero la colonia está constituida solo por unas decenas de parejas.
Los pingüinos rey son fácilmente reconocibles por el tono amarillo debajo del cuello, por sus picos negros y naranja, y su porte majestuoso. Pueden alcanzar un metro de altura y pesar más de 15 kilogramos.
Río Grande es el mejor punto de partida. Se deja la RN 3 en San Sebastián para ingresar a Chile. Al llegar a la costa de Bahía Inútil, la reserva está al final de un camino a la izquierda en dirección a Porvenir. Es mucho más largo y costoso visitar el parque desde Punta Arenas. La entrada cuesta AR$650 por persona. Abre de 11 a 18 , excepto lunes y feriados. www.pinguinorey.com