Once días caminando junto a un muro romano... pero en Inglaterra
El siguiente relato fue enviado a lanacion.com por Felipe Piola. Si querés compartir tu propia experiencia de viaje inolvidable, podés mandarnos textos de hasta 3000 caracteres y fotos LNturismo@lanacion.com.ar
El Muro de Adriano es una muralla de piedras construida entre los años 122 y 132 por el emperador Adriano para defender el territorio romano en la Britania de los belicosos pictos que se encontraban al norte de la isla, hoy Escocia.
Esta maravillosa obra de la ingeniería romana se extiende a través de casi 140 km y fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1987. Localizada en la Cumbria, se extiende desde Newcastle upon Tyne, Mar del Norte, hasta el golfo de Solway, Mar de Irlanda.
Para concretar el trekking, que implica tener la capacidad de caminar entre 20 y 30 kilómetros diarios, conformamos un grupo de 9 amigos (5 mujeres, 4 varones, todos argentinos) que partimos de diferentes. Nosotros lo hicimos desde Buenos Aires, otros desde Punta del Este y Madrid, pero todos con la consigna de encontrarnos el 1 de septiembre de 2018 en el Lodge de Whitley Bay para iniciar el camino desde el estuario del Río al día siguiente.
Esta senda tiene pocas dificultades, pero lo importante es tener ganas de hacer un trekking diferente, poco difundido, con múltiples paisajes y alternativas. Los grandes aliados para concretarlo fueron Google, Google Maps y Booking, a fin de determinar las distancias para caminar unos 17 km diarios y ubicar la hotelería, que arrojó un promedio de 60 libras diarias por la habitación doble con desayuno.
El sendero, perfectamente marcado por la imagen de una bellota, está rodeado de verde, a veces cielo borrascoso, lluvioso y otros plenamente soleado. El mítico Muro de piedras acompaña en la mayor parte del camino, atravesando villorios, pueblos engalanados con flores de estación, ciudades, bosques, lagos, castillos abandonados, iglesias, ríos, puentes, ovejas, ganado bovino y más.
Lo mejor del Muro se encuentra en Cholleford, Housesteads y Vindolanda, en donde se aprecia su grosor y altura, fortificaciones, torretas, baños, letrinas, barracas, templos, el cuartel general, viviendas, graneros, un hospital, acueductos, las importantes puertas de acceso y las actuales excavaciones arqueológicas, en donde el visitante puede observar en vivo la extracción de piezas que ven la luz del sol después de casi 2000 años.
Hay un par de museos imperdibles que son una joya para cualquier amante de lo romano. Pude ver calzados de cuero en perfecto estado de conservación en que se aprecia la marca del fabricante, y tabletas o cartas enviadas desde Roma que se pueden leer en latín y, curiosamente, sobrepasaron la descomposición.
Las vistas son alucinantes, las parcelas verdes y fértiles están delimitadas por pircas de piedras desmontadas hace años de la famosa muralla y que el caminante las tiene que sortear por un particular y antiguo sistema de escalones de piedra y madera para que no se traspase el ganado ovino. Estos cercos de piedra se recuestan sobre el paisaje verde, por momento boscoso y colinas de suaves pendientes cubiertas de frescas pasturas que hacen las delicias del caminante.
El camino del Muro de Adriano se puede realizar de acuerdo a las etapas que cada uno desee caminar, teniendo en cuenta que a pesar de que esté transitado por turistas no cuenta con mucha hotelería. Hay confortables B&B y algunos pub que sirven muy buena comida, pero es recomendable hacer las reservas con bastante anticipación.
Hasta el Mar de Irlanda
En nuestro caso, las etapas las diagramamos en once jornadas. El primer día fuimos de Londres a Whitley Bay. Caminamos por la encantadora costa hasta el Faro, pudimos apreciar la desembocadura del río Tyne en el mar del Norte y nos alojamos en el Oaktree Lodge. A la mañana siguiente emprendimos la caminata hasta Newburn, pasamos por el Fuerte Romano de Segedunum y su museo donde retiramos los pasaportes de acreditación, bordeamos el río Tyme por Newcastle con sus maravillosos puentes y bonitos bosques hasta arribar al Keellmans Lodge, donde nos hospedamos.
En la tercera jornada nos trasladamos desde Newburn a Wallhouses, pasando por pueblos, parcelas particulares y el Fuerte Romano de Rudchester hasta llegar a nuestro hotel: The Duke of Wllington Inn. Al día siguiente fuimos hasta Cholleford por una senda que corre entre el Muro y la famosa Military Road. Es arbolada, serpenteada y totalmente empastada. Dormimos en Hallbarns B&B.
El quinto día de caminata nos llevó desde Cholleford a Housesteads en un recorrido excitante, con subidas y bajadas en las que se aprecia el valle del Tyne y los Bordrs de Escocia, el Templo de Mitra, el Fuerte de Brocolitia y las construcciones romanas mejor conservadas. Para descansar esa noche elegimos el Carrow B&B. Al día siguiente preferimos quedarnos para visitar Vindolanda con su área arqueológica y su interesante museo en el que se aprecian importantes objetos extraídos de las excavaciones que explican cómo era la vida en la época de los romanos. Luego, partimos a Greenhead. Fue otra etapa bonita en la que se ven lagos, exuberantes vistas, campos y pasamos por el llamado árbol de Robin Hood -un enorme Sicomoro- y el Fuerte Chesters. Pernoctamos en Bush Nook Guest House.
El octavo día recorrimos desde Greenhead hasta Lanercost, que fue la capital de Inglaterra durante 6 meses. Lo más importante de este trayecto es la fertilidad de su tierra, los paisajes y un puente romano sobre el río Irthing que cruza hasta las ruinas del Fuerte Milecastle. Dormimos en Abbey Bridge B&B.
En el último tramo, el Muro comienza a desdibujarse para dar lugar a Carlisle: una simpática ciudad a la vera del Río Eden con un importante castillo y un museo con piezas romanas, una iglesia y restaurantes de comida italiana. Allí pasamos la noche en Cornerways Guestehouse. El anteúltimo día llegamos hasta Burgh Sands atravesando villas, casas, jardines, galpones y granjas. En la última jornada de caminata fuimos desde Burgh Sands a Bowness on Solway, la mayor parte por la costa. Aquí, las mareas suelen ser muy importantes y a veces anegan el camino por lo que hay que averiguar previamente para hacer el trayecto sobre el terraplén de las vías del ferrocarril.
Así finaliza el camino de Adriano: frente al Mar de Irlanda. Ésta fue la última estación en la que sellamos el Pasaporte como comprobante y recuerdo de haber completado en su totalidad este interesante trekking.
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